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Antonieta Rivas Mercado, Obras

Tomo II

(Diario, Epistolario y Apéndices)

Antonieta Rivas Mercado image Obras

TOMO II

(Diario, Epistolario y Apéndices)

Recopilación, presentación, cronología, notas y apéndices
TAYDE ACOSTA GAMAS

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Antonieta Rivas Mercado, Obras

Primera edición, 2018


Siglo XXI Editores, S.A. de C.V.

© Tayde Acosta Gamas, por la compilación / Fotografía de portada: Antonieta Rivas Mercado
en la Universidad de Columbia, Nueva York, el 23 de octubre de 1929,
Fotografía de Emilio Amero, Archivo Laura García-Lorca De los Ríos,
Fundación Federico García Lorca

Diseño de la colección: Elisa Orozco / Se hacen libros
Edición: Siglo XXI Editores / Corrección de estilo: Elena Bazán, Álvaro Martín, Ilah De La
Torre, Ana Andrés, Martha Ordaz.

D.R. © 2018, Siglo XXI editores,
Cerro del Agua 248,
Romero de Terreros,
04310 Ciudad de México
sigloxxieditores.com.mx


Las características gráficas y tipográficas de esta edición
son propiedad de Siglo XXI Editores, S.A. de C.V.

Todos los Derechos Reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por escrito de los editores.

e-ISBN: 978-607-03-0974-8 

Impreso en México / Printed in Mexico

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Índice

DIARIO

PÁGINAS ARRANCADAS [fragmento de diario]

DIARIO DE BURDEOS

PARÍS, 1931 [fragmento de diario]

EPISTOLARIO

APÉNDICES

ARTURO PANI, AYER [Fragmento]

NOTRE DAME PROFANADA; SE SUICIDÓ ALLÍ UNA DAMA MEXICANA [El Universal]

CÓMO FUE LA DRAMÁTICA MUERTE DE LA SRA. RIVAS EN LA CIUDAD DE PARÍS [Excélsior]

PREMEDITABA SU MUERTE LA SRA. RIVAS MERCADO [Excélsior]

LAS ÚLTIMAS DISPOSICIONES DE LA SRA. RIVAS MERCADO, QUE SE SUICIDÓ EN PARÍS [La Prensa]

REFERENCIAS

BIBLIOGRAFÍA

HEMEROGRAFÍA

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PÁGINAS ARRANCADAS1

[Fragmento de diario]

¡Cómo mi corazón os tiene, ramas últimas,
que sois ecos y sois gritos de un hastío
inmortal de incertidumbre!

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, Sonetos espirituales, XXXIX

PASA UNA COSA HORRIBLE.

No la entiendo pero la siento. Horrible. Es como si me envolviera una nube de humo. Me estoy ahogando. He llorado tanto, tanto. Me duele la cabeza y tengo por dentro algo que parece trapo, algo sin forma, sin color. Me duele todo. Ya no quiero llorar, ya no. Todo parece inútil. ¿Cómo fue posible? Lo que me ha dicho, lo que me dijo. Algo espantoso que no entiendo, pero que es horrible y vergonzoso, que me tiene cogida, que me tiene prensada.

Le escribí diciéndole que viniera. Hace tres semanas, cuando se fue al norte. Yo casi lo sabía ya pero quería estar completamente segura antes de comunicárselo. Fue la mañana que lo acompañé a la estación. Era tempranito, mañanita gris, friolera, suave. Cuando salió el tren sentí ganas de darle una vuelta al bosque, mi bosque de ensueño. Y allá brotó mi seguridad, porque me sentía tan ligera y dichosa. En voz bajita me confesó que era porque él se había ido, porque estaba yo sola, porque con él no era feliz. Dios mío, Dios mío, en torno a mí se hunde este mundo tuyo. No es cierto, no puede ser cierto, porque no lo es; si ya se lo dije y repetí y repetí, hasta se lo juré. Pero ni aun así, no me cree. Le dije rectamente: ya no te quiero; por favor, quiero que nos separemos. Si te duele, perdóname, pero no soy feliz contigo. Y por contestación se le fue cargando el semblante de rabia, se puso en pie y amenazándome dijo: tú ya tienes un amante.

¿Yo un amante?, ¿un amante yo? Yo no tengo amante ni nada. Si lo que sucedió es simplemente que ya no lo quiero. Déjame, le grité, me haces daño. Me había cogido por las muñecas como para echarme al suelo. Dios santo, se me anegaron los ojos de llanto. Tú me engañas, me has engañado, tú… Y se paseaba como fiera por la habitación, y las cosas que caían en sus manos las deshacía, y un almohadón, el de encaje inglés que yo hice, lo aventó contra el suelo. Temí que se desgarrara. Pero eso no es cierto, le decía yo, es mentira, ¿quién te lo ha dicho? Tú. Y me veía, ¡cómo me veía! Yo no te he dicho eso, yo no tengo amante, tú bien lo sabes; ya no te quiero, eso es todo. Quiero que nos separemos, no me haces feliz. Seguía yo con mi lloro. Se volvió a mí airado y murmuraba entre dientes: ponerme en ridículo, a mí, engañarme, vamos a ver, esas amistades, tus lecturas. Dime la verdad. Yo con la cabeza asentía espantada. ¿Quién es tu amante? Para contestarle yo había procurado contener mis sollozos, pero al oír que volvía a lo mismo, sin responder, seguí llorando. ¿Por qué no me creía?, si le digo la verdad, la verdad pura. Lloré desesperadamente. No hay modo de que me crea, no me quiere creer, es malo. Dios mío misericordioso, se me había olvidado rezar pero si hoy no rezo me voy a morir. ¿Por qué no me muero? Si me muriera se arrepentiría de las cosas que me ha dicho, de esto que me hace padecer. Oigo sus pasos, pasos que en otro tiempo me hicieron temblar de esperanza, y hoy anuncian su presencia, su contacto, ¡qué horror!

Lunes 9

Ha pasado una semana sin horizonte. Él nada tiene que hacer. Día y noche me persigue con sus palabras que son ganchos, que son arpones. Quiere cazar un engaño que no existe. Su voluntad es hacerme confesar que tengo un amante y que le dé su nombre. Cuánto lo negué. Cómo se lo quise explicar pero no me oía. Solamente se oye a sí mismo, y lo que no embona con su pensamiento cae. Dime la verdad, dime la verdad. Yo ya no estoy sabiendo cuál es la verdad. Porque la mía, clara cuando me quedo quieta, se vuelve como agua agitada cuando él pregunta. Por momentos estoy tan cansada que tengo el impulso de darle un nombre, el primero que pase por mi mente, para que ya no me pregunte más. Pero no puedo, no puedo porque no es verdad. Yo soy una mujer honrada. Le dije la verdad, se la expliqué. No está bien que un hombre y una mujer, cuando ya no se quieren, sigan viviendo juntos. La unión de los cuerpos debe ser la de las almas, y la mía no va a ti. Aquellas tres semanas que estuve sola, qué bien dormía, desde una orilla de la noche hasta la otra; mi cuerpo solo, fresco. Ha vuelto y con él una prisión más dura. El martilleo de sus preguntas. Dice que le miento, que le engaño, que siempre le he engañado, que quién es mi cómplice. Qué palabra más fea. Y yo que creí a pie juntillas que una sola palabra mía bastaría para que me dejara en paz. Ahora que esa palabra no se la dije en cuanto la pensé, sino que dejé pasar el tiempo para estar bien segura, porque como que me quería tanto sabía que le iba a doler. Pero se empeñaba en repetir que mi felicidad era su única preocupación. Así que pensé que aunque sufriera seguiría siendo su felicidad hacerme dichosa. Por eso fui derecho a él y le dije, sin preparar el terreno, ¿qué mayor preparación que su amor? Es necesario que nos separemos porque contigo no soy feliz. Ni siquiera me dejó terminar, se le volvió la cara fea, oscura, más que de dolor del bueno de dolor de rabia, y desde entonces llevo agotada mi fuerza queriéndole convencer de que el que se engaña es él. Yo soy una mujer honrada. He tenido que desmenuzarle los días de su ausencia, las noches, hora por hora, dónde fui, a quién vi, con quién hablé. Luego, yo me enredo y me dice: ya ves, ya ves, te cogí, me estás mintiendo. ¿Cómo quieres que recuerde con precisión lo que hice, pensé y dije en aquellos días distantes? He llorado tanto que se me borran de la memoria. Sólo una cosa viva, un dolor de quemadura por dentro, por fuera, sin reposo, sin consuelo. Entonces, para recordar cogí un papel y un lápiz y me puse a hacer una lista, a rehacer, pero me dijo que era inútil, que lo estaba inventando. Y quién sabe, yo quería que no quedara un solo hueco en el tiempo, quería soldar los instantes. ¿Qué debo hacer?, ¿cómo convencerlo de que digo la verdad? Dios santo, que me crea o que me muera, ya no puedo más.

Domingo 11

Anoche quemó mis libros. Una hoguera. Así quemarían a las brujas. France, Remy de Gourmont, Baudelaire, mi Verlaine, los preferidos, los que había yo mandado empastar. Estaban tan bonitos. No sabe francés, yo se lo estaba enseñando, así que no los puede leer y, sin embargo, dice que son perniciosos, que lo francés está podrido y que corrompe. Primero me los encerró en un baúl negro como un pecado grande, y anoche ¿era la noche, era la mañana?, ya me había torturado infinitamente hasta exprimirme los huesos, cuando me obligó a traerlos a brazadas. Los amontonó en el jardín, mis libros, míos, y les prendió fuego. El papel cerrado no ardía, entonces los deshojó, los rasgó. Yo me quise ir. Quédate, anda, quédate, me decía, míralos arder, qué bonito, qué bonito infierno. No te vayas, quiero que te quedes. Y me quedé haciéndome chiquita, hundiéndome en un rincón donde no me tatemara el calor, donde no me iluminara la fogata. ¡Aquel auto de fe, con mis libros, con mis pobrecitos libros! Los anaqueles quedaron ciegos, les vació las órbitas. Ya que sólo quedaron rescoldo y hojas quebradizas planchadas por el fuego, se me acercó, me cogió por la barbilla, levantó a fuerza mi cara hasta que su mirada cayó sobre mí. Le vi algo en los ojos y cerré los míos. Oh, eso sí que no, eso no. Dios mío, eso no, no, no.

Martes 13

Ya no puedo más, tantos días, tantas noches sin dormir. Desvelada en un dolor. Las noches, las noches, después de que… Dios mío, Dios mío, piedad. ¿Qué he hecho para merecer esto? ¿En qué te he ofendido mi Dios? Yo creía pero ya no sé lo que creo. Tanto me ha dicho que lo he engañado que me sucede algo extraño: confundir el significado de las palabras, olvidar el sentido de las frases. Las veo, las oigo, pero se me alinean como moldes vacíos. ¿Si me estuviera volviendo loca? Una sola cosa sigo sabiendo: que no lo quiero, aunque temo haberlo ofendido profunda, oscuramente. No lo quiero, su presencia es un ardor intolerable. En el instante en que sale de la habitación donde me encuentro, olvido su existencia, con ese gran olvido de los dolores físicos. Pero ya no le digo que no le quiero porque tuerce mis palabras y acaba por tener razón. Él sí, está como loco. Me mira exaltado, habla solo, escudriña, pisotea, no me quiere dejar sola. Ya no le respondo pero él clava sus preguntas en un solo punto: ¿qué hiciste tal día?, ¿no viste a fulano?, recuérdalo bien. Y llego a dudar si de veras no lo vi. Me prohíbe todo contacto con la gente. He tenido que decir que estoy enferma, recluida. Y lo estoy de dolor por dolor. He llorado hasta sentir el vértigo del desmayo, hasta no ser sino un sollozo aplastando mi frente vacía. Hubo un instante en que creí que mis lágrimas iban a desleír mi pena, a borrarla de mi alma. Pero cuando vi que, exhausto el cuerpo del letargo, renace la conciencia, la encontré dura, enorme, oscura: mi pena allí estaba intacta. Comprendí que llorar era inútil, que ése no era el camino, que no sirve de nada. Pero lloré aún más.

Sábado 17

He querido matarme. Fue vano. Dios no me hubiera perdonado, es pecado; pero de todos modos he pecado porque si vivo es por cobardía. No tuve valor. Pero ya que no puedo vivir y que no puedo morir, Señor Dios Santo, ten piedad de mí. Haz que pierda la razón. La pasión de ese hombre anda suelta. Lo que yo quería, ahora lo veo claro, era escapar de sus brazos. Este yugo, este darse sin amor. Sí, esto fue precisamente lo que me apartó de él. Si yo lo quería, si yo lo quería, pero no así en este tormento. Yo no era ignorante, sabía que la vida exigía. Nunca pensé que esto fuera así. Un pudor me retenía en el límite de mi curiosidad. No quería adelantarme. Cuando oía hablar de amor escondía un rubor en mi corazón. ¡Y esto es amor! No puede ser, no puede ser. Vivir con un hombre, tolerarlo sólo por piedad infinita, bueno, pero que sea con ternura, con paciencia. Cuando se ciega él, como ahora, cerraría mis manos en su garganta para que se estuviera quieto, para no sentirlo en mí. Al principio hubo unas veces, maravillosas, en que mi alma y mi cuerpo se fundieron en él; éramos uno y lo seguí hasta perderme para despertar después serena, reposada, como de un sueño hondo, tranquila a su lado. Pero él no sentía la diferencia. Mi cuerpo para él era siempre el mismo, el suyo para mí no. Cuanto más me oprime más lejos me tiene. Se lo quise hacer ver, pero dice que es mi marido, que soy su mujer. Aunque él y todo el mundo me digan que está bien, yo sé que está mal, que esto no debe ser, no debe seguir siendo. Que me deje en paz. Y lo peor es que en estos días de fiebre una sola cosa lo apacigua: yo. Cuando me posee, cesa de interrogar. Estoy en el tormento. No obstante, cómo serán las cosas, prefiero que calle. Noche a noche finjo que estoy enferma, finjo que estoy dormida, para poder escapar; pero siempre, a alguna hora terrible, viene a mi lecho. Cierro apretadamente los ojos, simulo, ahogando mi sobresalto, la respiración pausada de un sueño, hasta que siento, imperioso, desesperado, su cuerpo alargarse junto a mí. Dios mío. Pero no es eso lo peor. Lo peor es cuando me doy a él, cuando en su lecho o al pie del mío, quedo, muy quedamente, se queja de una pena muy pesada, muy aguda. Y sé que padece y que necesita de mí. La piedad me dice: le niegas lo que a ti no te hace falta. Y me doy pero como un mendrugo a un mendigo repulsivo. Tengo lástima. Después odio su satisfacción que me ha dejado fría y dura: insensible, aparte. ¿Cuándo fue el principio? Hubo instantes en que las cosas fueron claras, pero las he perdido. Yo estaba a la orilla del mar y mis palabras provocaron una ola grande, furiosa, que me levantó. Desde entonces no he vuelto a pisar tierra firme. Y no tengo valor para morir, es tan difícil morir…

1.° de enero

Año Nuevo, vida nueva. ¿Cómo en mi ausencia no desgarró también este cuaderno? Entró a saco en todos mis muebles: mi escritorio, mi ropero; se apoderó de todos mis papeles. No encontró nada de lo que buscaba. Nada había que encontrar. El 15 de noviembre me trasladaron al hospital. Esa madrugada llamó, asustado, al médico. Se habló de un nervous break down. Con tal de no verlo otra vez me dejé llevar. No sabía que allá, en la clínica silenciosa y blanca, mi única visita sería él. Tuve una enfermera de pie que me veía llorar y, automática, me daba unas cucharadas que me hacían dormir pero que no podían impedirme despertar. Todo es menos doloroso que ese primer contacto con una realidad hundida en la inconsciencia bienhechora. Cómo quería envolverme más hondo con las sábanas del sueño, y cómo despertaba más de prisa rebotando contra la superficie de una vida hostil: las aristas del recuerdo.

Sin fecha

He vuelto ya. Destrozada. Un instante me pareció que tenía norte, brújula, pero su dolor me dejó sin nada en las manos. Cómo le he hecho sufrir. Ha envejecido. Quiso que hablara con mi confesor, el padre Rivero. No objeté, le dije lo que ellos entienden, me dio su bendición y yo lloré. Nadie me preguntó por qué lloraba. Después entró él, visiblemente emocionado, me tomó de la mano que no pesaba sobre la sábana blanca y me dijo: te perdono. No tuve ya sobresalto. Dios mío, todo será como tú lo desees. Esto es mi castigo, lo merezco, sé que lo merezco. Me he resignado aunque sigo llorando mucho. Él me dice un poco impaciente: ¿por qué lloras ahora si ya te perdoné, si no ha pasado nada, si vamos a ser muy felices? Y yo procuro que no me vea llorando. Estoy resignada. Dios y yo lo sabemos, sabemos por qué. Nuestra Madre Santísima de Guadalupe me ampare.

Estoy embarazada. De esa tormenta me ha quedado eso, un hijo. Dios mío, no, no hagas que se desborde esta copa de amargura. Sé que él me quiere infinitamente, que soy su vida entera, aunque me cueste trabajo comprender su amor. Puedo hacerlo feliz. ¿No basta eso? Pensé alguna vez que el hijo sería un glorioso mensajero de dicha. Un hijo. Si al menos fuera sólo mío. Pero es suyo también. Lo reclamará, le dará su nombre, que no me gusta. Hijo. Pero no, estoy desvariando. Dios me lo ha mandado como una bendición, es su contestación a mi plegaria, en él hallaré mi consuelo, consuelo de todos los males. Virgen Santa, lo pongo bajo tu protección. Ya quiero que nazca, estoy tan sola, mi hijo me acompañará y cuando sea grande le diré: hijito, vámonos de aquí adonde pueda yo descansar. Tú ya eres fuerte y me puedes defender y cuando yo diga una cosa no permitirás que nadie dude de mí, ¿verdad que eres mi fuerza y mi alegría, que tú sí entenderás cuando yo te explique? image

DIARIO DE BURDEOS2

Diario
6.11.1930 Burdeos3

Antonio4

6.11.30 Jueves

Hace quince días enraicé al fin en este rincón burgués de la burguesísima Francia. ¡Enraizar! Después de un año entero en que la tempestad me arrebató, o mejor dicho, en que me dejé arrebatar por la tempestad, abandonándome a la tormenta política, presa de una infinita pasión desesperada,5 después de haberme dejado ir en un desbordamiento que pedía, a gritos, morir, aquí me hallo, bajo un cielo gris, que se toca con la mano, pluvioso, en una quietud que tiene de la convalecencia el asombro de volver a sentir la vida.

Intentar escribir un diario borrado equivale a confesarse y para ello la contrición es necesaria. Hace años que, a sabiendas, los diversos diarios comenzados retenían el móvil hondo, inconfeso. Y no que lo que tuviera que decir fuera inconfesable, sino que pesaba el temor de que alguien, y ese alguien era mi marido,6 llegara a entrar en posesión de mis secretos, aun cuando éstos, era el caso de Enrique,7 corrieran la calle. Aquel auto de fe de mi diario y mis libros en 21,8 dejó la huella de una prohibición, limitación que ahora es preciso venza, si quiero llegar a escribir con la verdad, única justificación de ponerse a escribir. Esa verdad que lleva uno dentro, que alimenta, teme y adora. Esta verdad íntima, difícil de forzar como una virgen.

¡Enraizar! Enraizar al fin en el desierto en que he convertido mi vida. Obstáculos externos no queda uno. Pero ahora es cuestión de atacarse a los graves, a los internos. Y esta lucha solitaria, en la que pretendo apoderarme de mí misma y plasmar con mi sensibilidad e inteligencia el mundo que capte, se inicia. Estoy en la época de las exploraciones y las escaramuzas leves, antes de que en plena batalla llegue el cuerpo a cuerpo con la materia extraña.

México fue teatro de mi gran derrota y de mi gran victoria. Hace cuatro años apenas, al volver para divorciarme,9 era una niña aún, de sentir virginal que arboraba su inocencia de los sentidos creyendo que era sabiduría razonable. Hice la renunciación formal de mi vida propia al resolver mi divorcio y tenía apenas 25 años e ignoraba la pasión, ignoraba el amor. Amé sin querer amar. Me tomó el amado y mi cuerpo no respondió y porque lloraba la vergüenza de su derrota de macho hermoso habituado a producir placer, su único título de orgullo, me volví a dar por piedad. Porque le amaba y su dolor me era intolerable. Y él me descubrió a mí misma y al responder mi carne a su caricia ardiente, prendió en mí el deseo de aquel cuerpo en cuya fusión estaba todo el sentir irrazonado. Vivía. En su presencia irradiaba vida, me calentaba, me prestaba luz. Entraba y yo me iluminaba por dentro, satélite de él. Pero el yo sensible, ponderado, trascendente, el yo pensante, el yo, yo se interpuso desde el primer instante. Concedió a la piedad que mi cuerpo cegara aquel dolor pero, cuando lo vio cogido en la trampa de los sentidos, se encabritó herido en lo hondo, en su orgullo de independencia, en su dignidad de ser humano en formación, de ser pensante, independiente del sexo.

Via crucis

En mi apartamento actual, enclaustración voluntaria que favorecen las circunstancias, debo (imperativo) concentrarme y crear, convertirme en la primera escritora dramática de Hispanoamérica. Es mi revancha y será mi justificación y mi razón de ser, yo que estoy tan desprendida. Pero, para que la obra merezca el título único que merece mi esfuerzo, debo aprender a violar la verdad.

Desmenuzar las resistencias y dejar que suban a la superficie las verdades dolorosas, lamentables, vergonzosas, sublimes de que está hecha nuestra humanidad. Hay que romper las barras que me constriñen y es en este diario en el que he de hacer el aprendizaje de la verdad.

Siento resistencias profundas que son obstrucciones, recuerdos que no quiero recordar por el dolor vivo que provocan.

Así sucede con el relato de la campaña vasconcélica,10 cuyo material reúno actualmente. Comencé a escribir en los primeros días de la semana pasada, trabajé uno a dos días y después, sin razón aparente, dejé de hacerlo, inventándome invisibles obstáculos; el tejido, el piano, Antonio,11 para no proseguir en ese instante, prometiéndome hacerlo inmediatamente después. Poco dejé durar mi fingimiento. Siguiendo el método del examen de conciencia me arrinconé para descubrir que bien a bien no quiero escribir este relato, porque mi breve y absurda relación personal con el hombre-símbolo, me lo veda.12 Pero cómo siento pesar sobre mí la obligación moral de dar voz al momento padecido y salvar del aniquilamiento lo que fue, como sé que ninguno de los que tomaron parte están colocados en circunstancias semejantes y que si ahora no escribo yo, nadie quizá escriba en la forma debida, me obligué a seguirlo haciendo. Pero aún me queda una resistencia que vencer antes de que pueda dar forma orgánica al material disperso que recojo, y ésa es abandonarme al recuerdo sostenido y doloroso de aquel instante: revivirlo en lo eterno. Estar poseída, en forma semejante a la de hace un año, por el sujeto, con la diferencia de que ahora es para hacer arte, obra permanente, y antes era para hacer vida. Y otra cosa aún hay en juego. Ese libro es mi adiós a México, el definitivo, pues si ayer salí fugitiva,13 mañana, publicado un primer libro, no podré volver a entrar “por extranjera perniciosa”.14 Y esto me impone. Es definitivo. Así que hay que hacerlo valer la pena. Con mi primer libro me despediré de México y entraré en el mundo al cual he de conquistar.

Me ahoga el recuerdo y temo sufrir, sabiendo no obstante que sólo enjugándome el alma con el sufrimiento del recuerdo es como podré disponerme para seguir viviendo. Se diría que soy toda tensión de voluntad y que he fijado una meta lejana, difícil, en la cual clavo los ojos para no dejarme sentir este abismo que es mi vida, abismo de la soledad anhelada. Y es justo. No me dejo vivir. Me empujo al trabajo ordenado, a la disciplina del esfuerzo constante, a la ambición de una conquista de reputación, al orgullo de formar a mi hijo, para no seguirme abandonando a la deriva, a la desesperación de estar viva, viviendo una vida que no quería y que me embriagaba y enloquecía, para no ceder a mi pasión, para no oír más el reproche de mi otro yo, ni el castigo de mi inteligencia cayendo sobre mis sentidos en el instante en que éstos, dormidos, no reclamaban ya su parte. Para no tener conciencia de que todo lo destruía, para huir de mi propia pasión, de seguir siendo el juguete de un amor que no sancionaba.

Tengo el propósito de escribir y publicar simultáneamente el relato de la campaña y la novela Piedra de sacrificio,15 que encierra un idéntico módulo atmosférico. Querría que aparecieran para junio próximo, es decir, dentro de siete meses, así que habría que contar que fueran a prensa en abril. Nov. [noviembre], dic. [diciembre], enero, feb. [febrero], marzo, cinco meses para ordenar y dar forma. Esto quiere decir que el primer esbozo deberá estar terminado, en ambos, para dic. [diciembre]. Y los 3 meses restantes para pulir.

7 de noviembre

Hoy recordé que hace un año, uno tan sólo y que ya se ha cumplido, estaba en Nueva York enloquecida.16 Me parece infinitamente largo e inconexo este año transcurrido. Hoy escribo lo que ayer se vivió en un intento de rescatar lo valioso del naufragio. Y no hay que engañarse; lo valioso residió en los fenómenos psíquicos que llevaron a la gente a transgredir el apego a la vida, a olvidarse de su cobardía, a destruir su inercia. En breve, lo interesante es el fenómeno de contagio provocado por la presencia de V. [José Vasconcelos]17 en un medio determinado. Contagio o mejor incitación. Fue como un vino añejo del cual breves gotas bastan para embriagar a la gente. Y la gente que se embriaga así es gente profundamente insatisfecha de la realidad cotidiana, que está dispuesta a soñar el sueño que la anima en cuanto la realidad le da la menor base, y que fija en el sueño que desenvuelve, no mira los obstáculos contra los cuales, en un abrir y cerrar de ojos, ha de chocar.

Este relato que escribo me está costando mucho trabajo. Me he concretado hasta hoy a reunir simplemente el material. Después es preciso darle forma. Siento que ha servido para desbastar el campo de la novela, aligerándola de elementos políticos y sociales, y permitiéndome crear simplemente con ellos “la atmósfera”; otra cosa será el dar el “sabor o sazón” personal a los personajes. En verdad escribir la novela me interesa; la campaña me repugna porque constriñe a hechos, y a mí no me interesan éstos, sino las conclusiones y temo sin cesar estar saltando a ellas sin la preparación necesaria, sin la exposición requerida. Comprendo que bien escribir La campaña, como espectador inteligente y dolorido entrañará saludables ejercicios de objetivación y precisión y me facilitará escribir una novela perfilada. Tengo la intención de, en terminando el primer esbozo (voy en el cap. [capítulo] VIII y pienso sean XII en total), seguir de frente escribiendo la novela de la cual tengo ya, en boceto, los tres primeros capítulos. Pero en verdad, la narración de hechos no me mueve, sí la creación de ellos y si persisto en hacer este primer libro es por un haz de razones: la responsabilidad histórica que ya en Nueva York fuera tormento: el deseo de saldar con México virilmente: la necesidad de comenzar a saldar la deuda de orgullo que tengo contraída con el propio V.: la preocupación íntima de que tengo el alma envenenada por el dolor sufrido, inhabilitada por el mismo para vivir y la creencia de que mi dolor, tan vivo aún que temo abandonarme a él, se desliera si lo libero en forma plástica. Quiero lavarme yo el alma escribiendo este libro que Dios quiera sea de piedad. La consideración de la utilidad que para abrirme campo podrá tener no sería suficiente para que lo escribiera, pues si bien me estoy empeñando en inventarme una vanidad literaria, fijándome el propósito de crearme una reputación durante los cuatro próximos años en América, esto en verdad no tiene significación. Es vivir, es hoy, es este instante en su plenitud lo que me mueve, es ahondar mi conciencia, es recrear mi mundo, y convalecer de haber vivido allá, donde todo es pasión y choque y aniquilamiento. Tierra de sismos.

De todo aquel torbellino dos conciencias guardo. La de haber amado mortalmente hasta traspasar mi propia pasión. La de haberme unificado con el destino de mi raza y mi cultura.

Lunes 10.11.30

Así como Sor Juana18 en cierta ocasión se cortó media cabellera hasta no haber dominado ciertos conocimientos que pretendía adquirir, vedándose el contacto con sus semejantes, yo me prohíbo volver a la vida antes de haber realizado los siguientes proyectos:

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32. – Carmen Palomar — matrimonio con extranjero — choques — sujeción — dolor. Y cuentos cortos suficientes para adquirir y sostener colaboraciones en la prensa americana. Esfuerzo continuo por espacio de tres o cuatro años. Quiero para entonces ganar suficiente con mi trabajo para mis modestos gastos.

En el año de 35, si Dios no dispone otra cosa, me trasladaré a París en donde, en sociedad con Jeanne Bucher,23 me dedicaré a hacer ediciones de arte y a agrandar su salón de exposiciones, mezclándome en la vida intensa y superficial de la gente. Pero para ello necesito dos cosas: (1) tener publicada media docena de libros y subsecuentes colaboraciones; (2) un capital de 150 a 200 000 fr. [francos] para el negocio y una renta de 10 000 al mes. Mi hijo tendrá 16 años y yo 35. Habrá tiempo para todo. Puedo, sin prisa, madurar.

Madurar, hermosa palabra, cuyo sentido original es: darse prisa, apresurarse para llegar. Apresuramiento sin premura. Expansión natural interna, enriquecimiento por asimilación.

Cuando Vasconcelos venga a fundar su revista24 saldaré mi deuda con trabajo. Traducciones, resumes [resúmenes] de libros, colaboración original. ¿Firmaré con pseudónimo o mi propio nombre? Creo que es preferible usar mi nombre para que todo, lo bueno y lo malo, me sea adscrito.

Voy a pedir el Sexo y carácter de Weininger25 para traducirlo como ejercicio. Si aún no se edita para cuando lo termine, lo publicaré.

Madres comprenderá tres estudios.

(1.°)  Madre animal (M. G. M.,26 — a Emilio)27

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Emilio Amero (ca. 1924).
Anónimo
Archivo: Carlos Gabriel Amero Pliego

2.°     Madre trascendente (C. Vasc. [Vasconcelos])28 a Ma. del Car.29

3.°     Madre intelectual, atormentad a su hijo.

En D. en B.30 el elemento americano deberá aparecer, fuertemente subrayado, desde un principio, porque es la determinante y no debe surgir de pronto a medio relato, como un Jack in the box.31

En esencia, los elementos son:

Es que le to (i) Vasconcelos (B) sentimiento pueblo (3.a) Intereses americanos representados por Morrow32 (4.°) elemento oficial apoyado por él, del cual, como derivados, aunque sean datos primordiales, parten: mal gobierno, persecución religiosa, educación en manos de descastados protestantes, situación general. En verdad al luchar V. por una presidencia, lo hizo contra el poderío americano, es V. versus penetración imperialista representada por Calles33 y hay que plantear el problema así, fijando los datos locales dentro de ese perímetro, de otro modo no se podría justificar el título un tanto altisonante.

Marxismo — es preciso perfilar la actitud de Calles, Portes,34 O.R.35 respecto al marxismo político. En devaneo con Moscú.

Arreglo situación religiosa

Apresurado por Portes para restar esa fuerza a V.

Partido Antirreeleccionista.36 Debilidad por los militares: Gómez,37 Villarreal.38 Por qué de la entrada de V. como precandidato.

Huelga estudiantil. Ataque a Padilla,39 caída de los jóvenes intelectuales. Los estudiantes. Todo eso como síntoma. Credo liberal de V. — anticuado.

Conclusión

Torpeza de la injerencia norteam [norteamericana] que está abonando el terreno para Moscú, pues a pueblos desesperados se les da a escoger entre la esclavitud o sujeción al capitalismo aplastante o al comunismo, y la elección no es dudosa. Hombres de negocio sin sentido trascendente. Stimson40 y la Conferencia Naval41 cuando se ahogaba a México.

Cuando los romanos eran dueños del mundo tenían por contrarios a pueblos salvajes a quienes impusieron su ley, su civilización, aun cuando fueron a la larga destruidos por ellos. Los bárbaros se civilizaron con lo que se mantuvo a flote del naufragio. La iglesia floreció revistiéndose del poder espiritual de Roma.

Los romanos actuales, los norteamericanos, tienen por enemigos a los pueblos sujetos, de razas y culturas equivalentes y, en diversos aspectos, superiores y por contrarios, campeones de la teoría social opuesta al comunismo. Los medios materiales son los mismos y las fuerzas vivas en movimiento, sin duda se inclinan a fluir por la fórmula que, humanamente, es menos incompleta, la de Moscú. La última fórmula que la humanidad ha elaborado, pues el maquinismo, con su subsecuente acumulación de riqueza, que ha hecho amos a los N. A. [norteamericanos] más que una teoría social fue una consecuencia casi imprevista de la máquina.

Hay que decir clarísimamente que el proceder gringo es el mejor aliado de Moscú.

13. Tout en exposant, je caractérise et j’apprécie; en racontant, je me défends et, plus souvent encore, j’attaque. Trotsky.42

Buen consejo.

14. Leído El baile del conde de Orgel de Raimundo Radiguet.43 Vida-caso que recuerda al de Abraham Ángel,44 muerto a los 20 años, 3 en que trabaja obra aguda de ambiente cuyo sofisma literario es tan fino que no se percibe. De cuando en vez observaciones agudas, artista plástico, que describe por círculos concéntricos un desenvolvimiento espiritual paralelo e inconsciente que se impone al final, provocando en torno reacciones según el carácter.

De la lectura que hice en una tarde, sin despegar el espíritu, desprendo un: “No es eso” categórico. Cocteau,45 Radiguet, son naturales en su precioso artificio construido, aquí, en función de Francia, para nosotros, atormentados de América, son insensatos. Necesitamos otra cosa, obras que sean vida, guía, afirmación propia. Que canten nuestro mal, que mientan nuestras mentiras y finjan nuestras farsas, las propias, autóctonas.

Dice Alfonso,46 a quien no puedo leer sin una íntima pena: “escribir tan bien, para escribir tan mal[”]; ése, su espíritu de conciliación en el que se pierde, como debe perderse su hombría y su voluntad en la carrera diplomática. Eso de tener que alabar en cada Monterrey47 a Estrada,48 “gran escritor, poeta, oh Alfonso sin pudor, amigo bueno”. En fin, dice: [“]Precisamente nuestro escritor, si realmente lo es, huye como la peste de todo abuso del amado ‘color local’, y procura escribir libros de valor universal, y no puramente curiosidades o siquiera ‘documentos humanos’[”].49 El escritor nuestro, caro Alfonso, débil y conciliador, no se ha elevado a las yertas mesetas del “valor universal”, como eufónicamente las llama, por ser escritor de raza, al contrario, sólo por haberle faltado enjundia. Es por no saber dominar y castigar ese famoso “color local” que recurre a platitudes de la talla del Pero Galín50 o a la Margarita de niebla.51 Es por debilidad y no por fuerza.

18 de nov. [noviembre]

En el capítulo inicial de El que huía, en boca de Malo52 y sus amigos quiero poner la discusión que en mí suscitaron las platitudes de Alfonso en su último Monterrey respecto al “color local”. Poner las objeciones de Reyes en boca de Malo, temeroso de “aquella barbarie” pero suficientemente curioso (curiosidad que es un contagio espiritual europeo) para asomarse. Mis argumentos: ineptitud de los escritores, crítica de [ilegible] de Guzmán, en boca de un escultor ruso, Líper. No es la demanda europea de lo curioso, sino lo chocante que nosotros hemos encontrado nuestras propias cosas, lo que nos hace refutarlas, la pésima influencia de Francia en México, habría que documentarse. El falseamiento del sentimiento propio, menguado, como arruinado, sin legitimidad, encubierto por la afectación del pensamiento ajeno, cuyo genio (el francés) crea una falsa y pedante personalidad consciente, en tanto que relega y desintegra la verdadera. Abono inasimilable. (Deberé leer los ortodoxos de Menéndez Pidal).53

España, refractaria a la cultura renacentista, cuya fuerza reside precisamente en las cualidades que en el mundo hoy no se cotizan. México, brote de España debilitado por su nutrición intelectual inasimilable. (Desarrollar ese tema).

Mandar traer a Alamán.54

Historia de Francisco Xavier Mina.55

Y ahora a lo inmediato: la corrección o, mejor, edificación de la campaña.

Es preciso poner en evidencia la vacuidad de la democracia y la urgencia de una revaloración de las teorías de gobierno, de la organización de la sociedad. Englobamiento bajo el capitalismo activo de los E. U. [Estados Unidos] cuyo margen de bienestar material (nivel de vida superior) da la ilusión de constituir una civilización. Su injerencia esclavizadora acaba de pudrir a los gobernantes de nuestras repúblicas. ¿Cuál es el camino? ¿Moscú? ¿En torno a qué núcleo podían los pueblos hispánicos, desenraizados de sí propios, fijarse victoriosamente? Ni siquiera pretendemos esbozar una respuesta, pero estas preguntas, sugeridas por acontecimientos vividos, son las interrogaciones de las cuales depende el futuro de América.

El título de este libro es, no se me escapa, jactancioso en demasía y, sin embargo, nada más humilde que estas páginas. La única corrección positiva derivada de los acontecimientos que relato, es la urgencia de que los que están capacitados, hagan el balance general de las teorías que ya sólo son sepulcros blanqueados, para ajustar la vida en conceptos vivos; los moldes democráticos, en nuestra parte de América, jamás han sido ni semblanza de verdad, jamás lo serán ya. Hay que decirlo.

Mi tarea es humilde, narro hechos que me tocó ver y, si bien me he permitido, para usar las palabras de Trotsky en el pref. [prefacio] a su autobiografía: Tout en écrivant je caractérise et apprécie,56 es porque jamás he creído que la labor del escritor consista en reflejar, sino en intervenir, quiero hacer presente que sólo hemos hecho eso al juzgar las escasas personalidades que tocamos, y que el resto, el relato de hechos, sigue fielmente la realidad sin alteración alguna. Y si las cuestiones agitadas en mi mente por estos hechos que relato quedan sin resolución, son ellas, no obstante las que dan valor a estos acontecimientos, pues ellas son las significativas. Por eso, sin jactancia, he llamado, afirmando, este relato escueto, con nombre que enjuicia un sistema de gobierno inexistente. Las consecuencias.

El nombre de este libro es, no se me escapa, jactancioso en demasía y, sin embargo, nada más desnudo que la obra que cubre, escrita bajo el imperativo de una obligación moral. Es el relato, sin comentario, de una campaña por la presidencia en México, que por una conjunción de circunstancias especiales presenta un interés general, interés humano y social que trasciende. Caso insólito en nuestros acontecimientos que se caracterizan por ser chismes de poblacho.

Presencié el acto de deglución de una boa a un animal de grandes ojos húmedos, una liebre temerosa. La campaña de José Vasconcelos, que ya había enlazado a México con el mundo, con su obra educativa, presentó fenómenos de simultaneidad en el tiempo, aspectos en común con el movimiento nacionalista del hindú Gandhi,57 pero, y esto es lo que a nosotros, americanos, nos interesa, hizo patente en forma extrema la presión desatinada, torpe y aniquiladora del gringo. Vasconcelos, basándose en postulados esencialmente democráticos, democráticamente elegido por un pueblo débil para ocupar la primera magistratura, es arrojado del país con una escolta que lo acompaña a la frontera, por soldados de una dictadura descaradamente vendida a Wall Street, que da órdenes en el gobierno de los supuestamente democráticos Estados Unidos del Norte.

Estos hechos me parecieron suficientes para justificar la rimbombancia del título que en verdad,58

Miércoles 19

Hacer en la Democracia el retrato psicológico de los liberales cuya falta de concordancia (idea > realidad) y debilidad son, diríase, consecuencias propias de las ideas profesadas.

El que huía

Provocar en Frances Nolan,59 como consecuencia de su descubrimiento de lo que es en verdad la democracia en América (hacer[la] en un principio ingenua creyente en la doct. [Doctrina] Monroe,60 la conf. [conferencia] del desarme,61 la Sociedad de las Naciones,62 pacifista), hacerla afiliarse al comunismo. Y cerrar el libro ahí.

En verdad la lucha no debe ser contra el imperialismo americano, sino contra las ideas que sostiene lógicamente su poderío, contra el capitalismo, así pues, lógicamente América no tiene, como el mundo entero, sino que escoger entre uno u otro sistema. Quizá si la América hispana fuese en estos instantes materialmente predominante, su propia riqueza la cegaría, afianzándose en el capitalismo; pero como el caso es que su adhesión a este sistema se traduce únicamente en esclavitud a unos que son capataces, a servir sin más salario que su humillación constante, es fatal la pendiente a seguir: el comunismo, contra la cual se yergue, obstáculo de inercia, el porcentaje inmenso de agricultores. Se necesitan más centros obreros, más conciencia tanto de clase como de opresión.

Sé que me está llevando lejos hacer este relato de la campaña, pero cogido el camino no hay por qué titubear.

¿La solución propia de la América hispana? ¿Los Estados Unidos de América? Ver la historia y agachar la cabeza. Y sin embargo ninguna situación puede ser peor que la actual, y las conciencias libres claman en el desierto de una época que pide, no libertad sino disciplina, no independencia sino coordinación. El liberal es ahora una figura caduca que, si bien puede ser simpática por su lirismo generoso, es ineficaz. Y aun suponiendo que la A. H. [América hispana] se uniera, cosa inverosímil, debería hacerlo sobre bases, que mantienen en pie mi interrogación: ¿Capital o trabajo? ¿Trust o comunismo?

Viernes 21

Es necesario hacer el relato desnudo, de una sobriedad exagerada, y reservar para la novela mis dudas e inquietudes. Quizá resulte preciso escribir después algo que se llame: “El porqué del fracaso de V.” o algo por el estilo, en el que me permita hacer la crítica, para limpiar la narración de subjetivismo. Es tanta más necesaria una vigilancia estricta en ese sentido cuanto que no me interesan los hechos en sí, sino su trascendencia, es decir la apreciación que pueda dar puntos de partida. No debe haber la menor confusión, la más insignificante alteración, la conjunción de perspectivas, cosas todas que formarán el cuerpo de la novela. Creo necesario, para tranquilidad propia, hacer la publicación de ambas cosas, si no simultánea, al menos con breve intervalo, un mes, a lo sumo dos, pues ambas cosas se completan. Suprimir las conversaciones que están bien en la novela.

21. Tarde

Durante la comida se me presentó el plan completo de trabajo — I parte. Democracia en bancarrota — Interludio lírico — El que huía II parte — El fracaso del liberalismo en América — Exposición sucinta — Desarrollo lírico — crítica. Para esta última parte necesito documentación, y documentación comunista, es decir, social.

Preciso pedir: Historia España, historia de México, Alamán, historia del desarrollo económico de los EE. UU. Fatalidad de la cuesta descrita.

Desmoronamiento del liberalismo, apoyo en los intelectuales, caso México, sin vigor intelectual, sin apetito vital, sin visión o intuición activa. El porqué de la superioridad activa de los contrarios, su afirmación vital.

Pedir Nietzsche,63 la afirmación cristiana es negación de vida (Nietz. [Nietzsche] [André] Gide)64 equivale a confusión de reinos que si no es discrepancia absoluta en Gandhi, que cuenta con la eternidad, lo es en Vasconcelos, quien la predica, cuando disputa, en un inmediato porvenir, el predominio. En verdad predicó la paz, esperando una sanción legal que, si bien significó espera heroica, iba a las claras a ser inefectiva con la intención expresa de hacer la guerra post sancionem.65 Este término medio teórico, si bien entraña heroicidad, es inconsecuente. La guerra hay que hacerla sobre bases permanentes, por un principio permanente también, en cuyo caso queda automáticamente descartado el incidente, aun cuando admirable, pasajero de una candidatura presidencial lanzada por un hombre intachable, que estaba condenada a ser destruida en el yunque del imperialismo gringo.

En la crítica, situar un capítulo titulado: “México en psicoanálisis”, pedir manual de psicoanálisis.66

La vida de Leo D. T.67 está siendo mi propia piedra de afilar.

[Dos hojas arrancadas]

Toutefois dans l’âme, par l’artifice d’une habile gradation, une émotion, un trouble toujours croissants; une pitié et surtout une terreur à chaque instant plus profondes et plus douloureuses.68

Esta modalidad es la que debe rendir en el relato de la campaña.

30 nov. [noviembre]

Las dos hermanas de Tunja69

José Vasconcelos

“… en otros casos, cuando sus brazos armoniosos dirigen al torpe bailador, entonces, como el baño de una corriente mansa, pasa el destino hecho licor de ilusión… Y a ratos, un razonamiento leve inyecta el ensueño de viva ansiedad, reclamo de venturas positivas. El alto de la orquesta rompe, quiebra, destruye implacablemente, imbécilmente, definitivamente, la posibilidad indudable de la dicha.

Una vez roto el círculo mágico de los destinos que buscan alianzas, es imposible recobrar la holgura, la intimidad… y por fin el ansia de renovar, así sea en cualquier otro plano, la intimidad…

Sea usted la voz de Tunja.”

Escrito en Colombia, primavera de 1930.

Tu ne le sais pas mais tu vas trouver, et pour la vie, ton maître.70

13 de diciembre

Gozo un íntimo contento, como calor de un hogar en el cual los miembros entumecidos y dolorosos se extienden, no es tranquilidad sino una incipiente embriaguez creadora, y todo porque anoche, en esos momentos indeterminados que preceden al sueño, recapacitando que la corrección del relato estará en breve terminada y proyectando la labor futura, descarté el propósito previo de hacer el resumen de la Vida de Trotsky, viendo con una precisión que es mi dicha que lo urgente es mi labor propia. No obsta que haga este resumen y cien más como tarea de divulgación conveniente, siempre y cuando tenga dónde publicarlos, pero, en tanto, debo dedicarme cuerpo y alma a decir lo que sólo yo puedo. Las traducciones, los resúmenes, paralelo cauce secundario y posible es que estas primeras, excepto en casos excepcionalísimos, las corte del programa por absorber demasiado tiempo. Se diría que presiento una limitación a la holgura actual, alguna faena ineludible y desviadora en el futuro y me adelanto a salvar lo esencial: mi obra no escrita.

Actualmente, al corregir el relato, siento esta molestia; ya casi no me interesa. Esta revisión que ocupará bien 20 días aún me veda iniciar el trabajo que me llama: la novela. Tengo el espíritu cargado de ella, se diría que se me escribe sola en el sentimiento, restando sólo la transcripción. Deseo hacerla con una sólida estructura conceptual pero tan bien encubierta por el sentimiento que parezca solamente edificada con él. Breve, directa e infinita, dejando sin cesar avenidas abiertas, en todos sentidos, yendo, sin embargo, los protagonistas como cuerpos lanzados en una trayectoria fatal. Este sentimiento de fatalidad que conduce al torbellino en el cual los acontecimientos escapan a todo intento de dominio deberá permearla, y habrá que trazar claramente “los propósitos” de vida a los cuales se aferran Malo y Frances. Él, su libro; ella, su social service.71 El pathos deberá estar en el choque y destrucción de los propósitos contra la fatalidad de los individuos contra el destino (tragedia griega), y si éste es el tono mayor, sin peligro puedo dejar que la corriente traiga “lo pintoresco”, que, como en las cosas rusas, habrá de quedar sujeto y sin calidades de pintura exótica, sino amalgamando el fondo nutrido.

Lecturas.

Esquilo,72 Sófocles,73 Eurípides74 y encomendarme a Dios.

Quiero comenzarla por la Navidad, precisamente al terminar el relato, que me habrá tomado dos meses, y desearía hacerla en 3 o cuatro meses, para fines de abril o mayo. Querría que aparecieran con una diferencia de dos a tres meses para no dejar demasiado tiempo prendido a mi nombre sólo Democracia en bancarrota, cuya escabrosa aparición retendré hasta que haya escrito la novela, recibido el parecer de Emilio y Moreno75 (por conceptos diversos) y que Vasconcelos lo haya leído, parecer que no escucharé. Así, si la Democracia aparece en mayo o junio, El que huía podrá salir en octubre, cuando ya habré de haber terminado la biografía de Doña Carmen C. C. y comenzado los estudios de mujeres, de esas madres inquietantes, después del prototipo de madre; en tanto podré escribir cuentos cortos en ratos perdidos.

18.12.[30]

He dejado de estudiar mi latín con el devoto ardor de los primeros días. Recurriendo al sistema del examen de conciencia, encontré el nervio cuya parálisis había suspendido mi dedicación, no por carecer de tiempo, mías son todas las horas del día y de la noche. El aliciente emotivo sufre acalamia;76 mi despego provenía, proviene, pues aún existe, del silencio de Emilio. Es fantástico el impulso provocado por el deseo de moverme sin traba en el mundo intelectual que le es usual, mundo que sé rebasó, pero cuya puerta he forzado para agradecerle, en parte, su generosa caballerosidad. Mi retorno a la música, en la cual los progresos toman tiempo, no esfuerzo perceptible, ha sido movida, exclusivamente, por el afán de complacer un antojo suyo: oírme tocar. El latín es diverso. Había sido ensueño de mi juventud, jamás realizado, una vez, verano de 25,77he de poner mi trabajo en su totalidad