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Ester Busquets Alibés

Ética del cuidado
en ciencias de la salud

A partir de la lectura
de La muerte de Iván Ilich de Lev Tolstói

Herder



Diseño de la cubierta: Caroline Moore

Edición digital: José Toribio Barba

© 2019, Ester Busquets Alibés

© 2019, Herder Editorial, S.L., Barcelona

ISBN: 978-84-254-3977-3

ISBN digital: 978-84-254-3978-0

1.ª edición digital, 2019

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Herder

www.herdereditorial.com


ÍNDICE

PRÓLOGO

INTRODUCCIÓN

LA ÉTICA DEL CUIDADO. MARCO TEÓRICO

El cuidado como elemento antropológico y ético

La ética del cuidado: orígenes, fundamentación y modelos

La ética del cuidado y la ética narrativa

TOLSTÓI Y LA MUERTE. VIDA, OBRA Y PENSAMIENTO

La muerte en la vida de Tolstói

La muerte en la novela corta de Tolstói

La muerte como desencadenante de la filosofía moral de Tolstói

APROXIMACIÓN A LA NOVELA LA MUERTE DE IVÁN ILICH

Esbozo argumental de la obra

El sentido filosófico de la obra

LA MUERTE DE IVÁN ILICH. UN MODELO DE ÉTICA DEL CUIDADO

Algunas cuestiones acerca de su fundamentación

La narración como base del modelo de la ética del cuidado

LAS VIRTUDES DEL MODELO DE LA ÉTICA DEL CUIDADO EN LA MUERTE DE IVÁN ILICH

La disponibilidad

La veracidad

La competencia

La confianza

La paciencia

La comprensión

La afabilidad

El consuelo

La alegría

El cuidado de sí

CASOS PARA LA REFLEXIÓN A PARTIR DE LA ÉTICA DEL CUIDADO DE TOLSTÓI

BIBLIOGRAFÍA

A Joan y Rosalia

La vida del mundo y nuestra propia vida
están confiadas al cuidado de alguien.

LEV TOLSTÓI

PRÓLOGO

Uno de los efectos más positivos de la revolución femenina que comenzó el siglo pasado y que se prolonga hasta hoy ha consistido en superar una injusta división del trabajo que adjudicaba funciones distintas y exclusivas a los hombres y a las mujeres. Mientras ellos ocupaban el espacio público y desempeñaban trabajos remunerados y socialmente reconocidos, ellas permanecían en el ámbito doméstico, a cargo de la vida familiar y al cuidado de sus miembros, una dedicación tan «natural», dadas las características biológicas de la mujer, que no merecía reconocimiento alguno. Gracias a las reivindicaciones feministas, a medida que las mujeres han ido accediendo a un mundo que no les pertenecía, los valores se han transmutado. Las relaciones privadas han adquirido una relevancia que nunca tuvieron. Una relevancia pública, de acuerdo con el lema feminista de que «lo privado es político».

Cuidar siempre ha sido una necesidad derivada de la condición vulnerable y limitada del ser humano. Una necesidad de la que ancestralmente se han hecho cargo las mujeres, que ha estado relegada al ámbito de lo doméstico y, por lo mismo, ha sido invisible a los ojos de la sociedad. Por fortuna, desde hace unos años ha dejado de ser así. Cuidar de los demás sigue siendo una necesidad básica que no decrece a pesar de los avances tecnológicos. Una necesidad tan perentoria que no debe apelar solo a la responsabilidad de las mujeres, cuidadoras natas por imposición del destino, sino a la responsabilidad de todos. Como ocurre con el resto de valores éticos, el cuidado debe universalizarse.

De la ética del cuidado trata el estudio que fue para Ester Busquets el tema de su tesis doctoral. Como filósofa y enfermera, profesora de ética para estudiantes de ciencias de la salud, a Busquets no le han faltado motivos ni interés para abordar el sentido que debe tener el cuidado en el tratamiento sanitario. Para hacerlo ha recurrido a un autor poco estudiado por los filósofos (con el permiso de Wittgenstein, que sí vio en él una fuente de inspiración irremplazable): Lev Tolstói. En la obra del escritor ruso se pone de relieve una de sus teorías más conspicuas: que el amor a los demás es lo único que puede aliviarnos de la angustia ante la muerte y que la compasión hacia el vulnerable es el meollo de la vida auténtica. En especial, el relato La muerte de Iván Illich ha venido a ser un manual de uso para muchos profesores a la hora de ilustrar la ética del acompañamiento ante la muerte. Ester Busquets convierte este breve e insuperable relato en el paradigma del cuidado. Lo analiza con esmero, exprime hasta la última gota todos los significados extraíbles de sus escasas páginas, que le dan la base para proponer un catálogo de lo que debieran ser las «virtudes del cuidado». En la atención discreta y silenciosa que el criado Gerasim dispensa a su amo moribundo, descubre las diez virtudes que hacen del cuidado uno de los valores éticos más básicos.

Desde que Carol Gilligan situó el cuidado en el punto de mira de la filosofía y la psicología de la moral, el alcance de dicho valor ocupa un lugar cada vez más amplio en la bioética y en sus derivados, como lo es la ética de la asistencia social. Para la enfermería, el cuidado del paciente ha sido siempre el objeto y el fin de su actividad profesional. Hoy el cuidado desborda el ámbito de la enfermería e incluso de las profesiones sanitarias y asistenciales. Si hay necesidad de cuidados es porque somos finitos y dependientes, porque la vulnerabilidad nos constituye. Cuidarnos unos a otros es una exigencia más de nuestra vida en común, porque lo exigen los que se encuentran en situaciones de indefensión y dependencia y porque, nos guste o no, todos somos a la vez dispensadores y receptores de cuidados. Es una obligación que nos concierne como humanos, aunque de distinta manera y en distintas etapas de la vida.

El libro de Ester Busquets tiene una primera motivación académica que cumple con creces, lo que hace de él un excelente texto para la enseñanza de la ética del cuidado. Pero su valor no queda restringido al ámbito de la docencia. La ética no es solo una disciplina académica ni una asignatura que algunas titulaciones incluyen en su plan de estudios. La ética tiene que ver con el vivir bien todos juntos, con el comportamiento correcto en cada caso, con la excelencia profesional. Nada de lo cual es ajeno a la dimensión del cuidado. Aunque Busquets desarrolla su estudio con el fin de que sea útil a los profesionales de la salud, el libro es al mismo tiempo una excelente introducción a la ética del cuidado en sí misma, un análisis completo de las dimensiones del cuidado y de su justificación como imperativo ético. Explica la conexión entre la antropología y la ética del cuidado como respuesta a la esencial precariedad humana, da cuenta de cómo se articula el valor del cuidado en las distintas teorías éticas y, muy en especial, con respecto al valor de la justicia cuya importancia y centralidad para la ética ha eclipsado hasta ahora la importancia del cuidado. El catálogo de virtudes que propone, y que constituye el capítulo más creativo y original del libro, es un excelente motivo para la reflexión sobre las actitudes que cualquier persona debiera desarrollar como antídoto a las tendencias egoístas y autosuficientes que predominan en nuestro mundo. En un terreno más pragmático, es una guía pedagógica que orienta y ayuda en el ejercicio de las profesiones sanitarias y de cualquier actividad destinada a paliar el sufrimiento humano.

VICTORIA CAMPS

INTRODUCCIÓN

El libro que tenéis en las manos trata sobre la ética del cuidado aplicada al ámbito de las ciencias de la salud, y también de Lev Tolstói, el gran patriarca de las letras rusas. Puede sorprender que se postule una relación estrecha entre la ética del cuidado y alguien como Tolstói que en principio no tiene nada que ver con las ciencias de la salud. Sin embargo, creemos que es precisamente en este nexo donde radica la originalidad de este trabajo. El objetivo del libro es poner de relieve el contenido implícito de la ética del cuidado presente en La muerte de Iván Ilich, una novela breve publicada a finales del siglo XIX.

Del mismo modo que afirmamos que el siglo XXI es, y será, el siglo de las mujeres —porque ya nadie puede detener la revolución que supone el feminismo—, también afirmamos, con igual convicción, que este siglo está llamado a revolucionar la concepción tradicional del cuidado. Si lo más humano del ser humano es el cuidado, en adelante no puede quedar relegado a la vida privada de las mujeres y permanecer invisible a los ojos de la sociedad. El cuidado constituye un fundamento imprescindible tanto en el ámbito de las ciencias de la salud como de la vida en común. Somos seres interdependientes que vivimos en un marco de relaciones mutuas de cuidado. Si no cuidamos y no nos cuidan cuando lo necesitamos, si no nos sentimos responsables frente a la vulnerabilidad ajena, se quebrantan los cimientos de las profesiones de cuidado, y naturalmente también los cimientos de la humanidad. Por ello cabe desfeminizar el cuidado, redescubrirlo como un valor universal y situarlo en el centro de la vida pública.

En la elaboración de su pensamiento moral, a pesar de pertenecer a otra época histórica, y sin haber asistido a la revolución actual de los cuidados, Tolstói fue muy sensible a la absoluta necesidad del cuidado. Con su pluma hábil y brillante construyó una gramática del cuidado que es perfectamente aplicable en el contexto de las profesiones vinculadas con las ciencias de la salud, ya que todas ellas son profesiones relacionadas con el cuidado.

Para desarrollar el propósito de este libro, que consiste en explicitar el modelo de la ética del cuidado de Tolstói en el marco de las ciencias de la salud, nos parece imprescindible presentar los aspectos teóricos de la ética del cuidado y ofrecer, al mismo tiempo, una aproximación a la vida, la obra y el pensamiento del escritor. De acuerdo con el objetivo establecido, dividimos esa obra en tres partes.

En la primera parte (capitulo 1) analizaremos la conexión entre los elementos antropológicos y éticos del cuidado, porque la vulnerabilidad inherente a la naturaleza humana precisa del cuidado como respuesta ética a esa precariedad. La ética del cuidado es el esfuerzo de fundamentar la respuesta ética ante la fragilidad. Para acercarnos a la teorización de la ética del cuidado describiremos sus orígenes en relación con la ética de la justicia, a fin de constatar las diferencias, y al mismo tiempo la complementariedad, entre el modelo basado en los derechos y el modelo basado en la responsabilidad. A pesar de las dificultades en la fundamentación de la ética del cuidado intentaremos apoyarnos en la articulación entre la ética feminista, la ética de las virtudes y la ética principialista, pues consideramos que la complementariedad entre teorías da solidez a su fundamento. En esta parte también se presentan algunos de los modelos más relevantes de la ética del cuidado.

El hecho de vincular la ética del cuidado con la ética de la virtud nos permitirá acercarnos a la ética narrativa, un nuevo enfoque pedagógico que pretende mejorar, a través de los relatos —la narración— la interpretación, la comprensión y el acompañamiento en las relaciones de cuidado. En este sentido La muerte de Iván Ilich es una obra muy apropiada en el contexto de la ética narrativa. Sin embargo, consideramos que no se puede comprender la ética del cuidado implícita en la obra de Tolstói sin conocer, aunque sea someramente, la vida, la obra y el pensamiento del autor.

En la segunda parte (capítulos 2 y 3) queremos mostrar la profunda y rica interdependencia entre la vida, la obra y el pensamiento del escritor de Yásnaia Poliana. En el capítulo 2 veremos que el concepto que Tolstói tiene de la muerte y sus experiencias con esta cruda realidad se manifiestan en sus novelas y son el núcleo a partir del cual elabora su pensamiento. La filosofía moral de Tolstói, que nace de su miedo a la muerte, une la felicidad propia con la felicidad de los demás. Para el moralista ruso quien vive por sí mismo no podrá llegar nunca a la felicidad y no vivirá. En cambio, quien ama y busca la felicidad de los demás será feliz y vivirá realmente, porque esta es la razón de la vida. El escritor ruso encuentra en el amor el sentido de la vida, es decir, una solución a la angustia vital producida por la experiencia humana de la finitud. En La muerte de Iván Ilich podemos encontrar condensadas todas las ideas de su filosofía moral; por ello, en el capítulo 3, después de presentar un esbozo argumental del relato, se hace un análisis filosófico que contiene las bases de una ética del cuidado aplicable a las profesiones del ámbito de las ciencias de la salud.

En la tercera parte (capítulos 4, 5 y 6) se elabora en primer lugar el marco teórico en relación con la ética del cuidado de Tolstói. Su filosofía del amor a los demás —que él considera que es la única vida auténtica— deviene una ética de la compasión hacia el vulnerable. Fiel a su filosofía del amor compasivo, el autor ruso ofrece en La muerte de Iván Ilich un excelente paradigma de lo que constituye una ética del cuidado en la sugerente descripción de la relación entre el cuidador llamado Gerasim y el enfermo Iván Ilich. Tolstói no solo nos dice que hay que acoger al vulnerable y cuidarlo, responder a sus necesidades, también ejemplifica cómo se debe cuidar del otro. La propuesta, o el modelo, lo descubrimos en un fragmento muy bello del capítulo vii de la novela. El escritor, mientras narra cómo Gerasim atiende a Iván Ilich, nos presenta las virtudes necesarias para llegar a una forma de cuidado excelente.

En el capítulo 5 se describen las diez virtudes que constituyen el modelo de la ética del cuidado de Tolstói. Al final de la descripción de cada virtud hay un breve apéndice que permite ver cómo se pueden aplicar dichas virtudes en el contexto de las ciencias de la salud, con la finalidad de hacer posible una auténtica transformación de la realidad, nuestra realidad. En el último capítulo se ofrece la posibilidad de continuar la reflexión sobre las virtudes del cuidado a través de la narración de algunos casos clínicos. El objetivo de este compendio de diez casos, que se corresponde con las diez virtudes del modelo, es ayudar a los profesionales del ámbito de las ciencias de la salud a interpretar y comprender mejor los diferentes aspectos de las relaciones interpersonales, para analizar qué actitudes se deben consolidar y cuáles se pueden mejorar en el desarrollo del cuidado.

Cabe decir que a pesar del nexo argumental que une las tres partes del libro, el lector puede leer cada una de modo independiente. Y sin que importe cuál lea, cada una pretende que quien se acerque a ellas jamás deje de preguntarse cómo debemos relacionarnos con los demás, porque somos lo que somos gracias a que otros nos han cuidado y nos cuidan; somos responsables de devolver el cuidado recibido a nuestro alrededor. En esa responsabilidad los profesionales del ámbito de las ciencias de la salud adquieren un protagonismo social muy importante: la sociedad confía en que, pase lo que pase en la vida de quienes la integran, los profesionales de la salud estarán allí para cuidarlos.

Quisiera dar las gracias a todas las personas que han contribuido a que este trabajo viera la luz: a Victoria Camps, por su amabilidad en la redacción del prólogo. A Begoña Román, Joan Mir y Montse Busquets, por la revisión del manuscrito y por permitirme aprender siempre a su lado. A las enfermeras de la Comisión Deontológica del Colegio de Enfermeros y Enfermeras de Barcelona, por sus valiosas reflexiones en torno a la ética del cuidado. A Francesc Torralba, por haber confiado desde el principio en este libro y a su inmensa paciencia esperando la llegada del manuscrito. Y un agradecimiento a los que siempre cuidan de mí, especialmente a Ester, Ramon y Maria, a pesar de que el libro nos haya robado muchas horas de vida compartida.