William Valbuena

 

Mejor es dar que recibir

 

Ofrendas: una perspectiva para hoy

 

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Primera edición: junio de 2019

 

© Grupo Editorial Insólitas

© William Valbuena

 

ISBN: 978-84-17799-44-1

ISBN Digital: 978-84-17799-45-8

 

Difundia Ediciones

Monte Esquinza, 37

28010 Madrid

info@difundiaediciones.com

www.difundiaediciones.com


La obra muestra en los primeros cuatro capítulos la generosidad de Dios para con la raza humana tanto en la parte espiritual como en la vida material. Luego relata la importancia de las ofrendas en la historia del pueblo de Dios tanto en el Antiguo Testamento, como en el Nuevo Testamento. Muestra como David, Salomón, Esdras y Nehemías aplicaron los principios de las ofrendas en grandes proyectos para glorificar a Dios. Jesús y Pablo en el Nuevo Testamento también nos dejan grandes lecciones sobre la virtud de dar para la causa divina. Por último se busca como aplicar los principios bíblicos a la actualidad en la vida cristiana.

 

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

REFERENCIAS

EPÍLOGO

 

 

 

 

La mayordomía cristiana es un asunto de fe, principios y convicciones, en estas palabras podría resumir la riqueza que contiene el texto que ahora tiene en sus manos. El pastor Valbuena ha compilado e investigado una perspectiva que de forma reflexiva permite a los creyentes tener la oportunidad de cuestionarse sobre su relación personal con Dios y su nivel de compromiso y fidelidad.

El poder revisar este texto ha sido increíblemente provechoso para mi vida y espero que lo sea para cada lector. Con mente abierta y un corazón comprometido, se puede tocar a las puertas de la fe y recibir los tesoros que Dios ha preparado para cada uno. Probablemente descubrirá verdades ignoradas y principios descuidados, pero es indispensable conservar el ánimo, armarse de paciencia; pedir a Dios sabiduría, recordando que la luz recibida nos compromete con nosotros mismos y con el prójimo.

 

Una condición para iniciar esta lectura es tener el deseo de ser próspero, ser honesto y querer alcanzar el cielo y sus tesoros, porque lo que ahora tenemos es basura comprado con lo que se nos ha prometido. Al igual que ayer, la fidelidad y la generosidad son determinantes en la calidad humana y la testificación personal en estos tiempos, en donde se perciben deslavados y diluidos los estatutos firmes y determinantes que Dios instituyó primeramente para nuestro bien.

 

Agradezco la oportunidad y la confianza del pastor William Valbuena Aguilar; anhelo que este proyecto toque vidas y cambie el rumbo y las expectativas de todos aquellos que anhelan practicar una fidelidad aceptable a los ojos de Cristo Jesús.

 

Rosario Castro M.

 

 

 

 

«Es bien sabido que los pobres están, más inclinados a dar

que los ricos.»

Erich Fromm

 

 

Capítulo 1

INTRODUCCIÓN

 

Vivir la fe…

Había iniciado su vida al lado de su esposa, sueños y expectativas llenaban sus pensamientos cada noche, pero un día su vida ya no fue la misma, no podía darse permiso de vivir de la misma forma, había empezado a recibir estudios bíblicos y esa nueva luz le hacía ver la vida y su hogar de forma diferente, tanto gozo había en él, que Rubén comenzó a hablarles a familiares y amigos de lo que iba descubriendo en su nuevo andar con Jesús.

Uno de los temas que recibió, era en relación a la obligación de cada creyente para devolver el diezmo a Dios y así lo entendió comenzando a practicar la fidelidad, pero en lo referente a la generosidad sistemática o el acto de ofrendar, no era muy claro, así que lo consideraba menos importante, delegando esta práctica a su criterio muy personal.

Se presentaron situaciones adversas en sus negocios, empezó a preguntarse qué pasaba en su vida y se dio cuenta que algo le faltaba. Su vida espiritual empezó a decaer y poco a poco se alejó de su Salvador, víctima del desánimo siguió su vida, pero la semilla sembrada en la familia le tenía sorpresas que sin duda eran la forma de Dios para advertirle que seguía siendo objeto de su cuidado y preocupación.

Una nueva aparente adversidad atacó de nuevo su vida, su hijo, estudiante de ingeniería química le anunció que dejaría la carrera porque sentía un fuerte llamado al ministerio, como padre sintió la necesidad imperante de decirle que estaba cometiendo un grave error. Con determinación y convicción su hijo le desafió diciendo que estaba seguro de esa decisión y que él debía volverse a Dios y a su iglesia.

Al ver en su hijo la fe y sed de servir a Dios y verlo graduarse y marchar orgulloso de su llamado, Rubén no pudo más y volvió a Dios, temeroso, inseguro, pero algo en su corazón le hacía volver a creer cada día, hasta que volvió a abrazarse de su Salvador. Retomó sus estudios en la palabra de Dios y de forma intuitiva comenzó a dedicarle tiempo al estudio de la benevolencia sistemática; más de un año leyó todo cuanto venía a sus manos sobre el tema y el diezmo, el libro «Consejos sobre mayordomía cristiana» de Elena G. De White, lo sacudía con las verdades encerradas en sus páginas.

Esta experiencia lo llevó a renovar un pacto con Dios sobre las ofrendas y los diezmos, inició con nuevo convencimiento un plan para devolver fielmente a Dios sus diezmos y sus ofrendas. Comenzó con el 5% de sus ofrendas y lo fue incrementando cada año hasta que alcanzó a dar el 15% de sus entradas para ofrendar, las cuales distribuía sabiamente para beneficiar a la obra mundial, nacional y local de su iglesia.

La misma iglesia fue inspirada por su ejemplo y fidelidad; le nombraron líder de mayordomía por varios años. Vivió feliz cumpliendo este pacto; ayudó grandemente a su iglesia y motivó a muchos hermanos en la fe a vivir esta experiencia. No hizo tesoros ni fortuna en la tierra en términos humanos, pero vivió las palabras del apóstol Pablo registradas en Filipenses 4:12 «Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido, el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad».

Quien escribe estas líneas, es ese hijo que soñó con ver a su padre volverse a Dios y Dios hizo con él un bien mayor que fue de bendición para todo aquel que le conoció.

Conocer el trasfondo de la historia bíblica sobre ofrendas en sus diversas clases puede resultar toda una aventura, una aventura que puede cambiar su vida, que puede transformar su entendimiento y llevarle a descubrir que Dios tiene un mensaje maravilloso a través del acto de ofrendar. Aprender del amor de Dios para con sus hijos.

La experiencia de varios personajes bíblicos ayudará a entender los principios y las lecciones necesarias para este tiempo, para todo tiempo, son un principio que cambia vidas.

Conocer el significado de las palabras tanto hebreas como griegas relacionadas con las ofrendas es importante. Cada palabra tiene un valor diferente en su original y su aplicación en nuestro o cualquier idioma. Existen diferentes clases de ofrendas y cada una encierra principios de gran importancia para el plan de la salvación y también su aplicación para este tiempo. Existen ofrendas que fueron de uso ceremonial y caducaron y otras que se usan constantemente y su trascendencia puede darle sentido a la vida cristiana.

Rubén, mi padre vivió feliz cumpliendo este pacto, ayudó grandemente a su iglesia y motivó a muchos hermanos en la fe a vivir esta experiencia. Si se atreve a seguir leyendo, sepa que su vida y su ideología sobre este tema le dará, reforzará o multiplicará el gozo de dar.

No importa el credo, conocer el plan magnánimo trazado por Dios para adelantar su causa en esta tierra y ayudar a miles a conocer a Jesús como su Salvador personal, se convierte en una obligación para todo aquel que reciba luz y conocimiento.Dios es el mayor dador, dio a su Hijo, su único hijo, pero también ha dado muchas otras bendiciones tanto espirituales como materiales. Entender las diferentes clases de ofrendas, las ofrendas especiales para el santuario o templo, las ofrendas inaceptables, poder comparar entre ofrendas y diezmos, reconocer y aceptar los beneficios y descubrir las formas de la dadivosidad, son objetivos que cada uno trazará a través de cada capítulo.

 

No importa el credo, conocer el plan magnánimo trazado por Dios para adelantar su causa en esta tierra y ayudar a miles a conocer a Jesús como su Salvador personal, se convierte en una obligación para todo aquel que reciba luz y conocimiento.

 

No importa el credo, conocer el plan magnánimo trazado por Dios para adelantar su causa en esta tierra y ayudar a miles a conocer a Jesús como su Salvador personal, se convierte en una obligación para todo aquel que reciba luz y conocimiento.

 

Para entender el fin, hay que entender el principio, La Biblia menciona la palabra «ofrenda» por primera vez en el principio de la historia. La experiencia de Abel y Caín como ofrendantes muestra algunos aspectos sobre las ofrendas. Lo primero es que Dios es el que las pide; lo segundo es que hay que ofrendar lo que Dios pide y no lo que cada quien piense que es mejor; lo tercero es que hay que hacerlo en el momento adecuado y no en su propio tiempo; lo cuarto es que representa un acto público; en quinto lugar es un acto de humillación; en sexto lugar Dios mira más allá de lo externo, mira el corazón.

 

«Dios está siempre más interesado en el dador que en el regalo»1.

 

«Pasado un tiempo, Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda al Señor. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de la grasa de ellas. Y miró el Señor con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín ni a su ofrenda, por lo cual Caín se enojó en gran manera y decayó su semblante». Génesis 4:3

La ofrenda dada por Abel fue testificada por Dios mismo. La acción de Abel llamó la atención divina y no fue solamente la primera sino según el libro de Hebreos, (Hebreos 11:4) fueron varias ofrendas. Abel disfrutó de todo corazón el dar sus ofrendas y seguramente su vida fue transformada a una vida de íntima relación con Dios a tal punto que Dios hace un alto en su labor infinita para disfrutar del ofrecimiento de Abel2.

La palabra hebrea que se utiliza aquí para ofrenda es Minjáh, según el diccionario lexicón de Brown, aparece 211 veces en la Biblia y traduce como regalo, homenaje, ofrecimiento, presente, ofrenda, sacrificio; obsequio de cereales junto con la oveja que se sacrificaba en holocausto, es decir se quemaba. Esta clase de ofrenda podría ser incruenta o cruenta.

Las otras dos palabras hebreas para ofrenda son Terumáh que según el DBD aparece 76 veces y traduce como contribución. La tercera es Corbán la cual aparece 82 veces en el Antiguo Testamento y su significado es ofrenda o don. La suma de las tres da 369 referencias bíblicas y los significados de cada una de ellas son diferentes entre sí, pero todas apuntan a lo mismo. Glorificar a Dios como el proveedor de nuestros bienes.

 

 

 

 

«Muchas veces Dios da en un instante lo que negó durante largo tiempo.»

Tomás de Kempis

 

 

Capítulo 2

DIOS, EL MAYOR DADOR

 

La Biblia asegura que Dios es el Creador; creó este mundo, las plantas, los animales y al ser humano. Antes de crear al ser humano le preparó un hermoso ambiente en donde vivir. También narra que además de ser creador, Dios es sustentador; provee generosamente de alimento, techo, vestido y muchas otras cosas que son necesarias para que la vida en esta tierra sea mejor y agradable.

Otro regalo que otorga, es la salvación. A través de su Hijo amado, trazó un plan maravilloso para rescatar a todos de las garras de Satanás, esto se le llama plan de redención. La cruz es la mayor evidencia de amor de Dios para con sus hijos. Jesús aceptó venir a rescatar de la esclavitud del pecado y pagó con su sangre inocente un precio muy alto pero, ¡logró su objetivo! El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo lo dieron todo por la raza humana.

 

El ofrendar facilita a que Dios dé. Mientras más se da, más da Dios a cada uno; mientras menos se da, menos da Dios. Aquel que reciba luz y conocimiento.

 

El ofrendar facilita a que Dios dé. Mientras más se da, más da Dios a cada uno; mientras menos se da, menos da Dios. Aquel que reciba luz y conocimiento.

Génesis 3, relata la historia de la caída de los primeros padres. El fallo de Adán y Eva como mayordomos hizo que se perdiera el gozo de la presencia de Dios en primer lugar. La armonía entre ellos se echó a perder porque cada uno empezó a recriminar al otro (Génesis 3:12). Tuvieron el descaro de culpar a Dios de su caída. En segundo lugar, la naturaleza entera se vio afectada al producir ahora cardos y espinas (Génesis 3:18-20) y por último, Satanás esclavizó a la raza humana bajo su dominio, pero Dios no permitió que su propósito final fuera estorbado, se produciría un paréntesis en los planes de Dios que muy pronto terminará.

Por culpa del pecado, la raza humana destruyó un hermoso regalo, su salud, por lo que ahora debe sufrir las consecuencias de diferentes enfermedades. Dios también es sanador. Isaías 53:3 menciona que «él llevó nuestras dolencias y por sus llagas fuimos curados». Cuando Jesús estuvo en esta tierra, dedicó gran parte de su tiempo a curar a los ciegos, a los cojos, a los mancos, a los leprosos y a todos los enfermos que acudieron a él por sanidad.

Debido a la esclavitud abyecta del pecado, otros seres humanos permitieron ser poseídos por demonios y sus vidas fueron destruidas por la maldad de Satanás. Jesús vino a dar libertad a los cautivos del Diablo (Lucas 4: 18). Muchas historias bíblicas del Nuevo Testamento relatan que los demonios tenían que salir de la vida de estas personas y quedaban libres para vivir una vida de gratitud para con su Libertador y Salvador.

Al ver todas estas bendiciones como: la vida, la salud, la alimentación, el vestido, el techo y especialmente la salvación a través de Jesús mediante el plan de la redención, solo queda decir: ¡gracias al Señor por todo lo que ha hecho! Pero la gratitud debe extenderse más allá de la expresión y hacer que trascienda hacia acciones concretas como: ser fiel a Dios en una vida consecuente poniendo los talentos, tiempo, tesoros y templo (cuerpo) al servicio de su causa. Es importante entender que es imperante ser generoso con las posesiones ya que Dios ha sido muy generoso con lo que Él es y tiene.

Cuando Dios da, da abundantemente, es muy generoso. En la época de Cristo, la gente compraba los cereales en bultos, muchos vendedores vaciaban el grano en una medida, sin permitir que el comprador lo remeciera para asentarlo bien, no es así con el Señor, Él da «medida buena, apretada, remecida y rebosando» (Lucas 6:37).

El ofrendar facilita a que Dios dé. Mientras más se da, más da Dios a cada uno; mientras menos se da, menos da Dios. Jesús dijo: «Porque con la misma medida con que medís (dan), os volverán a medir» (a dar) (Lucas 6:38b).

Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento establecen la enseñanza de que: Cuando damos a Dios, Dios nos da. Dios no es pobre, tampoco es tacaño, le gusta darles a sus hijos, pero es preciso cumplir sus condiciones: «Dad y se os dará» (Lucas 6:38).

Dios no pide que se le ofrende porque esté necesitado, Él dice: «Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; Porque mío es el mundo y su plenitud» (Salmo 50:12).

Dios quiere que sus hijos ofrenden porque anhela que sean como Él. Dios es generoso y desea que todos sean generosos. Otra razón por la que Dios pide ofrendar es para que cada uno pueda «hacerse tesoros en el cielo» (Mateo 6:20). No es posible depositar el dinero en el banco y enviarlo al cielo, pero sí se puede ofrendar para ganar a otros para Cristo. Esto significa hacerse tesoros en el Cielo.

Así como el Padre da, Cristo también se ofreció a sí mismo para lograr la salvación. El apóstol Pablo en la primera carta a Timoteo, dice que: «grande es el misterio de nuestra fe ya que Cristo se manifestó en hombre» (1 Timoteo 3:16). Era la única manera de liberar de la esclavitud del pecado. Jesús se sometió al Padre como un mayordomo fiel, vino a este mundo a servir, a cumplir con la ley, a ser guiado por el Espíritu Santo. Desde el vientre hasta su resurrección Cristo vivió bajo la orientación del Espíritu Santo. Su misión en esta tierra era predicar sobre el reino de los cielos. Como creyentes y buenos mayordomos es preciso seguir el ejemplo de Cristo para glorificar su nombre así como él glorificó a su padre, haciendo la tarea que el Padre le encomendó.

Cristo estuvo de acuerdo y quiso venir a este mundo consciente de lo que le esperaba. Como lo expresa el apóstol Pablo3:

«Quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos» (Filipenses 2:6 y 7). El Hijo de Dios era rico en poder, pero se sometió humildemente a la debilidad humana; era rico en gloria, pero puso a un lado su esplendor para ser semejante a los hombres4 …Jesús estableció un perfecto ejemplo de mayordomía al usar todo lo que tenía, incluyendo su propia vida para hacer la voluntad de Dios.

¿Cuán dispuesto está a dar de sus bienes para la causa divina en este tiempo, cuando la maldad abunda y hace falta recursos para adelantar la misión dejada por Cristo a sus discípulos? Antes de responder, dedique un tiempo a repasar la vida de Cristo, a mirar por los ojos de la fe, una vida llena de amor incondicional y de servicio desinteresado. Al mirar así a Jesús, dese permiso de ver que la Gloria de Dios consiste en dar. Es la ley de la vida cristiana; es el principal motivo para vivir en esta tierra. Lo contrario será una apariencia de piedad, una negación de la fe.

 

 

 

«El amor es sacrificio, éste sólo es posible cuando se emerge de sí propio para vivir en el otro».

Soren Kierkegaard

 

 

Capítulo 3

OTROS REGALOS ESPIRITUALES DE DIOS

 

Además del inmenso regalo que Dios dio al entregar a su hijo por los pecadores, el cielo entregó una gran cantidad de otros regalos u ofrendas que son un aliciente para afrontar el arduo caminar en esta tierra. Estos regalos pueden convertirse en un tesoro que enriquezca integralmente la vida de quien los recibe y los aprecie sabiendo que son don de Dios.

 

La Gracia

«Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;

y esto no de vosotros, pues es don de Dios». Efesios 2:8

 

La gracia es un «don inmerecido»; Dios la ha derramado generosamente sobre este mundo pecaminoso y si no se le rechaza, alcanzará y transformará cada vida permanentemente.

El apóstol Pedro menciona en primera de Pedro 1:12 que aún los ángeles se asombran de este gran regalo para los pecadores. Si Dios no hubiera dado este regalo, el mundo viviría desesperanzado. La gracia es la disposición de Dios de dar más de lo merecido. Él pudo castigar al hombre desde el principio pero en su amor decidió brindar una oportunidad para que existiera la opción de escoger o rechazar su amor. Dejó la gracia para que el poder de elegir fuera personal.

 

 

El Arrepentimiento

Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;

el corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

Salmos 51:17

 

El ser humano por iniciativa propia, es incapaz de buscar el arrepentimiento. La historia del pecado de David con Betsabé (2 Samuel 11) demuestra que él pudo tener un verdadero arrepentimiento por el pecado cometido. Ellen White declara: «su arrepentimiento fue sincero y profundo. No trató de disfrazar su culpa, y su oración no fue inspirada por el deseo de escapar el juicio que lo amenazaba. David vio la enormidad de su transgresión y la contaminación de su alma; aborreció su pecado». Además agrega «Un arrepentimiento como éste es algo que está más allá de nuestro propio poder; se obtiene únicamente de Cristo, quien ascendió a lo alto y dio dones a los hombres»5. Este pensamiento asevera que realmente es un regalo del cielo disponible para todo pecador que anhela tener una vida limpia de maldad. Cuando el pecador va a Cristo, él lo recibe plenamente, recibe la virtud que lo capacita para tener un verdadero arrepentimiento. Es un milagro celestial obrando en la vida del cristiano.

Al capacitar Dios al hombre para recibir el arrepentimiento, éste no debería dudar jamás de su poder. Él está más que dispuesto para ofrecerlo. Solo es preciso tomar la decisión de ir a Cristo, con un corazón contrito y humillado.

 

La Fe

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera,

la convicción de lo que no se ve. Hebreos 11:6

 

Fe es confiar al 100% en Dios y en lo que él ha prometido para sus hijos. Jesús enuncia en Lucas 17:6 que no hay que tener mucha fe sino tener fe verdadera y aún si ésta fuera como un grano de mostaza, dará frutos maravillosos. La fe es un obsequio que está a disponible siempre que se le busque. Existen bastas experiencias en los cuatro evangelios de hombres y mujeres que tuvieron fe. El centurión (Lucas 7:1-10), la mujer encorvada (Lucas 13:10-17), la mujer con flujo de sangre (Lucas 8: 43-48), la mujer sirofenicia (Marcos 7:24-30), el paralítico bajado desde el techo (Marcos 2:14-16), el cojo en la puerta de la hermosa (Hechos 3:1-26), el ciego Bartimeo (Marcos 10:46-52) entre otros, son vivencias que se pueden reproducir hoy en día si recibimos el regalo de la fe.

Dios pide a sus hijos que tomen el regalo de la fe para que puedan conocer el plan de la salvación en Cristo Jesús y lo acepten sin temor, sin dudas y así logren tener la certeza de que este plan los llevará a un mundo maravilloso, un mundo sin pecado donde reinará y habitará con todos los que creyeron en él.

 

La Justicia

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado,

para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

2 Cor. 5:21

 

Según la RAE (Real Academia de la Lengua Española), justicia es un principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece. En términos humanos a este principio se le encuentra actualmente en total deterioro. Es difícil creer y aceptar la justicia emitida por el hombre en los juzgados. Es alta la probabilidad de que ésta sea «arreglada» o distorsionada para favorecer a unos y perjudicar a otros según convenga. La justicia divina es diferente, no es un qué sino un alguien. Cristo Jesús vino del Cielo para dar el gozo y lograr que el mundo disfrutar de paz.

Si Cristo no hubiera venido a este mundo y hubiera hecho el mayor trueque de la historia estaríamos condenados a la pérdida de la vida eterna. La justicia divina es justa y trasparente. Es la oportunidad máxima de poder lograr el perdón de los pecados para ser justificados por la fe y entonces ser idóneos para vivir en la patria celestial.

Una frase de Martin Lutero dice: «simul iustus at pecator», que traduce simultáneamente justos y pecadores. Solo Cristo puede lograr que mortales pecadores sean declarados justos porque en su amor infinito decidió tomar forma humana y cargar sobre sí todos los pecados de la humanidad. El único requisito es aceptar el trueque y gozar de su justicia.

 

La Verdad

«Santifícalos en tu verdad, tu palabra es verdad».

Juan 17:17

 

El mundo dice que no hay verdad absoluta pero la Palabra de Dios asegura que sí la hay y que está a disposición del pecador como un don del Cielo. Este regalo permite tener una guía en un mundo de tinieblas. «Yo soy la verdad» dice Juan 14:6.