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Solo puede quedar uno

Diario de un proceso de selección

Sílvia Forés

Plataforma Editorial

A todos los candidatos que he conocido
a lo largo de mi trayectoria profesional
y a mi padre, del que aprendí lo que soy.

Índice

  1.  
    1. Introducción
  2.  
    1. 1. La bengala de la esperanza
      1. 1.er DÍA
    2. 2. El tamiz del seleccionador
      1. 3.er DÍA
      2. Preguntas de filtrado
      3. Envío masivo
      4. Formato del CV
      5. Carta de presentación
      6. Presentación de autocandidaturas
      7. Fotos
      8. Edad
    3. 3. Rizar el rizo
      1. 5.º DÍA
      2. Formas de contacto
      3. Archivos adjuntos
      4. Estabilidad del CV
      5. Presencia en la red
      6. CV recomendados
      7. Llamadas espontáneas
    4. 4. El teléfono de la esperanza
      1. 6.º DÍA
      2. Idiomas
      3. Recordar la oferta
      4. Momento para la entrevista telefónica
      5. Entrevista por videoconferencia
      6. Currículum B
    5. 5. Allí estaré
      1. 7.º DÍA
      2. Nombre del entrevistador
      3. Facilitar la cita
      4. Problemas «técnicos»
    6. 6. Los duros momentos de la verdad
      1. 9.º DÍA
      2. Desidia
      3. Negatividad
      4. Soberbia
      5. Mentira
    7. 7. Superar la yincana
      1. 10.º DÍA
      2. Prueba de idiomas
      3. Psicotécnicos
      4. Prueba de conocimientos
      5. Presentación y actitud durante las pruebas
    8. 8. La prueba de fuego
      1. 12.º DÍA
      2. Entrevista por competencias
      3. Entrevistas difíciles
      4. Misión del seleccionador
      5. Objetivo de la entrevista en profundidad
      6. Hablar mal
      7. Apatía
      8. Desconfianza
      9. No escuchar
    9. 9. ¿Qué dirán de mí?
      1. 13.er DÍA
      2. Valor de las referencias
      3. Carta de referencias
      4. Referencias on-line
    10. 10. El peso de la conciencia
      1. 14.º DÍA
      2. Una dura decisión
      3. Volvería a elegirte: los tres finalistas
    11. 11. Que no quede en papel mojado
      1. 15.º DÍA
      2. Contenido de los informes
      3. Preparación de la entrevista con el cliente
      4. Vestimenta
    12. 12. Tocar fondo al corazón
      1. 16.º DÍA
      2. Quién manda en la presentación
      3. Mucha humildad
      4. Dos entrevistadores
      5. Turno de preguntas
      6. Ganarse al futuro empleador
      7. Más que puntualidad
      8. Información aportada por los clientes
    13. 13. Los amargos momentos de la espera
      1. 18.º DÍA
      2. Sorprender al cliente
      3. Retirada a tiempo
      4. La decisión final
    14. 14. De la alegría más grande a la mayor decepción
      1. 19.º DÍA
      2. Llamadas de consuelo
  3.  
    1. Conclusiones
    2. Agradecimientos

Introducción

Cuántas veces me he dicho a mí misma: «Con la cantidad de cosas que me han pasado haciendo selecciones de personal podría hasta escribir un libro». Mi cabeza acumula anécdotas y experiencias sin parar, cada vez en aumento, a lo largo del tiempo, y me temo que al final me voy a olvidar. No puedo esperar más; necesito decir alto y fuerte cómo a lo largo de mi experiencia como entrevistadora y durante numerosos procesos de selección he sido testigo, por un lado, de situaciones inverosímiles, errores flagrantes, actitudes difíciles de creer y, por otro lado, de momentos de auténtica mala suerte para candidatos, esos instantes en que «los astros no están de parte de uno» y de repente todo se gira, sintiéndome impotente ante esa persona que sí lo merecía.

He tenido en mis manos la tremenda responsabilidad de decidir el futuro de alguien, simplemente escribiendo en lo alto de su currículum una D o una A, y te preguntarás: «¿Cómo se llega a tomar una decisión así?, ¿a qué mecanismos recurre la mente de un reclutador para decidir tal cosa?». Sinceramente, la respuesta no es fácil, lo que sí te puedo asegurar es que no hay trampa ni cartón y la intuición juega un papel muy importante. Ahora bien, también puedo garantizar que existen una serie de errores y patrones equivocados que se repiten en todo proceso de selección, por personas muy distintas, y eso sí se puede evitar.

Escribo este libro para poner de manifiesto, a través de mis pensamientos, dichos errores y ayudar a los lectores a reflexionar sobre si están tomando el camino correcto para avanzar en la selección. Garantía de éxito no hay ninguna, a no ser que consigas meterte en la mente del seleccionador –o más difícil todavía, del cliente– y como pepito grillo susurrarle al oído que te elija a ti. Sin embargo, sí se puede mejorar, aprender e ir allanando el camino. Para ello es necesario una dura labor de autoconocimiento, una actitud de humildad y deseo de mejorar.

Se han escrito muchas páginas sobre cómo superar entrevistas y procesos de selección, existen muchas técnicas y consejos muy válidos para poder prepararte. Sin embargo, este libro no pretende actuar como un manual, aunque te daré algunos consejos bastante claros. Mi deseo es abrirte mi corazón, a través de una lectura fácil y amena sobre la evolución de un proceso de búsqueda, para que comprendas qué piensa, siente y espera de sus candidatos una persona que está realizando tal trabajo, sometida a presiones como el cumplimiento de la tarea a tiempo, la necesidad de acertar a la primera y las exigencias del cliente. Bien es verdad que cada persona es un mundo, pero las reflexiones que leerás están basadas en mi experiencia, que he compartido con otros colegas de profesión a lo largo de mi carrera profesional, y reflejan opiniones compartidas.

Muchos candidatos me llaman tras los procesos de selección y me preguntan: «Qué he hecho mal?, ¿por qué me han descartado?». Yo, que por mi trabajo siempre debo ser muy políticamente correcta, prefiero decirles en qué pueden mejorar, pues para mí responderles es muy delicado. Hay ciertos factores puramente subjetivos que se escapan a todo razonamiento y a veces situaciones que rozan la ciencia ficción. Pero sí, señores, «haberlos haylos» y existen auténticos errores de cajón, de los cuales el candidato no es consciente y, si algo es una verdad como un templo, es que en selección solo hay una oportunidad para hacerlo bien.

Hay muchas maneras de encontrar trabajo; dicen que el 80% lo encuentra por enchufes (en la época de mis padres), por contactos (en las últimas dos décadas) o por networking (en la época actual), llámalo como quieras, vías paralelas existen y se deben tener en cuenta, pero yo te hablaré de un proceso de selección tradicional, en el que si logras entrar, sea por la puerta de entrada o colándote por la ventana, al final tendrás que acabar superando una entrevista o teniendo que preparar tu CV, por más empleo 2.0 o revolución digital que estemos viviendo.

Alguna vez te has preguntado: «¿Cuál es la sutil diferencia que inclina la balanza?, ¿por qué se rompe el hilo del que cuelga un buen candidato?, ¿por qué un proceso de selección, claramente favorecedor para un candidato desde el inicio, de repente da un giro de ciento ochenta grados sin explicación aparente?, ¿por qué se enamora el cliente del tercer finalista favorito cuando parecía que era el que menos probabilidades tenía?, ¿por qué el mejor candidato sobre el papel en muchos casos es superado por otros que aparentemente estaban en la sombra?».

Pretendo con este libro, a través de mis reflexiones y confesiones, humildemente darte pie a que obtengas por ti mismo la respuesta a las anteriores preguntas y a otras muchas, desde la dinámica de un proceso tradicional de selección a lo largo de todas sus fases narrado en forma de íntimo diario. Deseo ayudar a candidatos que puedan sentirse inseguros y a otros que, aunque creen que lo hacen bien, no llegan a conseguirlo y, especialmente, deseo abrir un halo de esperanza para quien la haya empezado a perder.

La lectura de esta obra también puede ser útil para personas que, aunque no se dedican profesionalmente a selección de personal, deben asumir el papel de seleccionador ocasionalmente.

A la vez, a través de las anécdotas reales que presentaré, pretendo desdramatizar situaciones y acercar la figura del seleccionador al candidato, desmitificando su papel de poli malo implacable o duro miembro de la Inquisición. Nunca olvides que es tu aliado y tiene tu mismo objetivo. Tú ganas y él gana.

¿Quién quedará? ¿Cuál será el candidato elegido? Lo veremos al final.

Ojalá te sirva de ayuda y consigas tus objetivos.

1. La bengala de la esperanza

«No se trata de ser el primero,
sino de llegar con todos y a tiempo».

LEÓN FELIPE

1.er DÍA

Se busca area manager para empresa multinacional líder en su sector dedicada a la comercialización de productos para dar solución a problemas de cimentación. Se requieren estudios técnicos tipo arquitectura, geología o ingeniería, formación especializada en marketing y ventas, cinco años de experiencia mínima como técnico-comercial en venta de productos y soluciones técnicas en el sector de la construcción. Imprescindible nivel alto de inglés y amplia disponibilidad para viajar, especialmente en las zonas bajo su responsabilidad (Cataluña, Baleares y Levante) y puntualmente al extranjero para ferias y congresos internacionales. Se ofrece excelente oportunidad profesional, paquete retributivo altamente competitivo compuesto de fijo + variable, coche de empresa, blablablá…

Releo el anuncio que he publicado hace unas cuantas horas, tiene buena pinta, suena profesional, recoge los requisitos. Recuerdo perfectamente las sensaciones y pensamientos que me envolvían esta mañana: aguanté la respiración unos segundos y le di a publicar. El ordenador me devolvió casi con una sonrisa un mensajito con un tick en verde: «Su oferta ha sido publicada correctamente». Ya pude respirar, no se había colgado el programa, no me habían llamado mientras publicaba, no me caducó la página al insertar la oferta, en fin, había ido como la seda. Espero que el proceso de selección se desarrolle igual de bien.

La sensación de publicar un anuncio es como lanzar una bengala de auxilio al cielo cuando estás en una isla desierta sin nadie a tu lado. Esa isla debe empezar a llenarse de gente, de candidatos, deben empezar a llegar sea por mar o por aire, no sabes por qué vías llegarán, de dónde vendrán, cómo serán y, lo más importante, si alguno de ellos te va a salvar. Así me siento yo cuando publico el anuncio, como si lanzara una bengala de auxilio al cielo en un mar de plena incógnita. Hay colegas que comentan: «Venga, tal puesto es muy fácil de cubrir, seguro que darás rápido con el candidato adecuado». La experiencia me dice que todos los procesos tienen su dificultad y nadie puede asegurar cubrirlos adecuadamente hasta el final. Así me siento ahora mismo, a la espera del milagro. Si los candidatos no llegan a mi isla, tendré que salir a buscarlos yo, inflar alguna lancha salvavidas, irme a islas cercanas, preguntar si conocen a alguien, lanzar señales de humo, llamar a algunas puertas de cabañas… Siempre estoy lista para ello en caso de que la respuesta sea pobre. Está claro que mi objetivo es rodearme de un montón de personas válidas y, si para ello debo salir de excursión, lo haré, pero garantía no tengo ninguna.

He preparado un planning para el proceso: una semanita para recoger CV y cribarlos, otra para primeros contactos telefónicos, pruebas y entrevistas de contacto y una última semana para entrevistas en profundidad, verificar referencias, preparar informes y enviarlos al cliente, total unas tres semanas aproximadamente para conseguir a los candidatos y a la semana siguiente se realizará la presentación de los finalistas, lo que acordé con el cliente y un auténtico lujo de tiempo, teniendo en cuenta las exigencias de tiempos que suelen imponer los clientes y la extrema urgencia que suele ser la tónica de los encargos de selección. Siempre me cubro las espaldas en caso de contingencias y le hablo de máximo cuatro semanas, pues en selección no dependes solo de ti, sino de una multitud de factores humanos que pueden hacerte retrasar. Lo que sí está claro es que se debe ir rápido (aunque precisamente este proceso que hoy inicio no es el caso extremo), pues la presión del tiempo cae como una losa sobre el seleccionador, especialmente en los casos de sustitución, es decir, que a veces no dispones de más de tres o cuatro días a lo sumo para leer CV, o incluso menos. El candidato que lo manda el quinto día puede ser muy bueno, el mejor, pero no llega, a no ser que por caprichos del destino tengamos que abrir más CV porque entre los leídos pocos daban con el perfil.

Yo tiendo a abrir muchas respuestas y me gusta cubrirme con un buen número de candidatos extraídos de una abundante masa curricular (no hay nada más desesperante que ver que solo has recibido veinte CV), pero en casos de extrema urgencia, hay seleccionadores que abren los treinta primeros CV y paran. Si por casualidades de la vida por allí se pasean unos pocos candidatos con buena pinta, adiós a todo lo que vendrá. Será una manera de proceder más o menos profesional, criticable o no, pero cada maestrillo tiene su librillo y en esta era en la que el tiempo parece ser el bien más preciado y escaso y se exigen tantos resultados a corto plazo, uno no se puede dormir. Es decir, como le decía ayer a uno de mis candidatos: «Si no quieres perder el tren de la oportunidad y ganar en probabilidades, debes ser rápido, estar atento y contestar a las ofertas con extrema celeridad». Nada de: «Ya lo mandaré mañana, que tengo más tiempo, sino parecerá que estoy desesperado…», nada de eso. ¿Qué sabes tú de la prisa que tengo y qué pensaré de ti? Deja de perder el tiempo en presuposiciones. El reloj corre en tu contra y en contra del seleccionador. Recuerda siempre que debemos ir de la mano.

Además, con la cantidad de información que corre por internet y que permite enterarse de ofertas de trabajo por múltiples vías, la forma en la que el conocimiento se expande de forma viral de una punta del globo a la otra en cuestión de segundos y la alta competencia entre candidatos, ya no solo de tu propio país, sino del extranjero (gente que opta contigo a un mismo puesto de trabajo y que nunca dirías cómo alguien a 11.000 kilómetros puede llegar a interesarse y a enterarse de la oferta antes que tú, que vives a dos calles del lugar de trabajo) visto todo esto, ahora más que nunca no podemos dormirnos en los laureles y debemos actuar rápido.

Bien, en un par de días empezaré a mirar qué ha llegado y a clasificar. Estoy animada, he cerrado un buen contrato para un nuevo cliente y tengo que quedar bien. Debo ser muy estricta y nada puede fallar. Virgencita, virgencita, tráeme unos buenos candidatos que me permitan convertir al cliente en recurrente, ayuda a encontrar trabajo al candidato que más lo merece y a la vez refuerza mi puesto de trabajo, que nunca se sabe.

A recordar

Manda tu CV cuanto antes. A partir del tercer o cuarto día ya pierdes oportunidades de ser visto.