1 En cuanto a los orígenes y las características del recorrido entero remitimos al lector a Franco Nembrini, Dante, poeta del deseo. Conversaciones sobre la Divina Comedia. Infierno, Encuentro, Madrid 2014, pp. 7-20.

2 Cf. Francesco De Sanctis, Historia de la literatura italiana, Losada, Buenos Aires 1952 (edición original 1870). Para el desarrollo del argumento ver aquí pp. 11-12.

3 Ver aquí, p. 13.

4 «En mi principio está mi fin» es el lema que María Estuardo tomó de Guillaume de Machaut («Ma fin est mon commencement»). Inspiró el arranque del poema de Eliot en el primer verso de «East Cocker». Cf. Thomas Stearns Eliot, Cuatro cuartetos, en Poesías Reunidas, Alianza editorial, Madrid 1995, p. 203.

5 «En el Infierno la vida terrena se reproduce tal cual, siendo el pecado todavía sensible y la tierra aún presente al condenado: lo que da al Infierno una vida plena y corpulenta, cuya espiritualización en los otros dos mundos deviene pobre y monótona. Es como ir del individuo a la especie y de la especie al género. Cuanto más avanzamos, más el individuo se desencarna y se generaliza. Esta es sin duda perfección cristiana y moral, pero no perfección artística. Por eso el Infierno tiene una vida más rica y sensible y es el más popular de los tres mundos. Al contrario, la vida en los otros dos mundos no tiene respaldo en la realidad, es pura fantasía, arrancada del abstracto del deber y del concepto, e inspirada por los ardores estáticos de la vida ascética y contemplativa». Cf. Francesco De Sanctis, Historia de la literatura italiana, op. cit., ver aquí p. 7.

6 Cf. Hans Urs von Balthasar, Sperare per tutti, Jaca Book, Milán 1997.

7 Padre Alexander Men’, sacerdote de la Iglesia ortodoxa rusa nacido en Moscú en 1935 y muerto asesinado en 1990.

8 Paraíso, canto II, vv. 1-15, p. 369.

9 Cf. Franco Nembrini, Dante, poeta del deseo. Volumen II, Purgatorio, Encuentro, Madrid 2016, pp. 15-16 (también para la siguiente referencia al soneto Guido, yo quisiera…).

10 Lapo Gianni, otro poeta florentino amigo de Dante.

11 «¿Os he contado ya lo de Manfredini? ¿Lo de monseñor Manfredini, el obispo de Bolonia que ya murió, uno de los mayores obispos de esta época de pobre clero? Una vez que íbamos hacia la iglesia por la tarde –estábamos bajando atropelladamente la escalera porque íbamos tarde– Manfredini se me puso al lado y me cogió del brazo. Entonces le dije: “¿Qué quieres?”. “Pero, ¿te das cuenta? Dios se ha hecho hombre, ha nacido como un hombre…” Dio un paso hacia adelante y luego se volvió hacia atrás: “¡Es algo del otro mundo!” Y yo le respondí seriamente: “Sí, es algo del otro mundo… ¡en este mundo!”» Luigi Giussani, ¿Se puede vivir así?, Encuentro, Madrid 2008, p. 112

12 Purgatorio, canto XXXIII, v. 145, p. 363.

13 El centro cultural Rosetum donde se desarrollaron estos encuentros pertenece a una parroquia de los frailes capuchinos.

14 Cf. O.V. Milosz, Miguel Mañara, op. cit., p. 46.

15 En el año 1221 se reunió en Asís el Capítulo llamado «de las esteras», en el que tomó parte un número verdaderamente relevante de frailes provenientes de toda Europa, para rezar juntos y discutir la nueva Regla franciscana.

16 «Por eso la existencia expresa su último ideal ‘mendigando’. El verdadero protagonista de la historia es el mendigo: Cristo, mendigo del corazón del hombre, y el corazón del hombre, mendigo de Cristo». Luigi Giussani, intervención en el Encuentro mundial de los movimientos y de las asociaciones eclesiales, Roma, 30 de mayo de 1998, recogido en Luigi Giussani, Stefano Alberto, Javier Prades, Crear huellas en la historia del mundo, Encuentro, Madrid 1999, p. 14.

17 Infierno, canto II, vv. 3-5. Sobre este tema cf. Franco Nembrini, Dante, poeta del deseo. Volumen I, op. cit., pp. 71-74.

18 El verso original dice: «in guerra del padre corse», por lo que se entienden los comentarios del autor en torno al sustantivo «guerra» (ndt.).

19 Tomás había declarado en el verso 96 del canto X que «siguiendo a Domingo uno se enriquece si no delira», pero el sentido de esta acotación quedaba sin explicar; por eso es ésta la primera duda que el santo lee en la mente de Dante y que resuelve en el canto XI.

20 Purgatorio, canto XXXI, v. 129. Acerca de este tema cf. Franco Nembrini, Dante, poeta del deseo. Volumen II. Purgatorio, op. cit., pp. 15-16.

21 La mujer de Franco Nembrini se llama Grazia.

22 Cf. Purgatorio, op. cit., pp. 107-121.

23 Paraíso, canto III, vv. 64-66, p. 377.

24 Ib., vv. 69-72, p. 377.

25 Ib., v. 85, p. 377.

26 Paraíso, canto I, vv. 70-71, p. 366.

27 «A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: “¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!” Pedro le contestó: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua”. Él le dijo: “ven”. Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: “Señor, sálvame”. En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?”» (Mt 14,25-31).

28 Cf. Luigi Giussani, Stefano Alberto, Javier Prades, Crear huellas en la historia del mundo, Encuentro, Madrid 1999, pp. 80-93.

29 La expresión «para aprobarla, no para resolverla» se entiende sólo si se tiene presente cómo se desarrollaba el examen para ser bachiller en los tiempos de Dante: el maestro proponía al alumno una cuestión «para aprobarla, no para resolverla» a fin de que el alumno formulase las propias tesis a favor o en contra, la discutiese; sólo en un segundo momento el profesor juzgaba la réplica del estudiante.

30 «Da l’alto primopilo faccia li miei concetti bene espressi», dice el verso original. Primopilo era el centurión de grado más elevado, gobernaba la primera centuria del primer manípulo de los Triarios, es decir, de los más veteranos soldados de la legión romana (ndt).

31 «La fe es fundamento de las cosas que se esperan y prueba de las que no se ven» (Hb 11,1). La expresión es recogida y reformulada desde el punto de vista filosófico de santo Tomás: «Aunque afirman algunos que las palabras del Apóstol no definen la fe, si se considera con detenimiento, en esa especie de descripción se hace referencia a todos los elementos con que se puede definir la fe, aunque las palabras no estén expresadas en forma de definición. […] Si alguien, pues, quisiera expresar en forma de definición estas palabras, podría decir que la fe es el hábito de la mente por el que se inicia en nosotros la vida eterna, haciendo asentir al entendimiento a cosas que no ve». Tomás de Aquino, Summa theologiae, libro III, quaest. 4, art. 1.

32 Cf. nota precedente.

33 «La fe representa el pleno cumplimiento de la razón humana. Es la comprensión inteligente del horizonte último que tiene la realidad, el reconocimiento de aquello en lo que consiste todo. La inteligencia natural no logra alcanzar ese horizonte último. Únicamente por algo que ha acontecido, por el advenimiento de Dios hecho hombre, por su don, puede nuestra inteligencia renovada reconocerlo y tocarlo. La fe alcanza así una cumbre a la que no llega la razón; sin ella esta última no se ve completa, mientras que en ella la razón se convierte en escalera de la esperanza. La fe es racional, pues florece sobre el límite extremo de la dinámica racional como una flor de gracia a la que el hombre se adhiere con su libertad». Luigi Giussani, en Luigi Giussani, Stefano Alberto, Javier Prades, Crear huellas en la historia del mundo, op. cit., p. 39.

34 Dt 6,20-24.

35 Charles Péguy, El misterio del pórtico de la segunda virtud, en Los tres misterios, Encuentro, Madrid 2008, p. 235.

36 Dante Alighieri, Se muestra tan gentil y recatada, en Vida nueva, o. c., p. 556.

37 Giacomo Leopardi, A su dama, en Cantos, edición bilingüe de María de las Nieves Muñiz Muñiz, Cátedra, Madrid 1998, p. 287

38 Pär Lagerkvist, Barrabás, Encuentro, Madrid 2007.

39 Paraíso, canto I, v. 1, p. 364.

40 Paraíso, canto XXXIII, v. 145, p. 534.

41 Infierno, canto V, vv. 113-114, p. 45.

42 Purgatorio, canto XXXI, vv. 53-54, p. 349.

43 Infierno, canto II, v.3, p. 26.

44 Cf. Gilbert Keith Chesterton, Santo Tomás de Aquino. Una genial aproximación a la figura del Doctor Angélico, Cobel, Alicante 2011, pp. 119-120.

45 Vida nueva, XLII, o. c., p. 564.

46 «Mamme», es decir, «mamás», es el término que Dante usa en los versos originales y que se ha traducido por «madres» (ndt).

47 El nombre del apóstol Santiago viene del latín Iacobo (Jacobo en castellano); en el proceso de escucha y pronunciación, fue cambiando de Iacobo, Iaco, Iago; y de ahí pasó a ser sant’Iago. Durante la Edad Media, Santiago de Compostela fue la tercera gran meta de peregrinación de la cristiandad, después de Roma y Jerusalén.

48 El verso original reza «quante Iesù ai tre fe’ più carezza», la palabra «carezza» (caricia) que utiliza el autor se ha perdido en la traducción (ndt).

49 «En estos últimos años la figura de Cristo se ha vuelto fundamental para mí: pensar en cómo murió en la cruz me impide plantearme la idea de ayudar a alguien a morir [la idea de la eutanasia, ndt.]. Si el Nazareno volviese, nos daría de bofetadas a todos. Nos lo mereceríamos y cómo; pero también ¡necesitamos tanto una caricia suya!». «Caso Eluana, allucinante fermare le cure», entrevista a Enzo Jannacci, Corriere della Sera, 6 de febrero de 2009. Recogida en Huellas-Litterae communionis, febrero de 2009.

50 Infierno, canto II, vv. 5-6, p. 26.

51 Se hace referencia a la parábola del águila de James Aggrey citada en Muriel James, Dorothy Jongeward, Nacidos para triunfar, Marymar, Buenos Aires 1985.

52 Cf. Didaché, IV, 2.

53 Luigi Giussani, ¿Se puede vivir así?, Encuentro, Madrid 2011, p. 149.

54 Mensaje de Luigi Giussani a los participantes en la peregrinación a Loreto con ocasión del cincuenta aniversario del nacimiento de Comunión y Liberación, 16 de octubre de 2004.

55 «Distillò» en la versión original del poema; se ha traducido por «derramó» (ndt).

56 De nuevo referencia al verso original: «Tu mi stillasti, con lo stillar suo», traducido aquí por «Tú me inspiraste con la misma inspiración suya» (ndt).

57 Cf. supra, pp. 16-17.

58 «Ragionando la compensi», dice el verso original que se ha traducido por «hablando conmigo la compenses» por lo que se entiende la alusión del autor a la argumentación racional (ndt).

59 Giacomo Leopardi, «Canto nocturno de un pastor errante en Asia», en Cantos, op. cit., p. 349.

60 Referencia al verso original, «mi legge Amore, o lievemente o forte», que se ha traducido aquí por «escribe en mí el amor suave o fuertemente» (ndt).

61 Cf. Dante Alighieri, Vida Nueva, XLII.

62 La primera acepción del verbo italiano sortire es «dar en suerte»; aquí indica el lugar que es asignado a Beatriz en proporción a sus méritos.

63 Cf. supra, p. 30.

64 Claudio Chieffo, Padre: «Ahora aquí ya no existe la oscuridad: / la luz está en los ojos de Dios / la paz está en las manos de Dios / la alegría está en el corazón de Dios».

65 Franco Nembrini, Dante, poeta del deseo. Volumen II. Purgatorio, op. cit., pp. 119-120.

66 Les he dicho ya a mis hijos y a mi mujer que cuando muera no me disgustaría que sobre mi tumba estuviera todo el himno a la Virgen, de modo que el que me venga a visitar se vea obligado a recitarlo. Entre tanto hago pública esta última voluntad mía, así al menos se sabe… (nda)

67 Así la definió, recogiendo una definición cuyos orígenes se pierden en la tradición, Benedicto XVI en la homilía de la solemnidad de la Asunción de la Beata Virgen María, 15 de agosto de 2008.

68 Cf. Luigi Giussani, Los orígenes de la pretensión cristiana, Encuentro, Madrid 2011, pp. 114-115.

69 Dante utiliza el término «raccese» que redobla el significado de «accese» (encendió): volvió a encenderse, ardió de nuevo; «en tu vientre prendió de nuevo el Amor»: en tu seno prendió de nuevo el Amor creador y, gracias al sí de la Virgen, entró en el mundo el Amor redentor.

70 Paraíso, canto XXXI, vv. 1-3: «En forma, pues, de cándida rosa se me mostraba la milicia santa que Cristo hizo esposa suya con su sangre».

71 Infierno, canto XXVI, v 125.

72 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 969: «“la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora” (LG 62)»; n. 970: «“La misión maternal de María para con los hombres de ninguna manera disminuye o hace sombra a la única mediación de Cristo, sino que manifiesta su eficacia. En efecto, todo el influjo de la Santísima Virgen en la salvación de los hombres [...] brota de la sobreabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, depende totalmente de ella y de ella saca toda su eficacia” (LG 60). “Ninguna creatura puede ser puesta nunca en el mismo orden con el Verbo encarnado y Redentor. Pero, así como en el sacerdocio de Cristo participan de diversas maneras tanto los ministros como el pueblo fiel, y así como la única bondad de Dios se difunde realmente en las criaturas de distintas maneras, así también la única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en las criaturas una colaboración diversa que participa de la única fuente” (LG 62)».

73 Paraíso, canto XXXIII, v. 93, p. 532.

74 «Luego, la castidad como carisma precioso, que ensancha la libertad de entrega a Dios y a los demás, con la ternura, la misericordia, la cercanía de Cristo. La castidad por el reino de los cielos muestra cómo la afectividad tiene su lugar en la libertad madura y se convierte en un signo del mundo futuro, para hacer resplandecer siempre el primado de Dios. Pero, por favor, una castidad ‘fecunda’, una castidad que genera hijos espirituales en la Iglesia. La consagrada es madre, debe ser madre y no ‘solterona’. Disculpadme si hablo así, pero es importante esta maternidad de la vida consagrada, esta fecundidad. Que esta alegría de la fecundidad espiritual anime vuestra existencia; sed madres, a imagen de María Madre y de la Iglesia Madre. No se puede comprender a María sin su maternidad, no se puede comprender a la Iglesia sin su maternidad, y vosotras sois iconos de María y de la Iglesia». Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en la Asamblea plenaria de la Unión Internacional de Superioras Generales, 8 de mayo de 2013.

75 «Y todo conspira para callar de nosotros, /un poco como se calla una vergüenza, un poco como se calla / una esperanza inefable». Rainer Maria Rilke, Elegía II, en Elegías de Duino, Lumen, Barcelona 1984.

76 Cf. supra, p. 101.

77 «Una promesa cumplida. No una mentira», apuntes de una conversación de monseñor Luigi Giussani con universitarios, recogido en la revista 30Días, 1990.

78 Luigi Giussani, La coscienza religiosa di fronte alla poesia di Leopardi, en Giacomo Leopardi, Cara beltá, Rizzoli, Milano, 1996, p. 26.

79 Purgatorio, canto XXXII, v. 103.

80 «En este momento de crisis no podemos preocuparnos sólo de nosotros mismos, encerrarnos en la soledad, en el desaliento, en el sentimiento de impotencia ante los problemas. No os encerréis, por favor. Esto es un peligro: nos encerramos en la parroquia, con los amigos, en el movimiento, con quienes pensamos las mismas cosas... pero ¿sabéis qué ocurre? Cuando la Iglesia se cierra, se enferma, se enferma. Pensad en una habitación cerrada durante un año; cuando vas huele a humedad, muchas cosas no marchan. Una Iglesia cerrada es lo mismo: es una Iglesia enferma. La Iglesia debe salir de sí misma. ¿Adónde? Hacia las periferias existenciales, cualesquiera que sean. Pero salir. Jesús nos dice: ‘Id por todo el mundo. Id. Predicad. Dad testimonio del Evangelio’ (cf. Mc 16, 15). Pero ¿qué ocurre si uno sale de sí mismo? Puede suceder lo que le puede pasar a cualquiera que salga de casa y vaya por la calle: un accidente. Pero yo os digo: prefiero mil veces una Iglesia accidentada, que haya tenido un accidente, que una Iglesia enferma por encerrarse. Salid fuera, ¡salid! Pensad en lo que dice el Apocalipsis. Dice algo bello: que Jesús está a la puerta y llama, llama para entrar a nuestro corazón (cf. Ap 3, 20). Este es el sentido del Apocalipsis. Pero haceos esta pregunta: ¿cuántas veces Jesús está dentro y llama a la puerta para salir, para salir fuera, y no le dejamos salir sólo por nuestras seguridades, porque muchas veces estamos encerrados en estructuras caducas, que sirven sólo para hacernos esclavos y no hijos de Dios libres? En esta ‘salida’ es importante ir al encuentro; esta palabra para mí es muy importante: el encuentro con los demás. ¿Por qué? Porque la fe es un encuentro con Jesús, y nosotros debemos hacer lo mismo que hace Jesús: encontrar a los demás». Santo Padre Francisco, Vigilia de Pentecostés con los movimientos eclesiales, las nuevas comunidades, las asociaciones y las congregaciones laicas, Plaza de San Pedro, 18 de mayo de 2013.

81 Esa es en efecto la imagen que usa en el terceto original: «Nel suo profondo vidi che s’interna,/ legato con amore in un volume,/ ciò che per l’universo si squaderna», que aquí hemos traducido como «En sus profundidades vi que se contiene, ligado por el amor en un todo, lo que por el universo está esparcido». (ndt.)

82 «Pero, como para dejar establecido que la calle en sí era suburbana, se destacaban vivamente, contra aquel paisaje ascendente gris y accidentado, un farol pintado de un típico verde amarillento, y un buzón rojo, colocados ambos exactamente en la esquina». Cf. G.K. Chesterton, El hombre vivo, cap. III, “El camino alrededor del mundo o el cargo de abandono”, Valdemar, Madrid 2010, pp. 201-231.

83 Purgatorio, canto XXXI, v. 129, p. 352.

84 Adaptación del término inglés zoom que la RAE define así: 1. m. Objetivo de distancia focal variable, que modifica el ángulo de visión con elefecto de acercar o alejar la imagen; 2. m. Efecto de acercamiento o alejamiento de la imagen obtenido con el zum.

85 Blaise Pascal, Pensamientos, 267.

86 William Shakespeare, Hamlet, acto I, escena V.

87 Cf. Supra, p. 75.

88 Cf. San Agustín, Ochenta y tres cuestiones diversas, 35,2: «Y sin embargo no lo conocían [a Dios], o no lo conocían como debe ser conocido. Asimismo lo que dije: ‘Nadie conoce la vida feliz y es desgraciado’, he dicho ‘conoce’, en el sentido de ‘cómo debe ser conocida’. Efectivamente, ¿quién la ignora por completo, al menos entre los que tienen uso de razón, puesto que saben que ellos quieren ser felices?».

89 Este último capítulo reproduce una conversación con Marco Bersanelli, profesor ordinario de Astronomía y Astrofísica de la Università degli Studi de Milán. Bersanelli es uno de los principales responsables científicos de la misión espacial Planck del ESA (Agencia Espacial Europea) lanzada en 2009. Es autor de más de trescientas publicaciones científicas, además de una vasta producción de carácter divulgativo. Ediciones Encuentro ha publicado en 2011 su libro Sólo el asombro conoce.

90 Paraíso, canto XXXIII, v. 86, p. 532.

91 En la Edad Media las siete artes liberales se dividían en artes del trivio (lit. encrucijada de tres caminos), es decir, Gramática, Retórica, Dialéctica, y artes del quadrivio (lit. encrucijada de cuatro caminos), es decir, Aritmética, Música, Geometría, Astronomía.

92 Purgatorio, canto XXV, vv. 91-93, p. 319.

93 Paraíso, canto I, vv. 88-90, p. 367.

94 Cf. Alexis Carrel, Riflessioni sulla condotta della vita, Cantagalli, Siena 2004, p. 35.

95 Ibidem.

96 Paraíso, canto I, vv. 1-3, p. 364.

97 Ibi vv. 103-107, pp. 367-368.

98 «La ilustración es la salida del hombre de una minoría de edad de la que él mismo es culpable». Cf. Immanuel Kant, Respuesta a la pregunta: ¿qué es la ilustración?, Universidad Nacional de Colombia 2002.

99 Edward Grant, The foundations of modern science in the middle ages, Cambridge University Press, 1996.

100 Paraíso, canto I, vv. 109-117, p. 368.

101 Paraíso, canto X, vv. 13-21, p. 410.

102 Paraíso, canto II, vv. 49-105, pp. 371-373, para todos los tercetos que siguen.

103 Paraíso, canto XXVIII, vv. 41-42, p. 505.

104 Paraíso, canto XXXIII, vv. 22-24, p. 530.

105 Edwin Hubble (1889-1953), astrónomo y astrofísico estadounidense, conocido sobre todo por haber formulado la ley que lleva su nombre (Ley de Hubble), que establece que el desplazamiento hacia el rojo (redshift) del color de las estrellas es proporcional a su distancia, y es índice de que el universo está en expansión.

106 Paraíso, canto XXXIII, vv. 85-87, p. 532.

107 «Misterio (es decir, Dios) y signo (es decir, la realidad contingente en cuanto que remite a otra cosa; incluso una piedra pequeñísima, para ser ella misma, remite a la fuente del Ser), Misterio y signo, en cierto sentido, coinciden: en el sentido de que el Misterio es la profundidad del signo, y el signo indica la presencia del Misterio profundo, del Dios Creador y Redentor, del Dios Padre. El signo indica, señala a nuestros ojos la presencia de Otro, del Misterio profundo, se la señala a nuestros ojos, a nuestros oídos, a nuestras manos. El Misterio se torna experiencia a través del signo». Luigi Giussani, El hombre y su destino, Encuentro, Madrid 2003, p. 109.

108 Paraíso, canto II, vv. 34-42, p. 379.

109 Cf. Jean Paul Sartre, La náusea, Alianza Editorial, 2011, pp. 196-197.

110 «Ego quid sciam quaero, non quid credam» (San Agustín, Soliloquia I, III, 8).

Franco Nembrini

Dante, poeta del deseo
Paraíso

Traducción de Ricardo Sánchez Buendía

Revisión y adaptación de la edición española de Carmen Giussani

Título original: Dante, poeta del desiderio. Paradiso

© El autor y Ediciones Encuentro, S. A., Madrid, 2017

© de la ilustración de cubierta Gabriele Dell’Otto

Edición original publicada por Itacalibri, Castel Bolognese, 2013

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

Colección 100XUNO, nº 17

Fotocomposición: Encuentro-Madrid

ISBN: 978-84-9055-843-0

Para cualquier información sobre las obras publicadas o en programa y para propuestas de nuevas publicaciones, dirigirse a:

Redacción de Ediciones Encuentro

Ramírez de Arellano, 17-10.a - 28043 Madrid - Tel. 915322607

www.edicionesencuentro.com

NOTA PARA LA LECTURA

Y hemos llegado al final. Al final del viaje de Dante y al término de la relectura que ofrece de éste Franco Nembrini [1].

Una vez más una presentación simple, directa, genuina, capaz de devolver a Dante al pueblo. Como era al principio, en la Florencia del siglo XIV, antes de que se interpusieran cinco siglos de cultura moderna que nos hicieran extraña la concepción de la vida de la que nace la Comedia y convirtieran esta obra maestra en un asunto de estudiosos y especialistas. La lectura de Nembrini, en cambio, quema todos los prejuicios críticos, los artificios pedantes, y devuelve al lector al nudo de la cuestión: ¿qué es lo que deseas?

Una operación tanto más necesaria en lo que se refiere al Paraíso, el canto de la Divina Comedia que la crítica imperante en las escuelas italianas considera el más «pobre y monótono»; donde «el individuo se desencarna y se generaliza», y la poesía de Dante, «inspirada por los ardores estáticos de la vida ascética y contemplativa» [2], abandonaría pasión y razón y se entregaría a una árida fe y a una tediosa moral.

Ni por asomo, rebate Franco. Y lo muestra con los textos en la mano. Dante no abandona, ni siquiera por un instante, ni razón, ni pasiones, ni un ápice de su humanidad. Repite a menudo que está en el paraíso para entender. Numerosas son las llamadas a la experiencia de cada uno, a la inteligencia, a la filosofía. Y cuanto más se acerca a la visión de Dios, más se agudiza el deseo: el deseo humano, existencial, carnal, de ser felices y de ser útiles al mundo. Y entonces « El Paraíso es el canto de la vida verdadera, de una vida que es posible. De la vida que, en los pliegues y las llagas de la jornada, en la relación con el mal que nace del olvido y la traición, en definitiva, del pecado, rastrea continuamente la belleza, la esperanza, una presencia. El Paraíso es el relato de una vida semejante». [3]

Un camino humano hacia la verdad de la vida, que se cumple en la visión beatífica de Dios, el «sumo placer». Pero ni siquiera aquí se detiene el movimiento que ha llevado a Dante y a sus lectores desde el fondo del infierno a la cumbre del paraíso. De hecho, Nembrini se despide con la invitación a volver a empezar desde el principio, a releer todo desde el comienzo teniendo presente el final, de modo que el camino resulte iluminado por una luz nueva.

Hemos llegado al final, decíamos. Pero «en mi principio está mi fin» [4] escribe Eliot, que no por casualidad era un gran enamorado de Dante.

Como epílogo publicamos el encuentro con el astrofísico Marco Bersanelli, ajeno al presente ciclo de encuentros. Se trata de un testimonio de sumo interés que hubiese sido una verdadera pena perder.

Roberto Persico

NOTA EDITORIAL

Todas las referencias en español de las obras de Dante, salvo que se indique lo contrario, están tomadas de Obras completas de Dante Alighieri, versión castellana de Nicolás González Ruiz, BAC, quinta edición, octubre de 2002.

Para las referencias bíblicas se ha usado la Versión Oficial de la Conferencia Episcopal Española de la Sagrada Biblia, BAC, 2011.