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Francisco de Miranda

Viajes por Italia

Créditos

ISBN rústica: 978-84-9816-724-5.

ISBN ebook: 978-84-9897-755-4.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 9

La vida 9

El viaje en sentido inverso 9

Viaje por Italia 11

Noviembre 11

13 12

14 14

15 16

16 19

17 20

18 21

19 22

20 23

Diciembre 25

19 25

20 25

21 y 22 26

23 26

24 26

25 27

26 27

27 27

28 28

30 29

Enero 1786 30

25 30

26 31

27 32

28 35

29 37

30 39

31 42

Febrero 45

1 45

2 47

3 49

4 53

5 55

6 58

Libros a la carta 63

Brevísima presentación

La vida

Francisco de Miranda (Caracas, 1750-España, 1816). Venezuela.

Hijo de Sebastián de Miranda, comerciante canario, y Francisca Antonia Rodríguez, caraqueña, nació el 28 de marzo de 1750.

Estuvo involucrado en la Revolución Francesa, la Independencia de los Estados Unidos, y la de Hispanoamérica.

Estudió en la Universidad de Caracas y fue uno de los hombres más cultos de su época. Tenía conocimientos de matemáticas y geografía y dominó el francés, el inglés, el latín y el griego. En 1781 combatió junto a tropas españolas, a favor de las fuerzas independentistas, en Pensacola (colonia inglesa en la Florida).

Poco después se fue al Reino Unido en busca de apoyo en su pretensión de independizar Hispanoamérica de España. También con ese propósito fue, en plena Revolución Francesa (1792), a París. En Londres vivió con su ama de llaves, la inglesa Sarah Andrews, con quien tuvo dos hijos.

Hacia 1805 viajó a Nueva York y en 1806 marchó en una expedición revolucionaria a Haití. Más tarde se dirigió al puerto de Ocumare, en Venezuela, donde fue derrotado por los españoles.

Miranda fue arrestado el 31 de julio de 1812 por un grupo de civiles y militares, encabezador por Simón Bolívar. En 1813 fue conducido a España, a la cárcel del arsenal de La Carraca (Andalucía) y murió allí el 14 de julio de 1816.

El viaje en sentido inverso

Este libro relata un viaje de Francisco de Miranda por Rusia. Miranda, uno de los líderes de la historia de Venezuela, traza aquí un fresco de la sociedad rusa del siglo XVIII.

Con este tipo de libros se inaugura algo que casi se puede considerar un nuevo género: el viaje en sentido inverso, la visión del mundo relatada por los nativos en el continente americano. Cabe añadir que el ciclo de textos de viaje de Miranda comprende además a Europa Occidental y Estados Unidos.

Viaje por Italia

Noviembre

Toda la noche corrimos con viento fresco del N. N. E. de modo que a las siete de la mañana que me levanté de dormir estábamos ya sobre Venecia, y a las ocho entramos por el Lido dando fondo inmediato al Lazareto (la distancia es de noventa millas) el capitán fue a tierra para manifestar sus papeles, y luego volvió a bordo, donde fletamos una pequeña barca entre todos los pasajeros y juntos con nuestros equipajes seguimos a la ciudad... ¡No se puede negar que al aproximarse el espectáculo impone! ¡Tantos hermosos, y soberbios edificios que parecen salen del agua...! La vista del hermoso canal-grande, y de la Giudecca, con las islas adyacentes de San Giorgio magiore, de la Madonna delle Gratie, etc. ¡todo forma un objeto grande y hermosísimo!... mas cuando se desembarca, y se comienza a ver la mierda, y porquería que cubre las calles, casas etc. ¡la idea disminuye infinitamente!... en fin llegamos a la Sanidad que está vecino a la Dogana; y después de habernos molido una media hora nos despacharon, y cada uno tomó su góndola para buscar posada: los guardas vinieron a querer visitar el equipaje, más 2 o 3 paulos que se les dieron, los hicieron marchar luego con una reverencia. A las diez tomé alojamiento ne lo Scudo di Francia inmediato al famoso puente de Ríalo, pagando 8 paolos por el cuarto, 6 por comida, 2 por el fuego, 5 por el servidor y 6 por la góndola a un hombre solo, pues siempre que se quiere aumentar otro se encuentra inmediatamente. Después de haberme vestido, reposado un poco, y comido, tomé la góndola (que es el único carruaje que aquí se usa) y fui a distribuir las cartas de recomendación que traía a don Ignacio López de Ulloa —encargado de negocios de España—: A mister de Corradini, secretario de embajada del emperador: il signore Pietro Zaguri senatore amplísimo: il signore Angelo Quirini senatore amplísimo: il cavalieri don Pietro Rombenchi, el signore Francesco Georgio may: el signore Pietro Nutricio Grisogono cuya operación concluida me fui a una botillería a probar los helados venecianos, y me sirvieron uno de Marrasquin, con la fruta entera, muy bueno; mas la dicha botillería, y todo su ajuar era sumamente puerca... informome el criado, sin embargo, que aquella era la mejor y no lo dudo pues había allí varios nobles al mismo tiempo que yo... de aquí pasé al teatro de San Benedetto, donde vi una opera seria malísima que me molió el alma, y la paciencia hasta cerca de media noche que concluyó... qué teatrazos, y qué populacho, siempre es necesario tomar un palco, que al menos cuesta 5 paulos porque al patio no se puede ir absolutamente.

13

Temprano recibí un recado del signore Senator Zaguri en que me convidaba a ir a ver el senado, etc. que en este día se juntaba por la primera vez después de vacaciones y que habría gran concurso... acepté efectivamente, y a eso de las diez me hallé en el Palazo Ducale acompañado del dependiente suyo que me envió... el mismo vino luego a recibirme, y hacerme pasear por todas las salas y apartamentos de dicho palacio en que se notan muy buenas pinturas de Tiziano, Paolo Veronese, Tintoreto, Fran: Zuccari etc. en los que sirven para tribunal de varios magistrados, se ven alrededor, y por todas partes unos mascarones de león embutidos en la pared con la boca abierta, y varias inscripciones que denotan la Denuntie Secrette para que son... ¡medio vil, e indigno de un tribunal de justicia!... en la sala del maggior consiglio que es sumamente grande hay muy buenas pinturas a fresco, mas están maltratadas del polvo, y la humedad, o a mala luz de modo que algunas casi no se ven: la que está sobre el trono del Doge, representando la gloria celeste con un sin número de predestinados; obra vastísima y singular de Tintoreto; me parece la más bien conservada. En los apartamentos inmediatos está el que sirve para el consiglio di 3 o la terrible Inquisición de Estado; donde nada se nota de particular, más que una mesa, sillas tres, y tintero: en el que sirve de paso entre este, y el del gran consiglio, se nota un cuadro curiosísimo de los Sueños de un pintor (cuyo nombre me dijo Zaguri, y yo no me acuerdo) en Inglaterra vi una copia in the Auction-Room of mister Christi, in Pall-Mall, y a mí se me preguntó si sabía lo que significaba, porque no se podía adquirir noticia. Por aquí encontramos dos franceses abogados del parlamento de París que se nos unieron, y fue preciso soportarlos porque no tenían nadie que los dirigiese... Llegada la hora de comenzar la sesión se nos dio asiento en un banco alto que está arrimado a la pared en el conmedio de la sala, y es el puesto destinado para los forasteros de distinción concluido que hubieron la nominación por votos de algunos cargos públicos; pasó el Doge al apartamento inmediato (creo es el eccelso Consiglio di Dieci) donde sentaban aún los caballeros de l’Stola d’oro (por una estola con galón de oro que llevan al cuello) que son los que han servido la república en embajadas... y habiéndose confirmado allí por balotaje la elección antecedente el Doge retornó al Gran Consiglio, y allí se publicó la elección confirmativa de los sujetos nominados anteriormente; el señor Labia fue uno de los electos para Podestá di Bresbia... en todas estas asambleas nada se discuta; y solo reduce a balotar el todo... unos niños, o muchachos pobremente vestidos de los hospitales de caridad llevan la caseta por toda la sala y cada miembro mete su voto, que después el niño lleva en la caseta al secretario o sabios que se sientan con inmediación al trono del Doge, y allí se ve por quien está la elección. En todas estas asambleas reina más bien la forma que el orden; pues todo el mundo habla constantemente, y está en continuo movimiento de una parte a otra... nada de aquella formalidad que se nota en las asambleas, y senado británico. En fin a mí no se me figuraba otra cosa que ver el despotismo disfrazado de Peluca y roba negra, pasearse por allí en la numerosa progenie de más de 500 familias que en el día lo representan en esta arruinada república... uno de los varios nobles a quienes me presentó Zaguri, se esforzaba en probarme la bondad y probidad del gobierno, en que él andaba vestido como el más común artesano, y dedicaba su tiempo al servicio público gratis... ¡buena añagaza para quien conozca poco estas cosas! En fin todo esto concluyó a las dos de la tarde, y yo me despedí de Zaguri que fue a soltar la peluca, y ponerse de petimetre en mascara que es el costume; quedando de que nos veríamos por la tarde en un conservatorio... después de haber comido tuve la visita del señor abate don Esteban de Arteaga madrileño, ex-jesuita español, a quien envió Ulloa, para que me cumplimentase, pues él se hallaba sumamente ocupado en hacer compañía al señor de Moñino que acababa de llegar de Florencia (hermano del ministro conde de Florida Blanca) y estaba nombrado para suceder al marqués de Squilace que venía de morir embajador de España en esta capital. Fuimos juntos al hospital d’i Mendicanti donde me dio randebu Zaguri, y allí hallamos muchas gentes que habían ido igualmente para oír la música que de una tribuna alta se eleva del lado derecho al conmedio de la iglesia, cubierta de celosías, sale con bastante claridad. Esta es una especie de oratori, o concierto espiritual que dan las muchachas recogidas en dicho hospital, que sacan al mismo tiempo el producto de medio paolo por cada silla que se ocupa en la iglesia por los concurrentes; y sirve ciertamente de estimulo y adelanto a la música; habiendo, además, otras instituciones de la propia especie en la ciudad, mas éste se tiene por el mejor de todos... ésta es la única pública diversión que se puede gozar por la tarde en Venecia, pues ni hay lugar cómodo donde pasearse en invierno, ni espectáculo público alguno. Concluido esto que no estuvo del todo malo, nos dirigimos a la Piaza di S. Marco, y entramos en el mejor café a tomar una taza, &e... este estaba lleno de nobles en bastta que concurren siempre por aquellos alrededores. El café era bueno, más la Botega, y sus muebles muy poca cosa, y aun desaseados. De aquí fuimos a hacer una visita, y ser presentado a la condesa Isabel Teotochi Marini, griega de extracción, muy bien parecida, e instruida; y a su marido il signore Carlos Marini de la audiencia civile donde conocí y traté igualmente a los S. S. Lauro Quirini de la audiencia criminale; il signore Francesco Soranzo de l’estesa audiencia criminal etc. gentes todas de alguna literatura, y que se reunían aquí como a una de las pocas sociedades que hay en la ciudad hasta la hora de andar al casino, o al teatro que son las nueve. Pasóse el tiempo agradablemente hablando del merito de la literatura griega, etc. ... acompañé después a madame, hasta su casino en Piazza di S. Marco, y yo me fui al teatro con mi abate, que justamente ha publicado una obra con séquito d’il theatro musicál, habla mucho de música, y esto contribuyó no poco a hacerme soportar las bufonearías, e indecencias del espectáculo de S. Casan, que concluyó casi a media noche.

14