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Akal / Cuestiones de antagonismo / 101

Erik Olin Wright

Comprender las clases sociales

Traducción: Ramón Cotarelo

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No hay concepto hoy por hoy, tanto en el ámbito de las ciencias sociales como a pie de calle, más controvertido que el de «clase social». No son pocos los teóricos, analistas y políticos que han decretado su muerte en la sociedad actual, mientras que otros insisten en su trascendencia y centralidad a la hora de comprender el capitalismo contemporáneo. Entre afirmar que su relevancia se limita a su uso para explicar las oportunidades económicas individuales y argumentar que es también una característica estructural de las relaciones de poder media un abismo.

Erik Olin Wright lleva cuatro décadas indagando, en la teoría pero también de manera empírica, por qué la clase importa ­­–y mucho–. En Comprender las clases sociales, el destacado sociólogo estadounidense examina sus divergentes significados de cara a desarrollar un marco de estudio sólido y consistente.

Partiendo de los análisis clásicos de Marx y Weber primero, de los estudios y trabajos de eminentes autores contemporáneos como Charles Tilly, Thomas Piketty o Guy Standing después, para examinar en un último bloque cómo la lucha de clases y el compromiso de clase se manifiestan en la sociedad hoy, este estudio definitivo proporciona una visión concluyente sobre cómo pensar la complejidad de las clases sociales en el mundo del capitalismo global.

Erik Olin Wright es Vilas Distinguished Professor de Sociología en la Universidad de Wisconsin. Autor de multitud de libros, entre los que destacan Clase, crisis y Estado; Clases (ambos publicados en Siglo XXI de España) y, en esta misma colección, Construyendo utopías reales (2014), dirige asimismo Real Utopias, un proyecto iniciado en 1991 que explora una amplia gama de propuestas y modelos para un cambio social radical.

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RAG

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Título original

Understanding Class

© Erik Olin Wright, 2015

© Ediciones Akal, S. A., 2018

para lengua española

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.akal.com

ISBN: 978-84-460-4561-8

Para mi hermano, Woody Wright, y mi suegro, Robert L. Kahn, con amor y admiración

Prefacio

Los ensayos reunidos en este libro se escribieron entre 1995 y 2015. Tienen tres objetivos: investigar los enfoques del análisis de clases de algunos autores concretos que trabajan en una serie de tradiciones teóricas, desarrollar marcos generales de análisis de clase que puedan ayudar a integrar los hallazgos de diversas tradiciones teóricas, y analizar el problema del conflicto y el compromiso de clases en el capitalismo contemporáneo.

La mayor parte de los capítulos se refieren al primero de estos objetivos, esto es, explorar en detalle los aspectos teóricos del trabajo de una serie de autores que entienden el concepto de clase de formas diferentes: Max Weber, Charles Tilly, Aage Sørensen, Michael Mann, David Grusky y Kim Weeden, Thomas Piketty, Jan Pakulski y Malcolm Waters y Guy Standing. Mi propio enfoque de clases está firmemente enraizado en la tradición marxista, mientras que ninguno de estos autores adopta un enfoque marxista y algunos son francamente hostiles al marxismo. En los encuentros entre enfoques marxistas y no marxistas, es frecuente que la actitud básica sea una de combate en la que cada parte trata de derrotar los argumentos de la otra. Si bien puede haber circunstancias en los debates intelectuales en los que vencer a un oponente es algo adecuado, en estos ensayos mi objetivo es averiguar qué sea lo más útil e interesante antes que limitarme a apuntar lo que esté equivocado en un trabajo de un teórico concreto. Cabría llamar a este punto de vista una crítica centrada en la virtud más que en el defecto. Desde luego, es necesario esclarecer las lagunas y los silencios en algunos trabajos, iluminar las diferencias más llamativas y, a veces, identificar defectos teóricos más graves. Pero todo ello trata de clarificar y asimilar lo que es valioso antes que desacreditar simplemente las ideas de los enfoques contrarios.

Una cosa es reconocer que hay puntos de vista valiosos de los que cabe beneficiarse incluso en las tradiciones teóricas hostiles y otro tratar de integrar sistemáticamente esos enfoques en un marco más amplio. Esta es la segunda tarea de este libro: proponer estrategias generales para integrar las ideas clave de los marxistas y las corrientes no marxistas en el análisis de clase. Mi enfoque, a la hora de coronar este objetivo, procede de una preocupación antigua en mi trabajo consistente en construir tipologías conceptuales como medio de clarificar las diferencias teóricas entre mis argumentos y los de otros autores que tratan los mismos problemas. Por ejemplo, en mi anterior trabajo empírico sobre la estructura de clase utilicé una tipología en forma de diagrama de árbol con vías alternativas para definir las clases como forma de identificar la especificidad del concepto marxista de clase.

Variedades del concepto de clase

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Fuente: Erik Olin Wright, Class Structure and Income Determination, Nueva York, Academic Press, 1979, p. 5.

Mi propósito inicial, al construir esta tipología, era trazar líneas claras de demarcación entre teorías y conceptos alternativos y luego fundamentar las ventajas de mi opción preferida. No obstante, más recientemente he pensado que hay una forma alternativa de utilizar estas tipologías. En la medida en que una teoría de tipologías identifica los distintos mecanismos que son el centro de otras teorías, puede ser posible integrar, cuando menos, algunos de los diferentes enfoques de clase en un marco más general de análisis que se organiza en torno a interconexiones entre los diferentes mecanismos. En lugar de considerar los enfoques alternativos como competitivos los unos con los otros, quizá podrían considerarse más bien como complementarios.

Mi primer esfuerzo sobre esta cuestión fue Approaches to Class Analysis (Cambridge University Press, 2005), obra que yo compilé[1]. El libro contenía ensayos de seis sociólogos que trabajan con enfoques teóricos distintos acerca del análisis de clases. Se pidió a cada autor que escribiera un ensayo en el que se explicaran los fundamentos teóricos de un enfoque concreto del análisis de clases. El título del capítulo de conclusiones planteaba la cuestión de «si la clase es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?». La idea básica era que las diferentes corrientes del análisis de clases se relacionaban con distintos tipos de cuestiones, y esto ayudaba a explicar por qué el concepto de clase se define de formas distintas. La última frase del libro evocaba, en términos genéricos, el famoso pasaje de Marx acerca de una sociedad sin división de clases en la que era posible cazar por la mañana, pescar por la tarde, criar ganado al anochecer y criticar después de la cena: «Uno puede ser un seguidor de Weber para el estudio de la movilidad de clase, uno de Bourdieu para el estudio de los determinantes y estilos de vida de clase, y un marxista para la crítica del capitalismo».

El siguiente paso lógico era tratar de integrar los mecanismos conectados con estas distintas cuestiones en un marco más amplio. Tres capítulos en este libro tratan de hacerlo de formas diferentes. El capítulo I, «De las batallas del gran paradigma al realismo pragmático», publicado originalmente en 2009 en la New Left Review, construye un modelo integrador para el análisis de clases sosteniendo que sus diferentes tradiciones están ancladas en tres distintos grupos de mecanismos causales: los enfoques de estratificación de las clases definen estas en función de atributos y condiciones individuales, los enfoques weberianos lo hacen en función de una diversidad de mecanismos de acumulación de oportunidades, y los enfoques marxistas, en función de mecanismos de explotación y dominación. Cada uno de estos mecanismos causales tiene un cometido distinto en las diferentes líneas del proceso causal. El objetivo del ensayo era clarificar esos mecanismos focales y tratar luego de integrarlos en un modelo más amplio de explicación del análisis de clases. El mecanismo básico de esta integración era una serie de diagramas que conectaba el micronivel de los efectos de clase vinculados a los atributos de los individuos con los efectos más a macronivel generados por la naturaleza de las posiciones estructurales dentro del mercado y la producción.

En el plan inicial, el capítulo I era el único en el que se iba a presentar un marco general de análisis. Sin embargo, resultó que, a medida que trabajaba en uno de los nuevos ensayos para el libro, esto es, el debate en el capítulo VI acerca del trabajo de David Grusky y Kim Weeden sobre «microclases», iba surgiendo una forma complementaria de integrar las diferentes tradiciones del análisis de clases. El análisis de estos dos autores me planteaba una cuestión especial. Si bien admiraba el trabajo rigurosamente empírico de la serie de ensayos que escribieron estos dos sociólogos estadounidenses, mi reacción básica consistía en sostener que su investigación tenía poco que ver con el análisis de clases. Su idea fundamental es que, si las clases se identifican con posiciones causalmente significativas dentro del sistema de producción, en ese caso habría que definir la clase con categorías ocupacionales más pormenorizadas. Estas, según dicen, son las categorías más importantes para la vida de las gentes en cuanto que participantes en una estructura económica. Se refieren a ellas como «microclases», en contraste con las «grandes clases» de las tradiciones marxista y weberiana. Esto implica que, en un país como Estados Unidos, haya cientos, quizá miles de clases distintas.

Mi primera reacción a los argumentos de Grusky y Weeden consistió en decir, simplemente, que implicaban un uso erróneo del término «clase». Esto suponía escribir una especie de capítulo metodológico acerca del problema de las palabras y los conceptos, lo cual parecía fuera de lugar en relación con la estrategia básica del libro, que era encontrar cuál sea más útil en una diversidad de enfoques. Traté entonces de conectar el concepto de microclase de Grusky-Weeden con el marco elaborado en el capítulo I, pero no se ajustaba y mis esfuerzos para hacer que se ajustara parecían erróneos. Esto me llevó de nuevo a sostener que lo que Grusky y Weeden estaban haciendo no era una variedad del análisis de clases a pesar de los términos que empleaban. Si eliminaba su trabajo del ámbito del análisis de clases, no tendría que preocuparme acerca del hecho de que no encajaran en mi propósito a la hora de conseguir una síntesis general. Esto apuntaba a la posibilidad de olvidarme del capítulo por entero.

Después de varias semanas de trabajar en dicho capítulo sin hacer ningún avance real, se me ocurrió de repente una solución cuando me acordé del marco analítico para el análisis del Estado y el poder que presentan Robert Alford y Roger Friedland en su libro The Powers of Theory: Capitalism, the State, and Democracy (Cambridge University Press, 1985)[2]. En ese libro, Alford y Friedland utilizan la metáfora de un juego para distinguir tres niveles del poder y conflicto: en el nivel sistémico del poder, el conflicto versa sobre el tipo de juego que se juega (capitalismo contra socialismo); en el nivel institucional, el conflicto se da en torno a las reglas del juego (sobre qué tipo de capitalismo) y, en el nivel situacional, se centra en los movimientos que se hacen en el juego (cómo realizar de forma mejor los propios intereses en condiciones de normas fijas). Lo que se me ocurrió fue que los distintos enfoques del análisis de clases podían verse como encajados en la definición de clase en términos de uno u otro de esos niveles del poder y del conflicto: los conceptos marxistas de clase se definen en el nivel sistémico del juego, las categorías weberianas se definen en el nivel institucional de las reglas de juego, y el modelo de Grusky-Weeden de microclases se define exclusivamente en el nivel situacional de los movimientos dentro de normas fijas de un juego único. Reviso esta metáfora del juego con mayor detalle en el capítulo VI, de forma que no la expondré ahora. El asunto más importante aquí es que esta idea me permitió elaborar el capítulo. Resultado de ello es que el capítulo VI contiene una consideración amplia sobre una segunda estrategia general para conectar las distintas tradiciones de análisis de clases dentro de un marco más amplio.

Otro de los capítulos contiene un marco integrador para conectar los distintos enfoques del análisis de clases. El capítulo sobre el enfoque del análisis de clases de Michael Mann se construye en torno a una distinción tripartita en grupos de conceptos que se utilizan en el análisis de clases: relaciones, situación y estructura de clases; estructuración y formación de las clases, y actores colectivos de clase. La primera de estas referencias afecta a las posiciones estructurales que ocupan los individuos; la segunda, a la naturaleza de las relaciones sociales dentro de las clases enraizadas en las comunidades y las redes sociales; la tercera se centra en las organizaciones de base clasista que participan en las luchas. Algunos teóricos, como Michael Mann, insisten en que las clases solamente son un concepto significativo si existen en cuanto actores colectivos, mientras que otros se centran casi exclusivamente en el significado estructural de clase y algunos consideran que las densas interacciones de la formación de clase es la condición necesaria para que una categoría social se convierta en clase. Sostengo que un análisis avanzado de clases indaga en las interconexiones de estos tres tipos de grupos.

El tercer objetivo general del libro muda la atención desde el problema de los diversos significados del concepto de clase y cómo estos significados se pueden encajar en el problema de la comprensión del macroproblema de las configuraciones de la lucha de clases y los equilibrios de poder en el capitalismo contemporáneo. Los tres capítulos que se ocupan de esta cuestión dan, por supuesto, los parámetros básicos del análisis de clases marxista y proponen una forma de comprender los efectos de las condiciones institucionales y el equilibrio de poder del capitalismo contemporáneo en cuanto pautas de lucha y compromiso de clases. En términos del modelo general propuesto en el capítulo VI, el análisis en estos capítulos define las clases en el sentido marxista tradicional dentro del nivel sistémico del juego y además, al utilizar esta definición, explora las distintas definiciones de la lucha de clases a nivel de las normas del juego y los movimientos de este. Los capítulos, por tanto, muestran cómo el concepto marxista de clase, aunque sea específico en el nivel sistémico del poder y del conflicto, puede desplegarse en modelos explicativos en otros niveles.

Erik Olin Wright

Madison, Wisconsin

Febrero de 2015

[1] E. O. Wright (ed.), Modelos de análisis de clase, Valencia, Tirant lo Blanch, 2015.

[2] R. Alford y R. Friedland, Los poderes de la teoría: el capitalismo, el Estado y la democracia, Buenos Aires, Manantial, 1991.