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© 2019 Karina Petrovich/ @ 2019, Sin Fronteras Grupo Editorial / ISBN: 978-958-5564-33-6 / Impresión en Colombia_ Octubre 2019 / Coordinador editorial: Mauricio Duque Molano. / Edición: Marcela Zaraza D. / Diseño & diagramación: parentesisdc.com / Fotografía de portada: José Urdaneta / Editora Geminis S.A.S. Reservados todos los derechos. No se permite reproducir parte alguna de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleado - impresión, fotocopía, etc. -, sin el permiso previo del editor. / Sin Fronteras Grupo Editorial, apoya la protección de Copyright.

Diseño epub:

Hipertexto – Netizen Digital Solutions

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A Bruno y Mila:

Gracias por elegirme e inspirarme a liberar mi magia y fluir poderosa

INTRODUCCIÓN

Parte 1: CLARIDAD

FUENTE DE PODER N.° 1: CONOCERTE

FUENTE DE PODER N.° 2: TUS METAS

FUENTE DE PODER N.° 3: ACCIÓN, ACCIÓN, ACCIÓN

Parte 2: EMPODERAMIENTO

FUENTE DE PODER N.° 4: CREER EN TI

FUENTE DE PODER N.° 5: TUS EMOCIONES

FUENTE DE PODER N.° 6: AMARTE

FUENTE DE PODER N.° 7: MENTALIDAD DE ÉXITO

FUENTE DE PODER N.° 8: TUS RITUALES DE PODER

FUENTE DE PODER N.° 9: SER MAMÁ

Parte 3: BALANCE

FUENTE DE PODER N.° 10: VALORA TU TIEMPO

FUENTE DE PODER N.° 11: CREA TU BALANCE

FUENTE DE PODER N.° 12: TU SISTEMA DE SOPORTE

NOTAS AL PIE

Introduccion

Cuando estaba embarazada de mi hija Mila cuando entendí el verdadero significado del empoderamiento. No tengo cómo explicártelo, pero durante todo el embarazo sentí su fuerza y su energía. Sin conocerla ya la conocía. Durante las 42 semanas que nuestros corazones estuvieron en un mismo cuerpo ella me lo hizo saber, no solo me hizo sentir quién era sino que también me contagió con su energía y poder.

Durante el embarazo me sentí lo más segura y creativa que jamás me he sentido en mi vida. En ese tiempo refiné mi marca, hice una nueva página web y nació Mi Paca, mi agenda-planificador, que lancé el mismo día que Mila cumplía cinco meses de nacida.

Esa misma fuerza y energía que sentí cuando estaba en mi panza es tal cual como es mi hija hoy. Segura, decidida, independiente, curiosa, creativa, fuerte y dulce a la vez. La misma energía que me contagió creciendo dentro de mí es la energía con la que hoy contagia a todos a su alrededor.

Esa experiencia me hizo confirmar lo que desde hace tiempo pensaba, creo firmemente que todas nosotras venimos con una fuerza, una energía, un mensaje para enseñar y entregar. Venimos con una mezcla única de dones y talentos para cumplir con una misión, estos son nuestras herramientas más importantes y poderosas.

Todas brillamos con una luz tan única como nuestras huellas digitales. A eso yo le llamo tu magia, porque son cosas visibles e invisibles que son parte de ti que te hacen inigualable.

«Magia es el poder de influenciar tus resultados y crear maravillas usando tu fuerza natural, tu luz y tu mezcla única de talentos».

El problema con esa magia es que, aunque naces perfecta para cumplir con esa misión, a lo largo de tu vida te dicen y te ocurren cosas que poco a poco la han ido enterrando, encerrando o escondiendo. Probablemente, y en gran parte, tu magia está oculta detrás de tus miedos, inseguridades, las opiniones de los demás, tu pasado o tu zona de comodidad.

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Tu magia te la entregaron para aprovecharla y maximizarla en cada cosa que hagas, para que no pase un solo de día de tu vida en que no la uses y la compartas. Tu propósito es que con ella puedas hacer que el mundo sea un mejor lugar mientras estés aquí y dejarla impregnada en el legado que construyas para los que vienen después de ti.

Tu propósito es liberarla si está escondida o encerrada y el mío, con este libro, es enseñarte cómo puedes hacerlo. Una vez lo hagas podrás fluir poderosa en todos los aspectos de tu vida.

FLUYENDO PODEROSA

Desde siempre, he sentido mucha curiosidad y he estudiado todo lo relacionado con el potencial de las personas, especialmente de las mujeres. Recuerdo observar y preguntarles cosas a las amigas de mi mamá, tanto a las que veía más felices, como a las que no. ¿Por qué algunas lograban superar los retos que se encontraban en el camino y otras no? ¿Por qué bajo las mismas circunstancias y contextos, unas decidían superarse, perseguir sus sueños y otras no?Mi propio camino de liberar mi magia, lograr mis metas y empoderarme ha sido de todo, menos sencillo, ha estado lleno de muchos retos y cambios pero, sobre todo, de muchos aprendizajes.

En ese camino me pasó algo maravilloso. Durante mis sesiones de coaching, conferencias, en conversaciones con mi comunidad de amigas y madres me encontré con miles de mujeres con los mismos retos, inseguridades, miedos y excusas que nos limitan e impiden conectarnos para poder entregar lo mejor que tenemos para lograr lo que queremos.

Esto lo que hizo fue intensificar mi búsqueda por encontrar esa forma de conectar con nuestro potencial, trabajar mejor y más eficientemente, donde estamos empoderadas maximizando nuestros talentos, conectadas con nuestros dones y nuestro propósito, mientras integramos y convivimos con todos nuestros roles en armonía.

¿ES ESO EN REALIDAD POSIBLE?

Me di cuenta de que estaba equivocada, esto no era algo que tenía que encontrar, sino algo que tenía que crear.

Sí, crear ese flow o esa forma de ser y trabajar que te hará fluir hacia lo que sueñas; fluir a pesar tus miedos, fluir sobre obstáculos y retos, fluir sobre excusas y convertirte en tu mejor aliada en lugar de tu único límite. Tu flow personal es ese balance en el que combinas claridad, empoderamiento, equilibras tus habilidades, tu pasión, tu productividad y tu manera de pensar, para mí es lo más importante cuando se trata de construir eso que tu definas como éxito. Liberar tu magia y alcanzar ese estado de flow es lo que te permitirá entregar lo mejor de ti en todo lo que haces para lograr más y mejores resultados, que tu energía literalmente «fluya» en la dirección de tus metas.

TU PODER ES SABER QUE TIENES EL PODER.

El empoderamiento no es más que el proceso de aumentar tu capacidad para tomar decisiones, de transformar esas elecciones en acciones y esas acciones en los resultados que deseas. En pocas palabras, convertir los «no puedo» en «sí puedo hacerlo» con propósito y motivación.

En este libro te compartiré, una a una, cuáles son esas fuentes de poder que te ayudarán a liberar tu magia y a empoderarte para crear esa forma de fluir poderosa frente a todos los retos que te encuentres en el camino. Que tengas la convicción que para poder llegar a donde quieres tienes que crear tu propio camino, creer en él y estar segura que te llevará a donde necesitas.

Te guiaré en el uso de técnicas, ejercicios y herramientas que te permitirán trabajar de forma enfocada y eficiente, integrando todos tus roles pero, sobre todo, a sentirte plena, realizada y poderosa.

El libro se divide en tres partes; al finalizar la primera parte, encontrarás una sección entera de frases que te servirán como inspiración y motivación cuando más lo necesites. Mi meta con este libro no solo es ayudarte a conectar con tus fuentes de poder, sino que también convertirlo en tu aliado y facilitador en el logro de tus metas, que puedas recurrir a él y a los mensajes que tiene para que obtengas una fuente de empoderamiento de manera que tu vida esté llena de «sí puedo» que se convertirán en «lo logré».

¿Estás lista?

«Si crees en ti y confías en tu brillo serás imparable».

Parte 1:

CLARIDAD

«Tu mayor fuente de poder es la claridad: saber quién eres, qué quieres y qué necesitas hacer para lograrlo»

FUENTE DE PODER N.° 1: CONOCERTE

«A menudo las personas intentan vivir sus vidas al revés: intentan tener más cosas, o más dinero, para hacer más de lo que quieren para que sean más felices. La forma en que funciona realmente es a la inversa. Primero debes ser quien realmente eres, luego hacer lo que debes hacer para tener lo que quieres».

- v Young

CONOCERTE: LO MÁS GRANDE QUE PUEDES HACER POR TI

Cuando le pidieron al gran al filósofo griego Sócrates que resumiera todos los mandamientos filosóficos que había estudiado y desarrollado en muchos años, su respuesta fue: «Conócete a ti mismo». Esas cuatro palabras me han perseguido durante muchos años. Cada vez que escuchaba la palabra «autenticidad» o me preguntaban cuáles eran mis fortalezas, literalmente sentía que me dolía el estómago y que mi corazón se apretaba. Me generaba una ansiedad horrible escucharla simplemente porque la respuesta era la misma una y otra vez: nada. No podía responder y el no poder hacerlo me descomponía, porque me sentía perdida, sin rumbo y eso me hacía dudar de mi valor (¡ay!).

Hice lo que biológicamente mi cuerpo está diseñado para responder frente al dolor o la incomodidad: huir.

Me convertí en una experta en silenciar esa voz que me decía que tenía que conocerme, la voz que me decía que no estaba siendo fiel a mí misma, que tenía que hacer algo para dejar de sentirme así, que me enfrentara a esas preguntas de nuevo hasta encontrar una respuesta.

Desde que era niña, recuerdo que mi mayor deseo en la vida era complacer y gustarle a todo el mundo, que me aplaudieran, ser la mejor en todo lo que hacía, ser aceptada. Eso, por supuesto, significaba que constantemente estaba tratando de encajar en los gustos y patrones de mi entorno para poder recibir esa aceptación.

En esa búsqueda de aceptación me perdí yo, me alejé kilómetros y kilómetros de mí, dejé de ser quien realmente era para gustarle a los demás. Eso me creó una aversión al rechazo y me alejó de tomar decisiones por y para mí, pues mis decisiones se basaban en lo que era «correcto», o en lo que hacía «todo el mundo».

Por supuesto, esa forma de vivir no era sostenible. Esa Karina autoencarcelada tenía que manifestarse de alguna manera, por eso, tenía explosiones emocionales que hicieron que mi adolescencia fuera difícil, traducidos en actos de rebeldía como rasparme el pelo cuando estaba el cuarto año del colegio, hacerme mi primer tatuaje a los diecisiete años, irme de viaje sin permiso de mis padres, pelear constantemente y vivir la vida como si no hubiera un mañana.

Eran todos gritos de desesperación por poner en manos de los demás mis decisiones y mi poder.

Para agregarle otro ingrediente peligroso a esa fórmula, soy fuerte, terca y perseverante como un tractor, una vez tomo una decisión y me propongo algo lo tengo terminar así deje la piel y el alma en el intento. Eso hizo que de verdad me metiera bien en mi papel, me creía completamente ese cuento o historia que me estaba contando, aunque no fuera mía y esta me llevó a tomar decisiones como estudiar ingeniería en lugar de psicología —que era lo que realmente quería—, porque «los ingenieros son más exitosos».

Me gradué de Ingeniería Industrial en una de las mejores universidades de mi país, Venezuela. Por supuesto, mi carrera me costó lágrimas y sangre. Imagínate estudiar algo que no te gusta y además algo en lo que no eres buena: cálculo, geometría descriptiva, mecánica de fluidos, ingeniería química. ¡Dios mío! Aún tengo pesadillas en las que estoy en la universidad en un examen y siento el terror de reprobar porque no sé nada (sí es en serio, puedes reírte si quieres, yo lo hago).

Durante todo este tiempo, me di cuenta de que siempre tuve señales por todos lados, algunas más intensas como reprobar una materia tres veces, otras más tenues como despertarme y no querer ir a clases, pero nunca las escuché (recuerda que te dije que me convertí en experta en silenciar mi propia voz).

Así, pasaron muchos años tomando gran parte de mis decisiones sin ponerme a mí en primer lugar. Fue hasta que empecé a escucharme más que aprendí y pude comenzar a soltar poco a poco el enorme peso que significaba no ser yo misma y no saber quién era. Comencé a soltar, piedra por piedra, ese peso que llevaba en mi mochila de piedras que llevo a cuestas.

¿QUÉ ES TU MOCHILA DE PIEDRAS?

Todas, absolutamente todas, llevamos una mochila llena de piedras. Algunas son más livianas, otras más pesadas, pero todas la tenemos.

Las piedras de las que está llena tu mochila son todas aquellas creencias y experiencias de tu pasado que te moldearon desde niña y dieron forma a cómo percibes tu vida hoy por lo que te están limitando en tu evolución y crecimiento, y marcan el ritmo del andar de tu camino.

Es tu decisión y responsabilidad identificarlas, tomarlas y soltarlas conscientemente para poder avanzar.

Hay personas que ocultan sus piedras en carteras hermosas y costosas como si esto las hiciera menos pesadas, pero no, el peso solo crecerá con el tiempo, no importa cuánto esfuerzo pongas en ocultarlas o ignóralas. No importa cómo las cubras, esas piedras que cargas únicamente hacen que tu camino y crecimiento sean más lentos.

TE PREGUNTO: ¿SABES QUÉ HAY EN TU MOCHILA DE PIEDRAS? ¿QUÉ NECESITAS SOLTAR PARA QUE TU CAMINO HOY SEA MÁS LIVIANO Y FLUYAS MEJOR?

Esto es, sin duda, una parte importante de nuestro proceso de autoconocimiento. Mi mochila de piedras, en mi vida adulta, se convirtió en el mayor freno en mi camino.

«Vivir sin conocerte es como ir en un carro con el freno de mano todo el camino: irá forzado, lento y probablemente algo se fundirá».

Te cuento todo esto para decirte que Sócrates tenía toda la razón. Eres quien eres; cuanto antes y mejor te conozcas, te aceptes, vivas y diseñes tu vida en función a esa persona que eres, todo fluirá mejor y podrás florecer (al final para eso estás aquí).

Conocerte es lo más importante y el acto de amor hacia ti más grandioso que puedes hacer. Míralo de esta manera: no puedes amar realmente a alguien si no lo conoces (obvio que aquí no incluyo el amor que sentimos por nuestros hijos a quienes amamos desde incluso antes de poderlos sentir). Hablo del amor de pareja. Cuando empiezas a salir con una persona puedes sentir atracción, conexión, pero no puedes realmente amarla profundamente hasta que realmente la conoces y eso requiere tiempo, no sucede de la noche a la mañana.

Recuerdo una frase que me dijo la mamá de un amigo al hablar de nuestros noviecitos cuando era una adolescente: «Tal vez no elijes de quién enamorarte, pero sí eliges a quién amar».

Exactamente eso mismo pasa con nosotras, para poder amarte, valorarte y creer en ti, necesitas conocerte realmente, a partir de ahí podrás elegir amarte una y mil veces, y construir una relación saludable y poderosa contigo misma.

Para ser valiente necesitas conocerte. Cuando hablo de conocerte, no me refiero a qué color o serie de Netflix te gustan, estoy hablando de cosas grandes y profundas. Conocerte es el proceso de escucharte realmente (lo contrario de ignorarte), comprenderte en niveles más profundos que lo que está en la superficie; significa respetar tus valores, tus creencias, tu personalidad, tus prioridades, tus estados de ánimo, tus emociones, tus hábitos, tu cuerpo y tus relaciones.

Conocerse quiere decir saber y vivir tus fortalezas, tus pasiones, tus miedos, tus deseos y por supuesto, tus sueños. Significa ser consciente de tus excentricidades y locuras, tus gustos, lo que no te gusta, en qué crees, tus valores, tus tolerancias y también tus limitaciones. Se trata de saber ¿cuál es tu propósito en la vida?, tu por qué (o por lo menos saber que estás más cerca de descubrirlo cada día).

Aquí te expongo algunas situaciones que pueden suceder como consecuencia de no conocerte en profundidad:

Elegir a la pareja equivocada: nos sentimos atraídas y nos juntamos con personas que no nos hacen bien, porque sencillamente no entendemos nuestras necesidades.

Repetir patrones poco saludables de la infancia: nos aferramos inconscientemente a personas y situaciones que nos frustran de manera familiar.

No poder comunicar nuestras emociones, porque simplemente no las entendemos lo suficientemente bien. Actuamos y decidimos según nuestras emociones en lugar de aprender manejarlas o intervenir en ellas a menudo, jugándonos en contra. Por ejemplo: en una discusión, callar, gritar o huir en lugar de poner en palabras lo que estamos sintiendo.

Tener una percepción cerrada y limitada para ver nuevas oportunidades. Nos regimos por el pasado: los viejos y conocidos hábitos son los que tienen el control. No vemos lo que está sucediendo, por lo tanto, no podemos hacer nada al respecto.

Si no nos conocemos, somos demasiado vagas sobre nuestras ambiciones y lo que queremos lograr y no sabemos qué hacer con nuestras vidas. Debido a que el dinero tiende a ser una prioridad tan urgente, nos encerramos en una jaula desde la cual podemos tardar mucho en salir, o peor, vivir nuestra vida entera allí, sabiendo que las puertas siempre estuvieron abiertas.

Ser demasiado modestas: perder oportunidades y no aceptar retos porque no sabemos de lo que somos capaces.

Ser demasiado ambiciosas: no sabemos lo que no deberíamos intentar. No tener una idea clara de nuestras limitaciones, perdiendo años tratando de hacer algo para lo que no estamos preparadas.

No percibimos nuestras actitudes hacia el éxito y el fracaso. Puede ser que nos veamos (erróneamente) como no aptos para los roles más grandes, o que no creamos que merecemos lo que tenemos cuando las cosas empiezan a ir bien.

Dificultades de empatía: no reconocer las partes más vulnerables de nosotros mismos tampoco nos permite conectar profundamente con los demás.

AUTENTICIDAD: NO PODEMOS VIVIR NUESTRO SER MÁS AUTÉNTICO, SI NO SABEMOS QUIÉNES SOMOS NI QUÉ TENEMOS PARA DAR.

La falta de autoconocimiento te deja abierta a accidentes y ambiciones equivocadas. Cuando sabemos quiénes somos y qué queremos, tenemos una mayor posibilidad de evitar errores en nuestro trato con los demás y en nuestras elecciones.

Como ves, el precio por no conocernos es alto. Entonces, ¿por qué no todas lo hacemos? ¿Por qué nos cuesta tanto conocernos de verdad?

No creo que sea por falta de interés o de motivación.

Según Sigmund Freud, esto pasa porque existe, en su término, una extraordinaria «resistencia» a hacer que nuestro material inconsciente sea consciente. El inconsciente contiene deseos y emociones que desafían profundamente nuestra visión más cómoda de nosotros mismos; abrimos una caja de Pandora donde todo puede suceder. Podríamos descubrir que queremos cambiar de carrera, mudarnos, divorciarnos, separarnos de alguien, decir «sí» a cosas que tenemos años diciendo que «no», decir «no» a lo que llevamos años tolerando, desafiar la identidad que venimos construyendo por años, soltar el control o abrir el paso a la incertidumbre que aborrecemos y tenemos tanto tiempo evadiendo.

Por lo tanto, nos «resistimos» a descubrir demasiado sobre nosotras mismas en muchas áreas, porque simplemente rompe la paz a corto plazo a la que somos adictas.

Pero, por supuesto, para Freud, pagamos un alto precio por esto. La paz a corto plazo es inestable y nos excluye de los beneficios de la honestidad y lealtad con nosotras mismas a largo plazo.

Con demasiada frecuencia le decimos a nuestros pensamientos: «mejor no entres ahí», simplemente empujamos o enterramos emociones e ideas a un lado.

La resistencia significa que estamos escapando de la incomodidad, rechazo o dolor de admitir deseos particulares, especialmente cuando estos están en desacuerdo con lo que nos gustaría ser o cómo los demás quieren que seamos. Reducimos nuestro sufrimiento inmediato. Pero el inmenso costo que pagamos es que no podemos apuntar a lo que realmente nos haría felices, y eso, al final, es sufrimiento también.

La realidad es que conocerte no es una tarea sencilla y esa es la razón por la que realmente muy pocas personas se atreven a hacerlo. También por eso son pocos quienes realmente llegan a construir y vivir sus definiciones de éxito.

Conocerte es un proceso, es un camino impredecible para explorar que te pone cara a cara con dudas e inseguridades, con verdades que tal vez no quieres ver y enfrentar, con decisiones que no quieres tomar o con dolores que no quieres recordar.

Al principio, el proceso puede ser demasiado incómodo, oscuro y emocional por un tiempo, pero luego mejora y como todas las cosas en la vida, un poco de trabajo duro al principio paga dividendos en abundancia por el resto de tu vida.

***

Recuerdo que mi momento más bajo en este camino de autoconocimiento fue cuando viví en Nueva York. Todos podrían pensar que estaba viviendo una vida perfecta en la ciudad más dinámica del mundo, conociendo gente nueva, haciendo planes estupendos, pero la verdad es que nunca me sentí tan perdida como en esos dos años.

Tenía 28 años. Había renunciado al trabajo de mis sueños en marketing para acompañar a mi esposo en su carrera. Estaba demasiado feliz. Si bien sabía que no podría trabajar por temas de visa, creo que nunca medí el impacto que esto tendría en mí, hasta que teníamos un par de meses viviendo allá.

A pesar de que me puse a estudiar y tomé todos los cursos que podía (fotografía, pintura, inglés, y mi primer contacto con el coaching), tenía muchísimo tiempo conmigo, sola, como nunca en mi vida lo había tenido.

No te voy a mentir. Enfrentarme conmigo misma fue durísimo. Todas mis respuestas eran «no sé». Mis patrones de pensamiento eran en círculo. Me sentía caminando en una neblina que no me dejaba ver a treinta centímetros de mi cara. No podía mirar al futuro, no podía proyectarme, simplemente no sabía quién era, ni qué quería. Así pasé meses. Viviendo un día a la vez, disfrutando del presente e intentando tener paciencia conmigo y con mi proceso.

Mi salvavidas fue conectarme con el agradecimiento. Recuerdo que todas las mañanas me sentaba en la ventana de la sala de mi casa para ver salir a mi esposo al trabajo y me quedaba un buen rato allí, con mi café, agradeciendo las cosas que me regalaba este nuevo día y sabiendo que costara lo que me costara o el tiempo que me tomara, no iba a descansar hasta que me encontrara a mí misma.

No puedo explicarte esa sensación, pero sabía que no me iba a rendir, por más oscuro que todo se veía en ese momento, algo tenía que seguir haciendo.

Justo el día que me hicieron la despedida en mi trabajo antes de mudarme, una gerente y compañera de trabajo me dio como regalo de despedida un libro. Me dijo: «Creo que este libro puede ayudarte», como si supiera el camino que estaba por empezar. Se llamaba Dios usa lápiz labial, de Karen Berg.

Lo había empacado, pero no fue sino hasta casi seis meses después de estar en Nueva York que empecé a leerlo. El libro es sobre el Kabbalah y me introdujo a una nueva forma de mirar que no conocía, abriéndome una pequeña luz en esa neblina en la estaba.

El Kabbalah se centra en ser mejores personas cada día, en permanecer conectados con nosotros mismos, estar conscientes de la vida y dejar de actuar como si fuéramos robots o máquinas siguiendo patrones. Al terminar el libro me inscribí en el centro de Kabbalah de Manhattan, hice todos los cursos y hasta terminé trabajando ad honorem en el departamento de marketing.

Ese libro inició un viaje de autodescubrimiento que comparto con ustedes aquí hoy: cómo conocerme a mí misma me ayudó a tener el coraje para vivir la vida que se supone debo vivir, sintiéndome plena y en paz, y eso es no es más que una consecuencia de ser sincera con mis valores, conocerme, aceptarme y vivir alineada con lo que realmente soy.

Eso no llegó solo. Lo busqué actuando, no quedándome en la ventana viendo hacia afuera todos los días. Aunque mi proceso continuó unos cuantos años más, ese momento lo recuerdo como el primer escalón de mi escalera.

No nacemos conociéndonos. No viene en el manual. No nos conocemos simplemente creciendo y envejeciendo. Conocernos es un esfuerzo consciente, se hace con intención y propósito.

Una de las sensaciones más maravillosas que sentirás en tu vida es cuando sabes que estás floreciendo y creando a la persona que se supone debes nutrir, cuidar y hacer crecer para cumplir tu propósito aquí. Saber quién eres y qué quieres, es un principio básico para el éxito por una simple razón: porque te ofrece un camino hacia una mayor felicidad y satisfacción.

Mientras más segura estés de ti, menos te importará lo que piensen los demás, lo que se traduce en que estás recuperando el control y el poder de tu vida, es tuyo, de nadie más.

Para mí fue un camino largo y rocoso, pero hoy puedo decirte que hacerlo y no rendirme cambió mi vida por completo en todos los sentidos: mi relación conmigo, mi creatividad, mis relaciones con los demás, mi forma de ser mamá, esposa y amiga.

CONOCERTE, AMARTE Y ACEPTARTE ES TU PRIMERA FUENTE DE PODER

Esa seguridad que necesitas para tomar decisiones, para tener el valor de enfrentar tus miedos, para creer en ti, tu capacidad y tu trabajo viene de la calidad de esa relación que tienes contigo, de elegir amarte tal y como eres una y otra vez.

Desde esa elección podrás diseñar una vida donde quieres lo mejor para ti y donde te asegures de que estás entregando lo mejor que tienes en cada cosa que hagas. No mediocre. No a medias. All in.

«La única forma de brillar es sabiendo cuál es tu luz, qué tienes para dar».

No se imaginan la cantidad de mujeres talentosas, maravillosas, con ganas de triunfar que he conocido en mis cursos, talleres y en mi práctica de coaching, que no quieren o no están dispuestas a abrir esta puerta de conocerse.

Muchas lo disfrazan de excusas: «no tengo tiempo», «no sé cómo hacerlo», «más adelante cuando pase X o Y».

Es un acto de valentía. Lo más fácil en quedarte flotando en el río que llevan los demás y las circunstancias de la vida.

Yo lo veo como que es necesario sumergirte debajo del agua de vez en cuando para poder ver realmente la dirección hacia dónde debes ir, para hacer esos ajustes necesarios, para tomar el timón y ajustar tus velas y dirigirte hacia dónde quieres llegar.

También he visto y acompañado a mujeres que se han atrevido y han vivido ese proceso tan familiar para mí. Las he visto emerger empoderadas de esa neblina o como diría una de mis autoras favoritas y una de mis fuentes más grandes de inspiración Brene Brown: «Desafiando el Desierto».

Es espectacular y es un honor para mí ser testigo del proceso de autodescubrimiento y empoderamiento de estas mujeres, de ver la diferencia abrumadora en sus resultados y en sus vidas por simplemente florecer.

Con guía, preparación y acompañamiento el proceso puede ser más llevadero.

En las palabras de Louis Hay: «Descubrí que solo hay una cosa que cura todos los problemas, y es saber amarte a ti mismo. Cuando las personas comienzan a amarse más cada día, es sorprendente cómo mejoran sus vidas. Se sienten mejor. Consiguen los trabajos que quieren. Obtienen el dinero que necesitan. Sus relaciones mejoran, se resuelven sus problemas y comienzan otras nuevas».

EMPRENDIENDO EL CAMINO DE CONOCERTE MEJOR

«Conocerte a ti mismo como el ser debajo del pensador, la quietud debajo del ruido mental, el amor y la alegría debajo del dolor, es libertad, salvación e iluminación».

—Eckhart Tolle

¿CUÁNTO SABES DE TI MISMA? ¿CÓMO HACER PARA CONOCERTE MEJOR?

No podemos saber qué queremos hacer con nuestras vidas simplemente haciéndonos preguntas, estas pueden ayudarnos y darnos una luz o guía, pero al final la manera más eficiente de hacerlo es experimentando, actuando. Tenemos que salir y probar cosas. Necesitamos atrevernos y hacer de la vida nuestro laboratorio de experimentos.

ESCÚCHATE

Con el ritmo de vida de hoy escucharnos es cada vez más difícil, y desafortunadamente, no le damos el puesto que realmente merece en la planificación de nuestro tiempo en el día a día. Rara vez nos animamos a desempacar nuestros pensamientos.

Cuando tenemos una conversación con una amiga no es común que incluyamos el tratar de avanzar en el entendimiento de nuestras emociones. El coaching o la psicoterapia es un recurso que solo el 1% de la población utiliza.

Parte de aumentar el autoconocimiento de una sociedad es ayudar a que la idea de la introspección sea un poco más atractiva; debe ser un concepto tan común y aceptado como pasar un fin de semana en la playa u organizar una cena en tu casa.

Tómate el tiempo que necesitas para pasar tiempo contigo a solas, no tiene que ser necesariamente una semana de retiro, puedes empezar por una hora a la semana —o lo que te funcione en esta etapa de tu vida—, pero pon en tu agenda tener regularmente citas contigo misma.

MEDITA

«La mente es como el agua. Cuando es turbulenta, es difícil de ver. Cuando está en calma, todo se vuelve más claro».

A pesar de que nuestras mentes en teoría nos pertenecen, no siempre controlamos o sabemos lo que hay en ellas. Siempre hay ideas muy claras e inmediatas, por ejemplo, que amamos a nuestros hijos, estos pensamientos se sienten obvios sin cargarnos con incertidumbre ni presionarnos por tomar una decisión.

Sin embargo, una gran cantidad de otras ideas tienden a flotar en un estado mucho más desenfocado. Por ejemplo, podemos saber que necesitamos cambiar de trabajo, pero es difícil asumir los cambios y el costo que esto tiene.

Los pensamientos desenfocados orbitan constantemente nuestras mentes, pero desde donde estamos en ese momento, desde ese observatorio (por así decirlo), no podemos captarlos claramente. Hablamos de la necesidad de «arreglar nuestras cabezas» o de «estar al tanto de las cosas», pero no es evidente qué podemos realizar para lograrlo.

Hay una respuesta al tratar con nuestras mentes que se ha vuelto muy popular en los últimos años. Basada en las tradiciones del budismo, la práctica de la meditación se ha presentado como una solución a los problemas de nuestras mentes caóticas.

Aunque yo no practicaba la meditación, desde que comencé a hacerlo me conecto conmigo; la veo como una herramienta súper poderosa, no solo de autoconocimiento, si no de productividad y bienestar en general. He visto los resultados, sobre todo en el manejo de mis emociones y en la manera como resuelvo los problemas.

La meditación nos trae la calma al ayudarnos a comprender nuestros pensamientos, evaporando así parte de la paranoia y del ruido en nuestra cabeza.

Cuando ese desorden se vuelve más claro e identificamos realmente qué hay debajo, dejan de molestarnos tanto porque, aunque no desaparecen, esta herramienta nos permite ver que son manejables o que, eventualmente, se pueden resolver.

La idea básica de la meditación es simple. Cada vez que tu mente comience a jugarte en contra, siéntate en un lugar tranquilo, centra la atención en tu respiración y date un tiempo para estar ahí.