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Ensayos

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Miguel de Haro Serrano

Tú, yo, nosotros

Un enfoque antropológico de la sociedad civil

Prólogo del Dr. Octavio Uña

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© 2014

Miguel de Haro Serrano

y

Ediciones Encuentro, S. A., Madrid

Diseño de la cubierta: o3, s.l. - www.o3com.com

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A Mati, mi mujer,
A Miguel y Emilia, mis padres,
in memoriam.

A mis hijos:
Inmaculada, Miguel,
Fátima, Javier, Pablo,
Juan y Jaime,
la ilusión.

A mis 17 nietos,
la esperanza.

PRÓLOGO


El presente estudio es hijo de una sostenida e intensa labor intelectual con el destino e itinerario académico de una tesis doctoral. Su autor, un reconocido empresario en el campo de la comunicación, la publicidad y la edición lleno de interés, de curiosidad intelectual y erudición, marcado por la tenacidad en el trabajo e hijo sin duda de las que el poeta llamara «enseñanzas de la edad». Miguel de Haro Serrano, también humilde y discreto, apareció como un «venerabilis inceptor» en un curso de doctorado sobre organizaciones y otras criaturas de la «razón objetiva» y la «razón instrumental». Hegel y la Escuela de Frankfurt presidían el escenario de la sociología de la organización, vinculados a la clásica reflexión weberiana sobre los procesos de modernización y la racionalización de los espacios sociales de la Modernidad.

Haro parte de las situaciones de presente y quiere perseguir el hilo conductor de la tal «sociedad civil», así como algunas aportaciones teóricas sobre ella. En unos días de crisis económica, social, institucional y axiológica, la sociedad civil ha intensificado su presencia y su acción, su liderazgo y su participación en la intervención política y social. El 15-M, la primavera árabe, los movimientos de protesta que han marcado acontecimientos recientes en Francia, Grecia, Chile, Ucrania... son la prueba patente de este acrecentamiento de las relaciones entre los movimientos ciudadanos y las instituciones políticas. Un itinerario de la reflexión politológica que va desde la posición hobbesiana —«en el comienzo de la sociedad civil está el miedo recíproco»— hasta las precisiones de Bobbio —«la esfera de las relaciones entre individuos, entre grupos y entre clases sociales que se desarrollan fuera de las relaciones de poder que caracterizan a las instituciones estatales»—. Nuestro autor pretende «entrar de lleno en la polémica», dado que «todo es polémico, todo es nuevo y todo es viejo a la vez».

El discurso sobre la sociedad civil, como quiere Kaldor, tiene una larga historia y su ambigüedad suscita curiosidad y provoca «cursos y recursos» incesantes. Esta investigación centra sus afanes en algunos aspectos preferentes del sugerente cuestionario. Uno de ellos es el relativo a la distinción básica entre la sociedad civil y el Estado. La diferenciación entre lo social y lo político quiere arrancar y entrar en el debate teórico desde Hegel y mostrar, a partir de su respectiva autonomía, la rica y sugerente relación creadora e innovadora entre ambos órdenes. Una segunda propuesta es aquella que establece que la persona es el fundamento de la sociedad civil y el ciudadano lo es de la sociedad política. La sociedad civil, en la meditación hegeliana, viene a constituir una unión cuyos miembros son «individuos independientes», «personas privadas que tienen como finalidad su propio fin». Desde las propuestas hegelianas y desde la recurrencia a Scheler y al personalismo, el autor concluye en la fórmula homo homini como básica y originaria. Una tercera parte describe los así llamados «cuatro planos de la sociedad civil»: sociedad primaria, sociedad civil informal, sociedad civil organizada y sociedad civil global. Aportaciones del discurso de la intersubjetividad y la «Lebenswelt», de la teoría de la comunicación habermasiana, de la reflexión sobre la organización, la complejidad y la teoría de redes, aportaciones de Arendt, Havel, Kaldor... y una larga lista de autores y estudios, hasta conseguir una síntesis de puntos de vista y de proposiciones novedosa y sugerente.

El autor se complace en mostrar ese ámbito surgido de los espacios no gubernamentales y no económicos, asociación que invoca y acrecienta la relación y la comunicación de la vida pública, hija de la voluntad creadora, de la relacionalidad proteica del ser humano, de las opciones y decisiones del animal social y político que es el hombre, desde la más constitutiva «condición humana», como quería Arendt.

Quiero felicitar a Miguel de Haro por este trabajo académico, también por sus éxitos en el mundo de la empresa. Como fundador y director del Máster Universitario «Gestión e Investigación de la Comunicación Empresarial», del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Juan Carlos, quiero agradecer explícitamente su dedicación y magisterio como profesor honorífico.

Octavio UÑA JUÁREZ

Catedrático de Sociología de la Universidad Rey Juan Carlos

Presidente del Instituto Ciencia y Sociedad

INTRODUCCIÓN


Durante un buen tiempo, la sociedad civil ha sido objeto de duras críticas y de olvidos injustificados. Los impacientes la ven como «algo» confuso, ambiguo, polisémico y complejo. La realidad de los hechos se impone. Hoy, la sociedad civil se presenta como un fenómeno social pujante, en alza, integrado por un conjunto de asociaciones voluntarias, sin ánimo de lucro, independientes del Estado. Forman un tejido social tupido, fuerte, que cubre toda la geografía hispana con sus 432.966 asociaciones, casi medio millón, que construyen una sociedad civil sólida, bien asentada y con un futuro prometedor. Es una realidad palpable, no exenta de riesgos y debilidades, pero dotada de suficiente brío para superarlos. Salamon califica esta situación de vibrante, como una necesidad, cuya fuerza reside no en las actividades que realizan, sino en los dos valores que postulan: la idea de la iniciativa individual para el bien público y la solidaridad, entendiendo la solidaridad con Wojtyla, «no como un sentimiento superficial, sino como una determinación firme de empeñarse por el bien común de todos y cada uno, para que todos seamos responsables de todos».

—¿Qué es la sociedad civil?

—Tú, yo, nosotros.

Posiblemente sea la fórmula más concisa y concreta de explicar el discurso de la sociedad civil. Cuando yo, desde mi soledad o angustia, busco al otro; cuando te necesito o me necesitas; cuando otros muchos, como tú y como yo, se apoyan, se reúnen y se agrupan para hacer lo que cada uno no puede hacer solo. Estamos, como señala Buber, ante el hecho fundamental de la existencia humana, cuando un ser busca a otro ser, que son alter ego. Esto es la sociedad civil, que se manifiesta en distintos planos de actuación: primario, informal, organizado y global.

En la Grecia clásica se utilizaba el término politike koinomia, como expresión de comunidad política, que comprendía el cuidado de la polis y los asuntos propios o privados de los ciudadanos. En la Ilustración escocesa, Adam Ferguson le da un sentido similar al término sociedad civil. Hegel, en 1821, en Principios de la Filosofía del Derecho, aporta el concepto moderno de sociedad civil. Separa estos dos órdenes de convivencia, lo político o público y lo privado o social, dando lugar a que Estado y sociedad civil fuesen instituciones diferentes, autónomas. El hombre, en su condición humana, es el miembro de la sociedad civil, así como el hombre en su condición política, de ciudadano, lo es del Estado. Sobre esta diferenciación, Havel concibe la sociedad civil como «el poder de los sin poder».

¿Dónde termina la sociedad civil? Si la empresa no es el límite, ¿cuál es? Se arrecia la polémica. Una corriente de pensamiento sitúa la sociedad civil en el único ámbito del non profit, dejando fuera a los actores de la economía o mercado. Por el contrario, otros autores consideran a la economía parte activa de la sociedad civil. Los cambios que se han producido en la sociedad, el nuevo sentido del beneficio empresarial y la aparición de un nuevo modelo paradigmático de empresa avalan la doctrina de considerar a la empresa como actor social, miembro de la sociedad civil. El límite no es el non profit. El límite de la sociedad civil es el Estado. La sociedad civil ha conquistado el mundo de la economía, porque «la finalidad de la economía no está en la misma economía, sino en su contribución humana y societaria» y el mundo de la empresa, porque «por encima del beneficio está la cualidad más obvia y más distintiva de la empresa, su condición humana, todo lo que tiene que ver con el hombre». La sociedad civil es así una realidad social y una utopía. Una utopía, no como «un juego ocioso de fantasías» sino como «esbozo previo de lo que vendrá», según la terminología de Guardini.

Este libro no es, en sentido literal, la edición impresa de mi tesis doctoral (Sociedad civil: Análisis de la profesionalización de la dirección en las asociaciones voluntarias, 2012), pero sí recoge aquella parte de la investigación y análisis dedicada a fijar el concepto y el ámbito de la sociedad civil, que se refleja en los siete primeros capítulos del libro, si bien con nuevos retoques formales, aligerando o ampliando el texto, según los casos. El capítulo octavo, dedicado al estudio de la responsabilidad social de la empresa, ha sido ampliado con respecto al texto inicial de la tesis con nuevas aportaciones y la presentación de cuatro casos prácticos: Nestlé, Unilever, Coca-Cola y Calidad Pascual. No me importa señalar que, el presente estudio no supone una meta, sino un punto de partida. Recibiré con agrado las críticas de los lectores y saludaré con alegría sus propuestas.

Miguel DE HARO SERRANO

mharo@ipmark.com

AGRADECIMIENTOS


A mi director de tesis, profesor y amigo, el Dr. Octavio Uña, autor del prólogo, por sus sabias indicaciones y su entrañable amistad; a mis compañeros del Máster de Comunicación Empresarial de la Universidad Rey Juan Carlos, por su afecto y buena acogida; a mis hijos, nietos, hermanos y amigos madrileños, accitanos y catalanes, por su comprensión a tanto desplante infligido; a los Oriol, mis editores, por la confianza depositada en este autor novel; a mis compañeros de Ediciones y Estudios; a Raquel Corral, mi secretaria, una convencida de mis locuras. No puedo olvidar en estos momentos a mis padres, Miguel y Emilia, y a María, mi mujer, que gozan de la paz eterna, y merecen mi cariño, gratitud y recuerdo.

CAPÍTULO PRIMERO: RECORRIDO HISTÓRICO CONCEPTUAL


El porvenir representa

en la vida humana

el constante y absoluto peligro.

El presente y el pasado,

mejores o peores, ya están ahí.

ORTEGA Y GASSET

Uno de los términos más denostado en el amplio campo de las ciencias sociales es el de sociedad civil. Se le cuelgan epítetos como polisémico, ambiguo, problemático, confuso, complejo, impreciso… Es, desde luego, una realidad compleja, difícil de concretar, que en sus límites se difumina. Es como Proteo, el dios guardián de los rebaños de su señor, Poseidón, la gran divinidad de los mares. Proteo, según los momentos y las circunstancias, cambia de forma y apariencia. Es una realidad multiforme. Parece un dios diferente pero no lo es, sigue siendo el mismo.

En la sociedad civil todo es polémico. Todo es nuevo y todo es viejo a la vez. No es una caza de brujas, es una realidad ¡y qué realidad! Para situarnos en esta tarea, empecemos por los orígenes con un breve recorrido histórico conceptual de la mano de Norberto Bobbio, Mary Kaldor, Adela Cortina, completado por una visión de la sociedad civil como una red social de Manuel Castells y Requena Santos, muy propia de nuestros días. En el capítulo siguiente, este recorrido se detendrá en Hegel, en el que arranca el concepto moderno de sociedad civil al concebir la diferenciación entre Estado y sociedad civil como espacios propios del ciudadano y del hombre, respectivamente. Más cerca de nuestro tiempo nos encontramos la rica experiencia de los países del centro y el este de la Europa en los años 1968 a 1989 con el resurgimiento del concepto de sociedad civil, especialmente con las vivencias de Vàclav Havel (Checoslovaquia) y las enseñanzas del sindicato Solidarność, en Polonia.


1. Seis significados sucesivos


Para Norberto Bobbio1 (2000) la expresión «sociedad civil» ha tenido, dentro del pensamiento político de los últimos siglos, seis significados sucesivos, que resumimos a continuación:

a) Doctrina iusnaturalista. Sociedad civil (societas civilis) se contrapone a sociedad natural (societas naturalis) y es sinónimo de sociedad política y, por lo tanto, de Estado. El punto de partida de la teoría política de Hobbes (1588-1679), como inspirador de esta doctrina, es el estado de naturaleza en donde el hombre vive con sus instintos primarios en una sociedad en la que se impone la ley del más fuerte, que da lugar a una guerra de todos contra todos, hasta que se constituye una sociedad civil o Estado mediante la conquista o el pacto, que conduce a la convivencia. La condición de los hombres —señala Hobbes— es tal por naturaleza que si no existe el miedo a un poder común que los reprima, desconfiarán los unos de los otros. «En el comienzo de la sociedad civil está el miedo recíproco» (De cive, cap. I). No se trata de una cuestión de buenos y malos, hay gentes honestas como las hay deshonestas, y los mismos hombres tienen a la vez comportamientos correctos e incorrectos ¿Acaso el hombre no ha nacido apto para la sociedad? Respuesta hobbesiana: el hombre no es un ser sociable por naturaleza, como lo es en Aristóteles, es sociable gracias a la educación. Frente al estado de naturaleza, Hobbes plantea la ley natural, moral o derecho natural, que define como «un dictamen de la recta razón acerca de lo que se ha de hacer u omitir para la conservación, a ser posible duradera, de la vida de sus miembros» (De cive, cap. III). La primera y la fundamental ley natural es que «hay que hacer la paz donde pueda darse, y donde no, buscar ayudas para la guerra». Belicoso Hobbes.

b) La sociedad civil en Rousseau. Cuando Rousseau describe el paso del estado de naturaleza al de sociedad civil, usa «sociedad civil» no en el sentido de sociedad política sino exclusivamente como sociedad civilizada. Mientras que para Hobbes y también para Locke, la sociedad civil es la sociedad política y en general la sociedad civilizada, la sociedad civil de Rousseau es la sociedad civilizada pero que no es necesariamente aún una sociedad política, antes bien, es, «hobbesianamente una sociedad natural».

c) La sociedad civil en Hegel. Para Bobbio, la tercera acepción es la que fue hecha por Hegel en Principios de la Filosofía del Derecho (PFD), párr. 182 Agr.: «La sociedad civil es la diferencia que aparece entre la familia y el Estado, aún cuando la formación de la misma sea posterior». Y en el 157: «La sociedad civil [es la] unión de los miembros como individuos independientes». La sociedad civil no es la familia, que es una sociedad natural, pero tampoco es todavía el Estado. La sociedad civil representa para Hegel el momento en que la unidad familiar se disuelve en las clases sociales (el sistema de las necesidades). La sociedad civil posee algunas características del Estado y por eso le llama «Estado externo» o «Estado del intelecto». Lo que le falta a la sociedad civil para ser Estado es la organicidad. Con la separación de sociedad civil y Estado, Hegel quiere atacar las teorías precedentes que identifican el Estado con la sociedad civil. Todo ello lo analizaremos con más detalle cuando estudiemos con mayor profundidad el concepto hegeliano de la sociedad civil2.

d) La sociedad civil según Marx. Como introducción a los comentarios de Bobbio sobre el concepto de sociedad civil en Marx es interesante tener en cuenta uno de los postulados constantes del pensamiento marxiano formulado en su escrito Tesis sobre Feuerbach, la última obra de su etapa de juventud, en donde la undécima tesis reza así: «Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo». Y esa fue su vida. Bobbio, en otro lugar (1999) señala que «lo importante es subrayar de modo particular que el rechazo del método especulativo de Hegel lleva a Marx a trastocar la relación entre sociedad civil y Estado, que es una consecuencia de ese método, a detener la propia atención mucho más sobre la sociedad civil que sobre el Estado y, por consiguiente a entrever la solución del problema político, no ya en la subordinación de la sociedad civil al Estado, sino, al contrario, en la absorción del Estado por parte de la sociedad civil». La sociedad civil para Marx es la sociedad burguesa, que es una guerra de todos los individuos contra todos. Indica Bobbio que en La sagrada familia, Marx define la sociedad civil como la base natural del Estado moderno, en donde el hombre de la sociedad civil es el hombre independiente unido a otro hombre solo con el vínculo del interés privado, lo que significa un claro sentido hobbesiano de la guerra de todos contra todos.

e) La sociedad civil en Gramsci. Según Bobbio, Gramsci distingue «repetidamente» entre sociedad civil y Estado, y esta distinción le lleva de la sociedad burguesa a la sociedad socialista marcando distancias con Marx. Gramsci distingue dos planos superestructurales: la sociedad civil como el conjunto de organismos privados, y el de la sociedad política o Estado. Para Gramsci la sociedad civil comprende todo el conjunto de las relaciones materiales, como Marx, y, además, todo el conjunto de las relaciones ideológico-culturales, porque todo régimen político tiene necesidad de un aparato coactivo y también de una serie de instituciones, los diarios, la escuela, los organismos culturales, que están encargadas de la transmisión de los valores y a través de ellos la clase dominante ejercita su hegemonía. Bobbio interpreta que de alguna manera Gramsci retorna al significado tradicional de la sociedad civil como sinónimo de Estado.

f) La sociedad civil en el lenguaje de hoy. En la contraposición sociedad civil-Estado, Bobbio entiende por sociedad civil «la esfera de las relaciones entre individuos, entre grupos y entre clases sociales que se desarrollan fuera de las relaciones de poder que caracterizan a las instituciones estatales». La sociedad civil es representada como: a) el terreno de los conflictos económicos, ideológicos, sociales y religiosos; b) la base de donde parten las demandas respecto de las cuales el sistema político está obligado a dar respuestas; y c) el campo de varias formas de movilización, de asociación, de organizaciones de las fuerzas sociales que se dirigen a la conquista del poder político. Bobbio termina su comentario en el Diccionario de Política acudiendo a la distinción de Weber entre poder de hecho y poder legítimo. La sociedad civil es el ámbito de las relaciones de poder de hecho y el Estado es la sede de las relaciones de poder legítimo. Así entendido —dice— sociedad civil y Estado no son dos entes sin relaciones entre sí, sino que existe una interrelación permanente.


2. Globalización y redes sociales


1. Los cinco modelos de Kaldor. Son muchos los autores, como Cohen, Arato, Gellner, Pérez-Díaz, Keane, Habermas, Vallespín, Walzer, etc., que se han ocupado de los varios significados de la sociedad civil a lo largo de la historia, lo que demuestra el interés del tema. Mary Kaldor (2005), profesora de la London School of Economics, distingue cinco significados de la sociedad civil global, global porque ya no se limita a las fronteras del Estado territorial. Dos de ellos con significado histórico (societas civilis y sociedad burguesa de Hegel y Marx) y tres contemporáneos (versiones activista, neoliberal y postmoderna). Los dos primeros significados derivan de versiones anteriores al concepto, y las tres últimas, contemporáneas. Lo que Kaldor pretende es buscar el núcleo común en los distintos significados.

a) Societas civilis. Es la versión original del término sociedad civil, que se concibe como un orden pacífico, de civilidad, como una sociedad de buenas maneras, en donde la violencia no es la manera de organizar las relaciones sociales. No existe una diferenciación entre sociedad civil y Estado. La diferencia se establece con las sociedades no civiles, como el estado de naturaleza o imperios absolutistas, y con la guerra. La societas civilis exige la existencia previa de un Estado con el ejercicio de un poder monopolístico.

b) Sociedad burguesa (Bürgerliche Gesellschaft). Es la sociedad civil de Hegel y Marx, situada entre la familia y el Estado, vinculada a la aparición del capitalismo, de la clase burguesa. Hay una diferenciación clara entre Estado y sociedad civil. Los orígenes pueden encontrarse en las ideas de la Ilustración escocesa con Adam Ferguson, el primero en utilizar el término sociedad civil (Ensayo sobre la historia de la sociedad civil) y Adam Smith (La riqueza de las naciones), que sostenían que la llegada de la sociedad comercial era la base de la sociedad civil. Los mercados, las clases sociales y las organizaciones para el bienestar forman el ámbito de la sociedad civil. La sociedad civil se comparaba con el Estado. Para Hegel, la sociedad civil es «el logro de la vida moderna», y para Marx, «el teatro de la historia».

c) Versión activista. Nacida de los movimientos de oposición en Europa central en los años setenta y ochenta del siglo pasado. Presupone un Estado o sociedad de derecho pero con unas limitaciones al poder estatal y en una redistribución del poder. Es una radicalización de la democracia y apuesta por un incremento de la participación y la autonomía. «En esta acepción, señala textualmente Kaldor (2005), la sociedad civil se refiere a la ciudadanía activa, a la organización que crece fuera de los círculos políticos formales, así como al espacio ampliado en el que los ciudadanos individuales pueden influir en las condiciones en que viven, tanto directamente, mediante la autoorganización como ejerciendo presión política».

d) Versión neoliberal. Se inicia a partir de 1989. Es una versión que podría asociarse a una política del laissez-faire. Para Kaldor esta definición surge de la vida asociativa, del tercer sector sin ánimo de lucro y con la colaboración del voluntariado, que limita el poder del Estado y proporciona un sustituto a muchas de sus funciones en el campo del bienestar que el Estado ya no puede realizar. De alguna manera desempeña una tarea globalizadora, que en ausencia de un Estado global, un buen número de ONG realizan unas funciones para allanar el camino de la globalización económica.

e) Versión postmoderna. Esta definición parte del universalismo de las versiones activistas y neoliberal y de la tolerancia. La sociedad civil, dice Kaldor, es un ámbito de pluralismo y contestación, una fuente de incivilidad como de civilidad. Algunos postmodernos consideran el concepto de sociedad civil de eurocéntrico, que se impone al resto del mundo. Otros sugieren una reforma que englobe otras interpretaciones como, por ejemplo, la sociedad islámica clásica que propugna una forma de sociedad civil por el equilibrio entre religión, comercio y gobierno. Podría hablarse de una pluralidad de sociedades civiles globales en un entramado de distintas redes globalmente organizadas, entre ellas, el Islam y las redes de derechos humanos.

2. Entramado de redes sociales. Los cambios sociales, señala Castells (1997), son tan espectaculares como los procesos de transformación tecnológicos y económicos. Frente a la globalización de la sociedad, opone las identidades primarias: religiosa, étnica, territorial, nacional. En un mundo de flujos globales de riqueza, poder e imágenes, la búsqueda de la identidad, colectiva o individual, se convierte en la fuente fundamental de significado social. Aclara Castells que no se trata de una tendencia nueva, ya que la identidad, y de modo particular la identidad religiosa y étnica, ha estado en el origen de la sociedad humana. De ahí que nuestras sociedades se estructuran cada vez más en torno a una posición bipolar entre la red y yo. Una red, para Castells, es un conjunto de nodos interconectados. Un nodo es el punto en el que una curva se intersecta a sí misma. Es decir, un espacio de interconexión. Lo que es un nodo depende concretamente del tipo de redes a que nos refiramos, por ejemplo, los mercados de la bolsa y sus centros auxiliares de servicios avanzados en la red de los flujos financieros globales; los consejos nacionales de ministros y los comisarios europeos en la red política que gobierna la Unión Europea; los campos de coca y amapola, los laboratorios clandestinos, las pistas de aterrizaje secretas, las bandas callejeras y las instituciones financieras de blanqueo de dinero en la red de tráfico de drogas que penetra en economía, sociedades y Estados de todo el mundo; etc. Por último, recogemos de este autor su idea de que la sociedad red presenta un cambio cualitativo en la experiencia humana; estamos en una nueva era en donde la información es el ingrediente clave de nuestra organización social, y los flujos de mensajes e imágenes de unas redes a otras constituyen la fibra básica de nuestra estructura social.

Si Castells considera que la estructura de la sociedad es un entramado de redes, habrá que admitir que la sociedad civil también se estructura como una red social. O como una red de redes sociales. La sociedad civil —añade sobre este tema Requena Santos (2008) se puede entender como una gran red compuesta por actores individuales y colectivos; organizaciones y asociaciones que persiguen objetivos privados o públicos, así como un entramado de derechos y acciones, que se pueden establecer en el seno del Estado, y que de alguna forma están garantizadas por éste. Se trata de una red en un constante funcionamiento relacionado. ¿Qué alcance tiene este enfoque? Una red social supone, por una parte, este conjunto de actores conectados (los nodos) y, por la otra, las relaciones existentes entre ellos (llamados arcos, lazos o vínculos) que responden a varios tipos de relación, como amistad, aficiones, trabajo, etc. Estos lazos son los que ayudan a que la información vaya y venga más fluida entre los diferentes niveles jerárquicos. En las redes sociales destacan más los vínculos que las características de los actores. Para este autor, las redes sociales suponen, además, una serie de ventajas: facilitan que la información circule de manera más rápida y ágil; van más allá de las fronteras de un grupo o clase social y llegan más fácilmente a más sitios; se encuentran en todos los ámbitos, porque el ser humano necesita de los otros, relacionarse con ellos; y, por último, contribuyen a tener una percepción de la realidad diferente de la que se ha tenido hasta ahora.

Unido al concepto de red social está el de capital social. El desarrollo moderno del concepto se debe a Pierre Bourdieu y a James Coleman. Pero es el norteamericano Robert Putnam quien ha divulgado más el término en el sentido del nivel de confianza mutua y participación asociativa que caracteriza a un país, una región o una ciudad. Según Giddens (2007), Putnam distingue dos tipos de capital social: el capital social que tiende puentes, dirigido hacia el exterior e inclusivo une a personas de distintos grupos sociales. Esta capacidad para unir a la gente se puede encontrar en el movimiento en pro de los derechos civiles que juntó a blancos y negros en la lucha por la igualdad racial, y en las organizaciones religiosas ecuménicas. El otro tipo es el capital social que vincula, dirigido al interior y exclusivo, refuerza identidades exclusivas y grupos homogéneos y puede encontrarse en las organizaciones étnicas de fraternidad, grupos de lectura de mujeres de las diferentes iglesias y clubes de campo de moda. Explica Requena Santos, que «una sociedad compuesta por muchos individuos virtuosos, pero aislados, no es necesariamente rica en capital social». Entre los dos tipos de reciprocidad (reciprocidad específica, es decir, hago esto por ti si tú haces esto otro por mí, y reciprocidad generalizada, hago esto por ti sin esperar nada concreto, esperando que alguien en algún momento haga algo por mí), la reciprocidad generalizada es más eficiente que otra específica. Es más fácil vivir en una sociedad que disponga de una cantidad considerable de capital social, porque está en mejores condiciones para la creación de una sociedad civil eficiente y en una situación más favorable ante el Estado. El capital social permite que los distintos grupos de una sociedad compleja se unan ante proyectos concretos. En resumen, el capital social refuerza la formación de la sociedad civil (2008).


3. Potencial ético


El concepto de sociedad civil, para Adela Cortina (1998b), está cargado de historia, no exento de una serie de confusiones. La confusión más notable consiste en equiparar la sociedad civil como fuente de solidaridad con un lugar privilegiado para defender los derechos de propiedad frente a cualquier proyecto de redistribución de la riqueza, o como un lugar de defensa de los asuntos económicos en donde puede ejercerse sin trabas el neoliberalismo olvidándose de la justicia social. Otro tipo de confusión procede del uso que hacen los políticos de ella bien sea para descargarse de las responsabilidades que a ellos le competen o sea para insertarse en las asociaciones voluntarias con objeto de obtener votos para sus partidos. Cortina afianza su concepto de sociedad civil teniendo en cuenta fundamentalmente su carácter cambiante propio de toda realidad social y su fin que lo centra en «modelar una sociedad más justa y feliz».

El inicio del recorrido histórico conceptual de la expresión sociedad civil lo fija la profesora valenciana en el término latino societas civilis, tal como lo hemos visto en Bobbio, y en el anglosajón civil society, que van cobrando forma en la Edad Media cuando se va diferenciando el dominium de los soberanos y la societas, identificados respectivamente con el orden político y orden social. Sin embargo, el término se acuña en el liberalismo de los siglos XVII y XVIII con Locke, Smith y Ferguson, y, posteriormente, con Hegel, Marx y Gramsci. Tras la Revolución francesa, la sociedad civil supone frente al Estado un mundo de libertad, que también se manifiesta en relación con los demás individuos como libertad de conciencia, de expresión, de reunión, de propiedad. Este ejercicio de la libertad, accesible a toda persona, da sentido a los distintos modos de sociedad civil y exige aspirar a la igualdad y al ejercicio de la solidaridad. Poco a poco, es la sociedad frente al Estado. Es la espontaneidad frente a la coacción, que ejerce el Estado. La sociedad civil que se configura en los siglos XVII y XVIII, fruto del capitalismo, es la sociedad civil burguesa (Bürgerliche Gesellschaft) «cuyo núcleo, según Cortina (1998b), es el individuo con sus derechos, libertades e intereses, que deben defenderse sin interferencias a través de la competencia y de la cooperación, en una esfera cuya subsistencia y autonomía deben venir garantizadas por una institución pública llamada Estado, que ha de guardarse de intervenir en la vida interna de esa esfera». En consecuencia, esta sociedad civil burguesa se caracteriza por el individualismo, la defensa de la privacidad, el mercado, la existencia de clases sociales, el pluralismo, la poliarquía y la espontaneidad.

La sociedad civil de hoy tiene, según Cortina (1998b), connotaciones diferentes a la burguesa. La considera como un «lugar social para la esperanza», dotada de un potencial ético, de un cúmulo de expectativas, tales como escuela de civilidad, revitalizadora de la cultura social y de la vida corriente, transformadora de la economía, esfera de la opinión pública, solidaridad voluntaria y sociedad justa. Es una escuela de civilidad, porque las asociaciones que la integran constituyen por sí mismas la auténtica fuente de civilidad en donde se aprenden las virtudes de la obligación mutua y cómo llevar adelante una democracia sana, sacrificándose por la colectividad si fuera necesario. Revitalizadora de la cultura social con el pluralismo de concepciones de vida como un haber irrenunciable de la sociedad civil; un pluralismo que significa que los distintos grupos que integran una sociedad propongan distintos modelos de felicidad —«distintas éticas de máximos»— y compartan unos mínimos de justicia. Frente a las grandes utopías y las ideologías políticas, la sociedad civil refuerza el aprecio por la vida corriente, esa vida cotidiana, que no es solo la de la familia y las asociaciones voluntarias, sino también la de las profesiones, revitalizándolas y recordando los fines que persiguen para lograrlos.

La sociedad civil ha sabido transformar el concepto economicista del mercado en entidades, que sin renunciar al beneficio se orientan cada vez más hacia la sociedad. En este sentido, Cortina señala que «no dejar la economía en manos de la racionalidad estratégica, como hace Habermas, es una de las grandes tareas de nuestro tiempo, tanto más urgente cuanto más imparable es el proceso de la globalización». La sociedad civil es también solidaridad voluntaria, una solidaridad ejercida a través de las asociaciones voluntarias que llevan la solidaridad a un rasgo universalista, a otros lugares, sentando las bases de una sociedad civil cosmopolita. En fin, la sociedad civil de hoy, a diferencia de la sociedad civil burguesa, tiende a una sociedad justa, a sabiendas de que «la solidaridad es virtud a la que no puede obligarse, mientras que la justicia es la primera virtud de las sociedades. Y no solo del Estado, sino de la sociedad en su conjunto: también de esa sociedad civil en la que tantas esperanzas se han cifrado» (1998b).


4. Dictamen del comité económico y social europeo

Completamos el breve recorrido histórico conceptual con un resumen del dictamen del Comité Económico y Social Europeo (CES)3 dedicado al papel y la contribución de la sociedad civil en la construcción europea, presentado en la convención celebrada los días 15 y 16 de octubre de 1999, en Bruselas. La declaración analiza, entre otras, una serie de cuestiones de capital importancia sobre el concepto, los principios y los elementos de la sociedad civil. Valoramos esta declaración por entender que se trata del juicio propio de los actores sociales, nacido de su experiencia diaria.

1. Las cinco dimensiones. Una versión actual de la sociedad civil se basa en las siguientes dimensiones: a) La sociedad civil está integrada por entidades más o menos formalizadas. Esta red constituye un nivel social autónomo en relación con el Estado y la vida familiar y doméstica. Estas entidades ejercen múltiples funciones (no solamente económicas, sino también religiosas, culturales, sociales…) y juegan un papel determinante en los procesos de integración social. b) La pertenencia de los individuos a las organizaciones de la sociedad civil es de carácter voluntario. Los miembros de asociaciones, empresas y colectivos que constituyen la sociedad civil no están obligados a adherirse por ninguna razón. c) La sociedad civil está estructurada en torno al derecho. Los principios democráticos respecto de la vida privada, libertad de expresión, libertad de asociación forman la estructura normativa de la sociedad civil. Independiente del Estado, la sociedad civil no es de ningún modo un lugar sin derecho. d) La sociedad civil es un lugar de formación de la voluntad colectiva y de representación de los ciudadanos. Las organizaciones de la sociedad civil juegan un papel importante de «cuerpos intermedios» entre el individuo y el Estado. El discurso democrático no podría constituirse sin su mediación. e) La sociedad civil se sitúa en un espacio de subsidiariedad, como lo sugiere una tendencia del pensamiento cristiano. Este concepto de subsidiariedad abre la posibilidad de instituir niveles de poder autónomo en su relación con el Estado, pero reconocidos por él. El dictamen del CES considera que no existe una teoría sobre la sociedad civil construida por autoridad alguna. Es un concepto que depende de los momentos históricos de cada sociedad. Es un concepto global que designa todas las formas de acción social de los individuos o de los grupos que no emanan del Estado ni están dirigidos por él. La sociedad civil tiene de particular que es un concepto dinámico, abarcando a la vez una situación y una acción. El modelo participativo de la sociedad civil presenta igualmente la ventaja de reforzar la confianza en el sistema democrático, desarrollando un clima más positivo para las reformas y las innovaciones.

2. Algunos elementos del concepto de sociedad civil. Además, el dictamen del CES señala que la sociedad civil es un proceso cultural, de tal modo que la cultura4 es un factor determinante de la sociedad civil. Si se entiende por cultura un sistema de valores a respetar por los miembros de una sociedad, la cultura estructura igualmente el campo de acción de la sociedad civil. El dictamen destaca los siguientes elementos del concepto de sociedad civil: a) Pluralismo. En una comunidad pluralista, cada miembro determina por sí mismo su contribución a la comunidad, quien en cada caso aspira a la mejora de las condiciones de la vida común. En una sociedad pluralista, cada individuo reconoce al otro como un igual y lo afronta en un debate público dentro de los principios de tolerancia y de servicio voluntario. b) Autonomía. Los ciudadanos deciden por sí mismos las estructuras de su acción social, dentro del marco de un Estado, constituido por los ciudadanos, garantizando el funcionamiento de la sociedad por los derechos fundamentales establecidos por una constitución. c) Solidaridad. La sociedad civil está sostenida por una cultura de la solidaridad, que se traduce en la voluntad de los ciudadanos de establecer ellos mismos sus límites y de asumir unas obligaciones, que son las condiciones de una acción solidaria. d) Visibilidad. La sociedad civil, por las acciones de comunicación, produce un espacio social, de presencia pública. e) Participación. En la sociedad civil, la participación ciudadana se hace a través de las asociaciones, que participan en los procesos públicos de información y comunicación contribuyendo así a la constitución de una representación común del bien colectivo. f) La educación es un elemento clave de la sociedad civil. La educación transmite los valores esenciales de la sociedad humana. Los actores del sistema educativo determinan los criterios de desarrollo de la sociedad civil. Esta es la razón por la cual la política de la educación no se debe reservar únicamente al Estado. g) Responsabilidad. La sociedad civil no es solamente el lugar de ejercicio de derechos individuales: estos derechos están articulados con unos deberes relativos al bien común. Del cumplimiento de estos deberes los miembros de la sociedad civil deben poder responder ante los otros. Esta afirmación se fundamenta en el hecho de que la sociedad civil, siendo una comunidad solidaria, es por excelencia una forma de civismo. h) Subsidiariedad. En el ámbito de la sociedad civil, la subsidiariedad debe entenderse como una subsidiariedad externa, es decir como una invitación a dejar que los individuos traten ellos mismos los problemas que les conciernen.

3. Concepto de sociedad civil organizada y sus actores. El dictamen del CES, que estamos resumiendo, concibe la sociedad civil organizada de manera abstracta y de manera dinámica. En su forma abstracta, la sociedad civil es:

El conjunto de todas las estructuras organizadas en las que los miembros sirven al interés general por medio de una democracia basada en el discurso y el consenso, y jugando igualmente el papel de mediadores entre los poderes públicos y los ciudadanos.

La eficacia de su papel depende esencialmente de la medida en la que los actores de la sociedad civil organizada están dispuestos a contribuir al establecimiento de un consenso en el marco de un discurso público y democrático, y en aceptar los resultados de un proceso de decisión democrática. De manera dinámica, se podría también describir la sociedad civil organizada como un lugar de aprendizaje colectivo. En las sociedades complejas los problemas no pueden ser resueltos nada más que por la participación ciudadana. La sociedad civil organizada, según el dictamen, se estructura en cuatro grupos: a) Los actores del mercado del trabajo, es decir los partenaires sociales; b) las organizaciones representativas de los medios socioeconómicos que no son los sociales en sentido restringido; c) las organizaciones no gubernamentales que reúnen a las personas para causas comunes, por ejemplo, las organizaciones de protección del ambiente, las organizaciones de defensa de los derechos del hombre, etc.; d) las organizaciones de base, es decir, las organizaciones que persiguen objetivos en torno a sus miembros, por ejemplo, los movimientos de jóvenes, las asociaciones familiares y todas las organizaciones de participación ciudadana en la vida local y municipal.

CAPÍTULO SEGUNDO: LA SOCIEDAD CIVIL EN HEGEL

Amor significa

conciencia de mi unidad

con otro y saberme

como unidad

del otro conmigo

HEGEL

En el recorrido histórico conceptual del término sociedad civil hemos hecho mención a la Bürgerliche Gesellschaft o sociedad civil según Hegel. En nuestra búsqueda del significado de la sociedad civil de hoy hemos encontrado como muy valiosas algunas de las aportaciones de Hegel. De ahí que le dediquemos un espacio preferente comenzando con una breve descripción del escenario que le tocó vivir, uno de los más controvertidos de la historia de la humanidad, ocupado por el debate a golpe de revueltas armadas entre las ideas conservadoras del antiguo régimen y las nuevas, propias del pensamiento liberal, con el telón de fondo del apetito devorador de los países europeos y el desarrollo económico de una sociedad industrial y emprendedora. Cuando juzgamos las ideas o la obra de un personaje se olvidan, con frecuencia, los escenarios que le tocó vivir. Gran parte del pensamiento de Hegel es clave para entender y aquilatar la noción de la sociedad civil de hoy en la era marcada por el conocimiento y las tecnologías de la comunicación. Para nuestro análisis de la sociedad civil, Hegel aporta tres ideas centrales: la diferenciación entre el orden civil y el político, el sistema de las necesidades y el concepto de integración social entre Estado y sociedad civil, una vez aceptada la separación con el Estado. Hace una afirmación categórica sobre el hombre: el hombre tiene valor por sí mismo, porque es hombre, y sobre él concibe la sociedad civil como «la unión de esos hombres independientes».

Si la vida de Hegel transcurre de lleno en el espacio de la primera etapa de la primera revolución industrial, la nuestra se corresponde con la tercera. No estamos tan lejos.