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Foca / Investigación / 179

José Carlos Bermejo Barrera

El Gran Virus

Ensayo para una pandemia

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A lo largo de la historia, la humanidad ha sido víctima de numerosas epidemias que trajeron consigo cientos de miles, incluso millones, de muertos y causaron un fuerte impacto no sólo en la salud sino también en la economía, el orden social, y en los ámbitos religioso, cultural y científico. Las pérdidas de población, en algunos casos, fueron acompañadas por la ruina, debido a la desaparición de cientos de miles de campesinos, artesanos, soldados y profesionales especializados. La salud de las poblaciones, la economía y los vaivenes del poder político y militar siempre formaron parte de una misma realidad.

En este libro se lleva a cabo, en primer lugar, un análisis de la estructura económica global, directamente vinculada a los procesos de globalización de los mercados, de las finanzas y al incremento exponencial de los flujos de mercancías y los movimientos de población, elementos indispensables para poder comprender el impacto de la epidemia del Gran Virus.

En segundo lugar, se describen las principales epidemias conocidas a lo largo de la historia, tanto desde el punto de vista médico como del económico y social, lo que es indispensable para poder hacer el balance de la situación que vivimos en el presente. Una situación en la que no hay proporción entre las dimensiones sanitarias de la pandemia de la covid-19 y sus consecuencias económicas, financieras y políticas; una situación que saca a la luz la debilidad de nuestros sistemas sanitarios, económicos y políticos, y que deja entrever el nacimiento de un nuevo sistema de control que el autor ha denominado fascismo cognitivo.

José Carlos Bermejo Barrera, catedrático de Historia Antigua en la Universidad de Santiago de Compostela, ha desarrollado su investigación en dos campos: las mitologías y las religiones antiguas, y la teoría de la Historia. Entre sus publicaciones cabe destacar Psicoanálisis del conocimiento histórico, El final de la Historia, Fundamentación lógica de la Historia, Entre Historia y Filosofía, Introducción a la sociología del mito griego, Grecia arcaica: la mitología y Lecturas del mito griego (en colaboración). Es asimismo autor de numerosos trabajos aparecidos en revistas nacionales e internacionales relacionadas con los campos de la Historia Antigua y la Filosofía de la Historia.

Otros títulos del autor son: Rectores y privilegiados, La maquinación y el privilegio, La fábrica de la ignorancia, Moscas en una botella y La verdadera historia de la humanidad nunca jamás contada ni dibujada.

Diseño de portada

RAG

Fotografía de portada

Fernando Blanco. Por cortesía de El Correo Gallego

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© José Carlos Bermejo Barrera, 2020

© Ediciones Akal, S. A., 2020

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.akal.com

ISBN: 978-84-16842-58-2

Para Laura Llopis, memoria viva de su padre

A la memoria, querida y para siempre olvidada, de todas las víctimas de las epidemias

PRÓLOGO

Todo el universo está regido por el principio de acción y reacción, según el cual los diferentes sistemas, desde las partículas elementales hasta las galaxias, interaccionan con otros sistemas en el espacio-tiempo, tendiendo siempre a lograr el equilibrio. En el mundo de la vida, estos principios equivalentes son el estímulo y la respuesta, la acción y la inhibición, que rigen la vida de todos los seres, desde los virus hasta los seres humanos. Para sobrevivir, cada ser vivo tiene que mantener un equilibrio químico, mecánico y cognitivo con el medio en el que se desarrolla.

El filósofo y naturalista alemán Eduard von Hartmann, que se proclamaba discípulo de Arthur Schopenhauer, publicó un libro, La filosofía del inconsciente. Resultados especulativos de acuerdo con el método inductivo de la ciencia física, que en el año 1882 ya había alcanzado su novena edición. El inconsciente de Von Hartmann no tenía nada que ver con lo que luego sería el inconsciente freudiano, ni tampoco debía entenderse como un principio mental o espiritual como el Geist hegeliano, sino en un sentido mucho más materialista, aunque él no habría utilizado ese término. Para este autor, todo el universo era más bien lo que hoy llamaríamos un sistema autorregulado, un sistema de intercambio de flujos de los diferentes tipos de materias y de información, que hacía que todo él estuviese continuamente cambiando, a través de la creación y la destrucción, hasta llegar a un estado de equilibrio provisional, que siempre sería roto de nuevo. Su hipótesis sería similar a la que defendería James Lovelock con sus Edades de Gaia, cuando este autor destacó como no sólo los seres vivos forman un sistema y una cadena en el tiempo, regidos por las leyes de la evolución, sino que en esa cadena y búsqueda del equilibrio participa también por igual la naturaleza inorgánica que incluye en su seno toda la vida de nuestro planeta.

De las células a las civilizaciones, todos los principios del cambio que regulan la vida son muy similares. Enrico Cohen y otros autores lo han puesto de manifiesto. Y de esto será de lo que vamos a hablar en este libro, de la interrelación entre un virus, el Gran Virus, el coronavirus y la enfermedad asociada, la COVID-19, el que hasta el año 2020 ha causado la mayor conmoción en la vida económica, social y política del planeta, aun cuando su potencial patógeno no parezca ser tan apocalíptico. En el caso de este virus de origen animal, cuya historia se integró con la de la humanidad a finales del año 2019, no parece haber proporción entre la causa y el efecto, a la hora de medir sus consecuencias.

Todos los virus poseen una inteligencia inconsciente, pues no tienen sistema nervioso, y ni si siquiera un aparato sensorial. Gracias a esa inteligencia, cada virus, que es un ser incapaz de reproducirse por sí mismo, busca una célula viva a la que pueda perforar la coraza de proteínas que componen su membrana, para intentar llegar a su núcleo y parasitar su ADN. El sistema genético del virus, formado sólo por ARN, explotará el ADN celular y gracias a él se reproducirá exponencialmente para que su progenie continúe atacando, parasitando y destruyendo millones de células.

El virus es un ser inteligente, pero su inteligencia inconsciente se basa en la química y los intercambios moleculares. Es sólo con ese medio como se mueve, busca, encuentra y se adapta para conseguir un fin en realidad muy poco inteligente, que es destruir la mano que le da de comer. Cuanto más mortífero es un virus, menos inteligente es, pues al matar a su huésped pone fin a su propia vida, llevado metafóricamente por su prepotencia y su excesiva ambición.

Los virus son seres inteligentes, y por eso mutan para adaptarse al medio y sobrevivir, detectando a los anticuerpos de los sistemas inmunitarios de los animales, que se basan en la creación de nuevas moléculas que puedan competir con las del virus en una lucha que no es más que uno de entre los millones de enfrentamientos entre especies.

Los seres humanos, como los virus, somos seres inteligentes. Nos diferenciamos de ellos en que tenemos un sistema sensorial motriz, que nos permite percibir el mundo, movernos en él con el mismo fin: sobrevivir como especie. Pero, al ser mayores que otros animales, los seres humanos tenemos formas de organización social y económica muy complejas; y, sobre todo, tenemos el lenguaje articulado, que nos permite hablar y comunicar nuestros pensamientos.

En nuestro juego de la acción y la reacción, del estímulo y la respuesta, cuando nos enfrentamos individual o colectivamente a una situación nueva, ya sea en la vida cotidiana, o en el cultivo de cualquier ciencia, seguimos siempre el mismo patrón de conducta. Cuando aparece algo que no comprendemos, que nos puede afectar y causar un daño o un beneficio, lo primero que hacemos es formularnos una pregunta o plantear un problema. En un segundo momento observamos la situación, analizamos los datos que tenemos y que pueden ser pertinentes, dependiendo de nuestras capacidades y conocimientos previos e intentamos buscar una solución, o una respuesta. Cuando la hallamos y la contrastamos con los datos, vemos si el problema está resuelto, y qué consecuencias tendrá todo ello para nosotros. Pero al final de nada servirá si no conseguimos el asentimiento, si no quedamos convencidos de que estamos en lo cierto y conseguimos además transmitir esta sensación a los demás.

Veremos a continuación cómo ha surgido un problema con la pandemia del coronavirus, cuyo final aún no sabemos cómo ni cuándo se producirá. Intentaremos únicamente dar respuesta a una pregunta: ¿por qué se ha producido una desproporción tan grande entre el hecho patológico y las consecuencias económicas y, consecuentemente, sociales y políticas?

Cada pregunta tiene una o varias respuestas propias dependiendo del lenguaje en el que se formule. En el lenguaje de la microbiología y la epidemiología, llegará un momento en que los especialistas puedan estudiar el origen, expansión y control de la pandemia. Será al final, cuando ya esté controlada y cuando el virus, o bien se haya extinguido, o bien haya pasado a ser nuestro huésped habitual como otros muchos miles, bajo la vigilancia policial de nuestro sistema inmunológico.

Ésa no será nuestra pregunta; la nuestra será una pregunta histórica: el estudio de la desproporción entre una causa biológica y una consecuencia histórica y económica. E históricamente intentaremos hallarle una respuesta. Para ello, analizaremos el sistema global de la economía mundo, en primer lugar, y luego revisaremos las principales pandemias de la historia, con sus consecuencias morales, políticas y científicas, para intentar comprender la situación que se dio en todo el planeta con la plaga del Gran Virus y ver cuáles pueden ser sus consecuencias para el futuro.