portada

MÓNICA BLANCO. Doctora en historia, ha sido galardonada con el premio Historia de Guanajuato. Es especialista en la historia de este estado, sobre el que tiene una vasta obra. Es profesora de la Facultad de Economía de la UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

ALMA PARRA. Maestra en historia económica por la London School of Economics y candidata al doctorado en historia de México por la UNAM. Especialista en temas sobre minería, los empresarios y las inversiones extranjeras, es investigadora titular de la Dirección de Estudios Históricos del INAH desde 1992. Es coautora de Estado y minería en México (1767-1910), además de esta Historia breve. Es miembro del Comité Internacional de la Mining History Association, miembro fundador de la Asociación de Historiadores de la Minería Latinoamericana y de la Asociación de Historia Económica de México.

ETHELIA RUIZ MEDRANO. Doctora en historia por la Universidad de Sevilla (1990), con un posdoctorado en la Universidad de Bonn, Alemania (1995). Ha sido merecedora del Premio Francisco Javier Clavijero (1991), el Premio de la Academia Mexicana de Ciencias en el área de Ciencias Sociales al mejor investigador joven (2001) y la beca Guggenheim 2006. Profesora invitada por el David Rockefeller Center de la Universidad de Harvard y profesora invitada en el posgrado de historia en la Universidad de Harvard, es autora de diversos libros en inglés y español acerca del mundo indígena.

SECCIÓN DE OBRAS DE HISTORIA

Fideicomiso Historia de las Américas

Serie
HISTORIAS BREVES

Dirección académica editorial: ALICIA HERNÁNDEZ CHÁVEZ

Coordinación editorial: YOVANA CELAYA NÁNDEZ

GUANAJUATO

MÓNICA BLANCO
ALMA PARRA
ETHELIA RUIZ MEDRANO

Guanajuato

HISTORIA BREVE

Fondo de Cultura Económica

EL COLEGIO DE MÉXICO
FIDEICOMISO HISTORIA DE LAS AMÉRICAS
FONDO  DE  CULTURA  ECONÓMICA

Primera edición, 2000
Segunda edición, 2010
Tercera edición, 2011
   Primera reimpresión, 2012
Primera edición electrónica, 2016

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

contraportada

PREÁMBULO

LAS HISTORIAS BREVES de la República Mexicana representan un esfuerzo colectivo de colegas y amigos. Hace unos años nos propusimos exponer, por orden temático y cronológico, los grandes momentos de la historia de cada entidad; explicar su geografía y su historia: el mundo prehispánico, el colonial, los siglos XIX y XX y aun el primer decenio del siglo XXI. Se realizó una investigación iconográfica amplia —que acompaña cada libro— y se hizo hincapié en destacar los rasgos que identifican a los distintos territorios que componen la actual República. Pero ¿cómo explicar el hecho de que a través del tiempo se mantuviera unido lo que fue Mesoamérica, el reino de la Nueva España y el actual México como república soberana?

El elemento esencial que caracteriza a las 31 entidades federativas es el cimiento mesoamericano, una trama en la que destacan ciertos elementos, por ejemplo, una particular capacidad para ordenar los territorios y las sociedades, o el papel de las ciudades como goznes del mundo mesoamericano. Teotihuacan fue sin duda el centro gravitacional, sin que esto signifique que restemos importancia al papel y a la autonomía de ciudades tan extremas como Paquimé, al norte; Tikal y Calakmul, al sureste; Cacaxtla y Tajín, en el oriente, y el reino purépecha michoacano en el occidente: ciudades extremas que se interconectan con otras intermedias igualmente importantes. Ciencia, religión, conocimientos, bienes de intercambio fluyeron a lo largo y ancho de Mesoamérica mediante redes de ciudades.

Cuando los conquistadores españoles llegaron, la trama social y política india era vigorosa; sólo así se explica el establecimiento de alianzas entre algunos señores indios y los invasores. Estas alianzas y los derechos que esos señoríos indios obtuvieron de la Corona española dieron vida a una de las experiencias históricas más complejas: un Nuevo Mundo, ni español ni indio, sino propiamente mexicano. El matrimonio entre indios, españoles, criollos y africanos generó un México con modulaciones interétnicas regionales, que perduran hasta hoy y que se fortalecen y expanden de México a Estados Unidos y aun hasta Alaska.

Usos y costumbres indios se entreveran con tres siglos de Colonia, diferenciados según los territorios; todo ello le da características específicas a cada región mexicana. Hasta el día de hoy pervive una cultura mestiza compuesta por ritos, cultura, alimentos, santoral, música, instrumentos, vestimenta, habitación, concepciones y modos de ser que son el resultado de la mezcla de dos culturas totalmente diferentes. Las modalidades de lo mexicano, sus variantes, ocurren en buena medida por las distancias y formas sociales que se adecuan y adaptan a las condiciones y necesidades de cada región.

Las ciudades, tanto en el periodo prehispánico y colonial como en el presente mexicano, son los nodos organizadores de la vida social, y entre ellas destaca de manera primordial, por haber desempeñado siempre una centralidad particular nunca cedida, la primigenia Tenochtitlan, la noble y soberana Ciudad de México, cabeza de ciudades. Esta centralidad explica en gran parte el que fuera reconocida por todas las cabeceras regionales como la capital del naciente Estado soberano en 1821. Conocer cómo se desenvolvieron las provincias es fundamental para comprender cómo se superaron retos y desafíos y convergieron 31 entidades para conformar el Estado federal de 1824.

El éxito de mantener unidas las antiguas provincias de la Nueva España fue un logro mayor, y se obtuvo gracias a que la representación política de cada territorio aceptó y respetó la diversidad regional al unirse bajo una forma nueva de organización: la federal, que exigió ajustes y reformas hasta su triunfo durante la República Restaurada, en 1867.

La segunda mitad del siglo XIX marca la nueva relación entre la federación y los estados, que se afirma mediante la Constitución de 1857 y políticas manifiestas en una gran obra pública y social, con una especial atención a la educación y a la extensión de la justicia federal a lo largo del territorio nacional. Durante los siglos XIX y XX se da una gran interacción entre los estados y la federación; se interiorizan las experiencias vividas, la idea de nación mexicana, de defensa de su soberanía, de la universalidad de los derechos políticos y, con la Constitución de 1917, la extensión de los derechos sociales a todos los habitantes de la República.

En el curso de estos dos últimos siglos nos hemos sentido mexicanos, y hemos preservado igualmente nuestra identidad estatal; ésta nos ha permitido defendernos y moderar las arbitrariedades del excesivo poder que eventualmente pudiera ejercer el gobierno federal.

Mi agradecimiento a la Secretaría de Educación Pública, por el apoyo recibido para la realización de esta obra. A Joaquín Díez-Canedo, Consuelo Sáizar, Miguel de la Madrid y a todo el equipo de esa gran editorial que es el Fondo de Cultura Económica. Quiero agradecer y reconocer también la valiosa ayuda en materia iconográfica de Rosa Casanova y, en particular, el incesante y entusiasta apoyo de Yovana Celaya, Laura Villanueva, Miriam Teodoro González y Alejandra García. Mi institución, El Colegio de México, y su presidente, Javier Garciadiego, han sido soportes fundamentales.

Sólo falta la aceptación del público lector, en quien espero infundir una mayor comprensión del México que hoy vivimos, para que pueda apreciar los logros alcanzados en más de cinco siglos de historia.

ALICIA HERNÁNDEZ CHÁVEZ

Presidenta y fundadora del
Fideicomiso Historia de las Américas

 

PRIMERA PARTE

EL PASADO INDÍGENA Y EL PERIODO COLONIAL

I. GEOGRAFÍA

UNO DE LOS GRANDES CONOCEDORES de la región de Guanajuato y de sus habitantes indígenas en el siglo XVI fue sin duda el fraile Guillermo de Santa María. En el año de 1575 este notable agustino escribió, entre otras cuestiones, acerca de los indios chichimecas y su hábitat:

La nación de estos chichimecas más cerca de nosotros, digo a la ciudad de México, son los que llaman Pamies, y es un buen pedazo de tierra y gente. Están mezclados entre otomíes y tarascos. Los españoles les pusieron este nombre Pami que en su lengua quiere decir no, porque esta negativa la usan mucho y así se han quedado con él. Su habitación o clima comienza de 20 grados de latitud, poco más o menos, que por lo más cercano es el río de San Juan abajo. Comienzan en la provincia de Mechuacán [Michoacán] en pueblos sujetos a Acámbaro, que son San Agustín y Santa María y en Yrapundario [Yuriapúndaro] y aún llegan en términos de Ucareo, que es de esta otra parte del Río Grande [Río Lerma]. De ahí van a pueblos sujetos a Xilotepeque, que son Querétaro y El Tulipán San Pedro, por el río San Juan abajo, y tocan a Izmiquilpa, y Pescadero de Mestzilán [Meztitlán, en el actual Estado de Hidalgo], y por aquellas serranías, hasta el fin de Pánuco, y vuelven por los pueblos de Parrón a Posinquía y a Sichú y a los Samúes, que son de la misma lengua, y Cuevas Pintadas, donde acaban. Es la gente para menos y menos dañosa de todos los chichimecas.

Luego se siguen los Guamares que a mi ver es la nación más valiente y belicosa, traidora y dañosa, de todos los chichimecas, y la más dispuesta. Su habitación o clima es de 20 grados de latitud hasta 22. Empiezan desde la villa de San Miguel, y ahí fue su principal habitación, y alcanza a la de San Felipe y minas de Guanajuato y llega hasta la provincia de Mechuacán [Michoacán] y Río Grande [Río Lerma]. Están poblados en pueblos de Juan Villaseñor [encomendero] Pénjamo y Corámaro [Cuerámaro], y ahí fue su primera población y de ahí van por las sierras de Guanajuato y Comanja.

Gran parte de lo que nos describe fray Guillermo de Santa María es el actual estado de Guanajuato, el cual se creó el 20 de diciembre de 1823. Actualmente cuenta con 46 municipios y su capital es la ciudad de Guanajuato, aunque la ciudad con mayor población es León. La palabra Guanajuato viene de los vocablos kuanasi y uato del idioma purépecha o tarasco. El nombre significa “Lugar montuoso de ranas” o “Cerro de ranas”.

El estado de Guanajuato tiene una superficie de 30 471 km2 y se ubica en la Mesa Central; colinda al oeste con Jalisco, al noroeste con Zacatecas, al norte con San Luis Potosí, al este con Querétaro y al sur con Michoacán. El estado tiene tres tipos de clima relacionados con su altura y latitud: en su parte sur, a una altura de 1 700 msnm, el clima es semicálido; en su región central, a 2 000 msnm, es templado con lluvias, y en la parte norte, a una altura también de 2 000 msnm, el clima es semiseco extremo.

El estado se divide en tres grandes regiones geográficas que son la región Norte, el Bajío y la región Sur. A su vez, estas regiones comprenden cinco subregiones, que son los Altos, la Sierra Gorda, la Sierra Central, el Bajío y los Valles Abajeños. La región de los Altos, localizada en el norte de la entidad, también se conoce como la región de “Lomas Arribeñas”, pues está situada a más de 2 000 msnm, con la excepción de algunos lugares de los municipios de Dolores Hidalgo y Allende.

En la orografía de Guanajuato intervienen la Sierra Madre Occidental, el Eje Transversal Volcánico y la Sierra Madre Oriental, además del sistema montañoso local. Lo anterior le da al estado una excepcional importancia geológica aprovechada por la minería, en la que siempre destacó como gran productor de plata y oro. El distrito minero de Guanajuato, la principal zona extractiva del estado, se ubica en la Sierra Central y la Altiplanicie del Norte; ahí se encuentra la Veta Madre, que ha sustentado la excepcional producción minera del distrito a lo largo de 400 años.

Guanajuato posee dos cuencas hidrológicas: la del sistema Lerma-Chapala-Santiago y la de los ríos Pánuco-Tamesí. El Río Lerma es muy importante ya que tiene un cauce de más de 180 km en el territorio del estado y drena 84% de su agua hacia el Océano Pacífico; sus principales afluentes son los ríos Tigre, Laja, Guanajuato, Silao, Turbio, Verde Grande e Ibarra, entre otros. Los ríos Pánuco-Tamesí sólo drenan 16% de las aguas del estado y las vierten en el Golfo de México. La cuenca del Pánuco-Tamesí está constituida por los ríos y arroyos que nacen en los municipios de Ocampo, San Felipe, San Luis de la Paz, San Diego de la Unión, Xichú, Victoria, Atarjea, Tierra Blanca y Santa Catarina.

Una parte del Lago de Cuitzeo pertenece al estado de Guanajuato y sirve de límite con el de Michoacán en el municipio de Acámbaro. La Laguna de Yuriria tiene 17 km de largo por seis de ancho, aproximadamente, y una profundidad media de 2.60 m. Tiene una capacidad de más de 200 millones de metros cúbicos y beneficia a los municipios de Yuriria, Jaral del Progreso y Valle de Santiago. En el municipio de Huanímaro hay una pequeña laguna que lleva el nombre de este municipio. En la región del Valle de Santiago existen cráteres-lagos de profundidad y diámetro variable. El más grande es la Alberca o Joya de Yuriria, cuyo diámetro es de 1 500 m aproximadamente. Otros lagos-cráteres importantes son la Olla de Zíntora, la Alberca de Valle de Santiago, Rincón de Parangueo y San Nicolás.

A pesar de la presencia de climas secos y semisecos en el estado, parte del agua de los ríos y arroyos es retenida para formar bordos, represas y presas. Las presas más importantes son la Solís, que se ubica donde ingresa el Río Lerma en el estado, y la presa Allende, que intercepta al Río Laja antes de llegar al Bajío. Estos cuerpos de agua son aprovechados para el riego, la generación de electricidad, la piscicultura, la dotación de agua potable y actividades recreativas. En la cuenca del sistema Lerma-Chapala-Santiago se localizan la mayoría de los acuíferos subterráneos del estado. Hay aproximadamente 10 000 pozos con profundidades desde nueve hasta 430 m. En la cuenca del Pánuco-Tamesí, por ser más seca, hay muy pocos pozos. A causa de que la extracción anual de agua del subsuelo es mayor que la recargada, hay un control en la perforación de pozos y casi todo el estado está sometido a vedas para evitar la sobreexplotación de los acuíferos. Los manantiales son abundantes en el estado; algunos dan origen a arroyos o ríos y son utilizados para el consumo doméstico o para el riego. También hay una gran cantidad de manantiales de aguas termales en los municipios de Silao, Irapuato, Abasolo, Apaseo el Grande, Apaseo el Alto, San Miguel de Allende, Acámbaro, Salvatierra, Celaya, Pénjamo, Jerécuaro, San Felipe, Dolores Hidalgo, Cuerámaro, Santiago Maravatío, Manuel Doblado, Tarandacuao y Huanímaro.

Por otra parte, la vegetación de Guanajuato está compuesta principalmente por matorrales crasicaule, micrófilo, rosetófilo y submontano, pastizales, mezquitales y selva baja caducifolia. Es importante señalar que 60% de la superficie está dedicada a la agricultura. Asimismo, había bosques en la Sierra Central y en la Sierra Gorda, pero en los últimos 30 años ha habido una tala inmoderada que ha propiciado una gran deforestación en ambas sierras. A pesar de ello, el estado todavía cuenta con una gran riqueza ecológica en un conjunto de ecosistemas terrestres y acuáticos. Sin embargo, tanto las poblaciones animales como las vegetales han estado sujetas a presiones ambientales, a cambios genéticos, a aislamientos diversos y, en su mayor parte, al constante acecho y explotación irracional, lo que ha provocado su disminución numérica y, en algunos casos, su extinción. El crecimiento de la población, el uso de nuevas áreas de cultivo, la utilización de otras zonas para la ganadería, la explotación de minerales, la contaminación y la cacería no controlada, lamentablemente, han acelerado el proceso de extinción de plantas y animales.