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PREFACIO

El espacio como signo de contención, movilidad, identidad cultural, expresión corporal, dispositivo mnemónico y de percepción colectiva e individual permite examinar relaciones sociales y de género, circunstancias histórico-mnemónicas y diferencias culturales. La percepción del espacio se convierte en un proceso mediante el cual un individuo es capaz de definir, construir, imaginar o relacionarse con el territorio desde el cual se quiera posicionar.

El presente libro reúne una selección de textos y proyectos heterogéneos que reflexionan sobre el espacio material, social y filosófico en torno a diversas expresiones artísticas y culturales. Se trata de prácticas que transitan por circuitos como el urbanismo, la instalación, el teatro callejero, el lenguaje, la literatura, las políticas culturales y la acción política. Entender estos procesos en una dimensión histórica, teórica y performativa es importante para la comprensión del desarrollo interdisciplinario del arte y sus cruces con las Humanidades y las Ciencias Sociales. Partimos de la idea de que el conocimiento está interconectado, y que la división de disciplinas es una impostura que tiende a impedir el desarrollo de relaciones más complejas.

En este sentido, los autores aquí compilados no representan un cuerpo uniforme de identidades, sino las reflexiones de un grupo heterogéneo de ensayistas, investigadores, artistas, alumnos y maestros de distintas latitudes que, como los cartógrafos, han determinado las fronteras del espacio a representar, elegido los elementos por incluir, establecido la escala y ofrecido las claves para descifrar los mapas. Bajo el régimen escópico, los cartógrafos —desde una vista de pájaro; un dios mirón, diría De Certeau— configuraban territorios y narrativas unívocas de ubicación. En estas narraciones la mirada cambia de posición: desde la perspectiva del ciudadano de a pie surgen otros mapas que posibilitan penetrar en los pliegues y las zonas grises de las construcciones culturales y sociales para visibilizar los relatos y problemáticas que ocultan las hegemonías oficiales, los grandes relatos, las supuestas verdades históricas.

La cartografía como herramienta crítica permite visibilizar distintos sujetos y su condición dentro del espacio, configurando formas de emergencia sensible para comunidades que interfieren el espacio público, con el fin de resistir el orden social establecido y la memoria monumental. Visibilizar e interferir, en última instancia, son operaciones que rehabilitan los afectos, la posibilidad de pensar en el espacio como bien común.

Con base en este planteamiento hemos dividido los textos y los proyectos del libro bajo tres categorías que reflejan las distintas operaciones posibles dentro de las prácticas espaciales: Coordenadas propone ubicar y visibilizar problemáticas o injusticias sociales, reactivando la memoria en el presente; Fallas refiere a procesos de resistencia e interferencia sobre los distintos sistemas de jerarquización; Rutas alude a la creación de otras espacialidades y otros mapas posibles.

I. COORDENADAS
El espacio como dispositivo mnemónico, histórico y político

Abrimos esta sección con «Los límites de la ficción» de José Antonio Sánchez, especialista en cine y artes escénicas en España. Se trata de una mirada panorámica sobre cómo el teatro y el arte en general dialogan con la realidad para ubicar la violencia producida por diversos regímenes que, coludidos con el Estado y los medios, ejercen el terror para continuar con un sistema de control y ganancia. Desde León Ferrari a Forensic Architecture, de Argentina a Vietnam durante los años setenta, pasando por España, la Rusia de Putin, el México del 68 y el del narcoestado actual, la cartografía de Sánchez se expande y contrae para denotar el poder del arte para visibilizar, denunciar e intentar restablecer un sentido de justicia en un mundo donde los sistemas de represión y control y las fake news pretenden ocultar la verdad para confundir y desubicar al sujeto.

«Cartografías de la desolación: de Austerlitz a Constitución», de Daniella Blejer, se aproxima a dos obras de W.G. Sebald y de Cynthia Rimsky; aunque publicadas en fechas y latitudes disímiles, convergen en la yuxtaposición de lenguajes artísticos distintos. Blejer explora la transmedialidad —donde el orden de lo secuencial producido por la escritura establece una tensión con el poder de las imágenes o lo simultáneo— como recurso empleado para trazar una cartografía con dimensiones subjetivas, pero de implicaciones históricas, sociales y geopolíticas. Los viajes en tren que se narran en estas dos novelas muestran un espacio devastado donde la experiencia del otro no puede terminar de conocerse, pero a pesar de ello, denota Blejer, se construye un sujeto responsable de visibilizar al otro.

«Construcción de espacios afectivos: visibilizar la memoria (re)habitar lugares», de Carles Méndez y Hortensia Mínguez, aborda la relación compleja y yuxtapuesta que puede haber entre futuro y pasado a partir de las obras de tres artistas —Thomas Kilpper, Patricia Gómez y María Jesús González—, cuya acción poética reconfigura espacios consumidos por el tiempo y abandonados por sus residentes, con lo que buscan recuperar la memoria y el ciclo de vida de aquellos lugares. Tomando los vestigios del pasado como herramienta mnemotécnica que desoculte dicha oscuridad y el espacio habitado como material plástico, Méndez y Mínguez reelaboran la posibilidad de los espacios afectivos.

«Mirada y censura: ¿objetos éticos?», de Montserrat Rodríguez y Darío Corbeira, miembros de la editorial Brumaria, se acerca a la incidencia y re-presentación de los significantes visibilidad, interferencia y prácticas espaciales en dos ámbitos que implican dinámicas institucionales públicas y usos del sintagma «salud mental». El ensayo se construye en torno a dos preguntas: qué causa la visibilidad de las prácticas espaciales y qué interfiere en su visibilidad. Un acercamiento para reflexionar sobre la articulación de dos lugares: el representado por el espacio museístico, público, y el de las políticas que determinan lo que se incluye en el sintagma «salud mental».

En «Una posibilidad se disuelve: hipercartografías digitales», Oliver Davidson, parte de la imposibilidad actual (y relativamente reciente) de perderse en el mundo, dada la accesibilidad a herramientas de geolocalización, mapas digitales en dispositivos móviles y capas de información incorporadas. Por ello, es cada vez más infrecuente que un individuo pierda el rumbo mientras tenga acceso a determinadas herramientas. Sin embargo, a la luz del creciente volumen de datos generados —señala Davidson—, el fenómeno encuentra un nuevo terreno: nos es cada vez más difícil situarnos en el mundo y dilucidar un sentido en un espectro de información (aunque no necesariamente conocimiento) que crece de forma exponencial, más allá de nuestra capacidad de comprensión y análisis. Este breve recorrido por las cartografías digitales apunta a un posible futuro a corto plazo: de manera similar a un espacio tetradimensional (aquel en el que los objetos de tres dimensiones no están constreñidos, sino envueltos y cruzados por el tiempo), enormes colecciones de datos ordenados propiciarán el surgimiento de un hiperespacio en el que todas las superficies encuentren un correlato digital capaz de ser leído e interpretado por algoritmos.

«Modelo para armar y vigilar», de Ricardo Caballero, es una intervención, en términos artísticos, del sitio que perteneció a una vieja cárcel mexicana y que ahora es el Archivo General de la Nación. El Palacio de Lecumberri, señala Caballero, sigue presente no solo como ejemplo de corrección y regulación social, sino también como paradigma del abuso y opresión de un sistema político mexicano que se recuerda aún por su cercanía. A partir de una exploración del edificio, Caballero reconstruye lo que está ausente y que encierra el sistema de control panóptico: la torre de vigilancia. Bajo esta premisa, el artista ensambló una estructura metálica que dialoga a nivel material con la vieja torre de vigilancia y genera una operación inversa en la mirada: la torre dejará de vigilar y será vigilada.

Bajo la tutela de Ariel Caine, miembro investigador de Forensic Architecture, «Ground Truth» es un testimonio de la desposesión y destrucción que enfrentan los habitantes del desierto del Neguev a manos de las autoridades e instituciones judiciales israelíes. Por medio de diversas herramientas digitales y de registro fotográfico, el espacio y su contenido —las ruinas de un pueblo arrasado, los pozos y cuevas, las cañadas y plantaciones— se reconstruyen para conservar la memoria y el arraigo de una comunidad desplazada por el poder.

II. FALLAS
Espacios de confrontación, articulación y resignificación

A partir de una serie de leyes que criminalizan la acción de los pixadores en la ciudad de São Paulo, Brasil, y que arrojan sus prácticas a un «afuera» de la narrativa nacional que resalta como valor excluyente la racionalidad moderna, «Marcar la ciudad: El pixo y los desbordes narrativos del Estado-nación», de Iván Peñoñori, traza cruces significantes que dan cuenta de un campo en disputa en el cual se expresan las contestaciones y negociaciones por el espacio público y la construcción memorística e identitaria de las comunidades periféricas de la ciudad. Peñoñori hace un análisis transdisciplinario para interpelar procesos problemáticos y contradictorios que pretendieron pensar a estas manifestaciones como «desviaciones» o «desórdenes» de la idea de democracia racial en armonía y sin fisuras. La pixação ejerce emborronamientos y desbordes en las narrativas hegemónicas de la nación, lo que da cuenta de un espacio heterogéneo, antagónico e irreconciliable.

«Bruce Nauman: cuerpo, espacio y virtualización de la experiencia», de Pablo Posada Varela, se centra en un análisis fenomenológico de la icónica videoinstalación Live-Taped Video Corridor (1970). Su génesis apunta al modo específicamente naumaniano de entender el performance como «representación formal», a lo que contribuye la presencia de cámaras y monitores situados dentro de la instalación y que consigna la desaparición del autor de sus propias instalaciones. Así, la configuración del dispositivo permite —e incluso obliga— a que el espectador realice un performance y lo haga «a contracuerpo». Según Posada Varela esta obra de Nauman revela, llevada al límite por la instalación misma, las estructuras profundas de la experiencia, ello gracias a una variación artística y estética que completa y radicaliza la variación eidética propiamente fenomenológica.

«El viaje de Makina: identidades que se diluyen, lenguas maleables que surgen», de Luis Escamilla Frías, sigue el viaje de Makina, protagonista de la novela Señales que precederán al fin del mundo de Yuri Herrera. Se trata de un viaje doble: en primer lugar, de México a los Estados Unidos, y en segundo, al mítico Mictlán nahua. La protagonista, un personaje en constante tránsito geográfico y lingüístico —señala Frías—, pone en cuestión las concepciones del espacio, las fronteras entre las lenguas y las rigideces identitarias. Al asumir a Makina como un puro devenir, el texto plantea un proceso de cambio permanente en las subjetividades de los sujetos migrantes.

«Las calles de un continente en llamas: deambular del teatro político en América Latina en los años sesenta», de Cristian Aravena, aborda uno de los momentos artísticos más interesantes en cuanto al posicionamiento estético y político en América Latina —la década de los sesenta—, desde las pulsiones sociales y artísticas que lo constituyeron, para así visualizar los entramados sensibles que se tejieron por el continente. Aravena se interesa en el emplazamiento de los mecanismos historiográficos clásicos, ya que —como lo señala— el arte, la pintura, la escultura, la literatura y el teatro fueron medios predilectos para dar cuenta de otros procesos de historización, acorde a los proyectos sociales revolucionarios emprendidos. En particular, el texto se centra en Isidora Aguirre, escritora, dramaturga y teatrista chilena que condensa gran parte de estas pulsiones o latencias epocales, y el legado que significan su archivo y sus obras.

A partir del análisis de las estructuras narrativas en Robinson Crusoe de Daniel Defoe, El entenado de Juan José Saer y, de manera más general, los cuentos de Jhumpa Lahiri y Eduardo Antonio Parra, Concepción González plantea en «Movimientos migrantes a través de la literatura» que las obras literarias nos permiten no solo ver cómo cambian los actores y las relaciones de poder en las migraciones humanas a lo largo de la Historia, sino que revelan el sentir y vivir de los involucrados. En todos estos textos, González reconoce la experiencia migrante desde distintos puntos de vista: el del que se va y el del que recibe.

Muchos de los proyectos en espacio público de Superflex —o en su propia terminología, «herramientas»— se rigen por el concepto de participación extrema: un mecanismo de toma de decisiones colectiva que apunta a reconocer las tensiones de una comunidad heterogénea y diversa, pero sin situarlas artificialmente al mismo nivel. De esta manera, «Superkilen» y «The Bank» interfieren en el espacio común para encender el debate de cómo puede y quiere relacionarse una comunidad con los elementos que construyen identidades y correlaciones.

III. RUTAS
Otros mapas y vías son posibles

En «Invención del teatro, invención de lo común: espacios participativos en la obra de Giuliano Scabia», Eugenio Santangelo analiza el proyecto de un poeta-teatrante italiano que, en todo su itinerario, intentó hacer salir el teatro fuera de sí, revitalizando su potencia de relación y construcción de un espacio público realmente plural (y conflictual). Ello significa, para Scabia, provocar una participación activa del público no solo en la «interpretación» de los espectáculos, sino en sus mismos modos de producción. En lugar de invitar a públicos predeterminados, el teatro se transforma en la búsqueda de un contacto «orgánico» con las comunidades en las que acontece (barrios obreros, escuelas de pueblo, hospitales psiquiátricos). Al desactivar las divisiones sociales de sus espacios institucionales, el teatro se vuelve estímulo e invitación para saberes autónomos y comunitarios.

«Los mapas invisibles del lugar», de Carme Nogueira, una serie de intervenciones en el espacio público, parte de la idea de que la identidad está, de alguna manera, determinada por el territorio. La artista se pregunta cómo pueden los habitantes ir más allá, mostrar todas las contradicciones y dibujar aquello que configura «los mapas invisibles del lugar». El proyecto explora formas de lectura del lugar que incluyan otras perspectivas, que entiendan el lugar como algo no fijo, sino múltiple. Con base en esta premisa, Nogueira propone una serie de intervenciones mediante «objetos de interpretación espacial», cuya finalidad es generar una relación, traducir o, por lo menos, acercarse a aquello que no es visible.

La investigación a la que se aboca Yermain Méndez en «El Chante de Todos: alternativas culturales para la periferia de CDMX» tiene la intención de estudiar los procesos y retrocesos, principalmente en materia de cultura, que se han dado recientemente en la Ciudad de México en términos de la lógica urbana centro/periferia. A partir del hallazgo de prácticas culturales producidas de manera «independiente» por parte de actores localizados fuera de las zonas de mayor concentración de la actividad cultural promovida con recursos públicos y/o privados, el autor ubica y muestra otros territorios (de)construidos como proyectos sociales por la comunidad.

«Ciudad y la okupación: espacio urbano entre utopía y microtopía», de Diego de Santiago, expone a la ciudad en la actualidad como la sede del proyecto utópico capitalista en su fase neoliberal. La acumulación por desposesión de las maneras de habitar del sujeto se ha vuelto el método de extracción de ganancia económica que se concreta en una especie de batalla de la industria inmobiliaria contra quienes habitan la ciudad. En este ensayo, de Santiago discute la cualidad utópica implícita en la conformación topográfica y espacial de las prácticas sociales y culturales que devienen en la estructuración de sistemas políticos y sociales en y para la ciudad. El autor aborda el surgimiento de las «pequeñas utopías» o microtopías, en particular la okupa o squat, que se conforman como una especie de interpelación a estos mismos sistemas que han llegado a devenir hegemónicos en la planeación urbana, en lo que se podría considerar un «urbanismo capitalista».

En su acepción más natural, el exiliado es un sujeto que ha sido desarraigado, expulsado de su tierra, de su lugar de origen. La propuesta de «Aquí hay un portaviandas: una experiencia exiliante», de José Hamra, es despolitizar el hecho del exilio. Una forma de hacerlo es abordar el exilio desde el Lenguaje/lengua(s) como una forma de simbolización. Así, Hamra busca recuperar (como replanteamiento) el significado de exilio como espacio —el espacio exiliar— donde se construye un lugar y, por ende, una subjetividad. En este sentido, la discusión versa en que hay distintas formas de estar en el exilio: a veces se vive como exiliado, a veces se habita como ser exiliante. El texto se dispone a recuperar una memoria silenciada pero transmitida a través y alrededor de un vestigio: un portaviandas que trae inscrito los exilios de otros.

La premisa tras la creación del Lusanga International Research Centre for Art and Economic Inequality es intervenir en las cadenas de valor del arte. Así, Renzo Martens acompaña a un colectivo de artistas y agricultores para tomar las riendas de la explotación de su obra —la mayoría, producida con cacao cosechado de una explantación que fuera propiedad de Unilever— y con ello recuperar sus tierras, hectárea por hectárea, y su modo de vida, bajo sus propias reglas.

Bloque I
Bloque II
Bloque III

 

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