ÍNDICE

PRESENTACIÓN

Como hablan los amigos, con sencillez y claridad, quiero explicar a mis posibles lectores el origen y la naturaleza de este libro. Tenía yo algunos planes para cuando el Papa aceptase mi jubilación, cumplidos ya y sobrepasados ampliamente los setenta y cinco años. Pero he aquí que a los pocos meses de estar en Málaga, disfrutando ya de la tranquilidad de la jubilación, vinieron a verme los dueños y responsables de Ediciones Encuentro y me animaron a preparar una nueva edición del libro Nueva Evangelización, editado por ellos en 1991. Me gustó la idea y les pedí un tiempo para revisar y poner al día aquel texto.

La idea me gustaba porque a lo largo de los años, y como consecuencia de mis experiencias y reflexiones pastorales, ha ido aumentando en mí el convencimiento de que, en las circunstancias actuales, resulta imprescindible que la Iglesia de España se sitúe con mayor realismo en la España actual, revise consecuentemente sus estilos pastorales y trate de responder a las nuevas necesidades religiosas de nuestros conciudadanos con nuevas formas de acción pastoral. La sugerencia de mis amigos de Ediciones Encuentro venía a coincidir con mis preocupaciones. Desde que comencé a ver cercana mi jubilación tenía yo la intención de dedicar un tiempo a repensar el tema de la evangelización y redactar de nuevo aquel libro sobre nueva evangelización, lejano ya en el tiempo, escrito un poco precipitadamente en 1990, aprovechando unas semanas de inmovilidad, durante mi estancia en Granada como arzobispo coadjutor.

Luego hubo una segunda parte. Cuando me puse a repasar el texto original para ver cómo organizaba mi trabajo de revisión, vi enseguida que no era posible pensar en una nueva edición meramente repetitiva, ni siquiera en una nueva edición ligeramente retocada. La honestidad con los futuros lectores y conmigo mismo me obligaba a preparar una redacción enteramente nueva. Y esto por varias razones. Primero, porque aquella primera publicación fue muy circunstancial, preparada rápidamente aprovechando materiales procedentes de diferentes intervenciones habladas y escritas, durante la convalecencia de una operación quirúrgica que me mantuvo inmovilizado un par de meses. Así lo explicaba en la Presentación de aquel libro. En segundo lugar, y ésta es la razón decisiva, porque al repasar las páginas de aquella primera publicación pude comprobar que las circunstancias, dentro y fuera de la Iglesia, han cambiado mucho desde entonces. Pasados estos veinte años, la situación espiritual y religiosa de nuestra sociedad, de nuestros conciudadanos, es profundamente diversa, sus actitudes ante el mensaje cristiano, sus dificultades para creer y vivir cristianamente son muy diferentes. La incredulidad, la indiferencia religiosa se han extendido y casi normalizado en nuestra sociedad. Ha cambiado también la situación doctrinal y pastoral dentro de la Iglesia, y he cambiado yo mismo respecto de algunos puntos implicados en estas cuestiones. Confieso que fue una sorpresa para mí comprobar cómo en menos de veinte años se había modificado tan profundamente nuestro mundo espiritual.

Por eso esta nueva versión, conservando las preocupaciones dominantes y recogiendo también algunos fragmentos de aquella primera publicación de 1991, es en realidad un escrito enteramente nuevo, que pretende responder a la nueva situación pastoral en España, más dura, más radical, más clara también. Tiene además este libro un planteamiento más sistemático, creo que más completo, y está escrito con la intención de recoger las últimas orientaciones de la Iglesia, aprovechando el fruto de mis propias experiencias y de mis reflexiones personales, con el deseo y la esperanza de decir algo útil para la evangelización de las nuevas generaciones de españoles.

Sin ninguna dificultad puedo seguir manteniendo lo que decía en 1990: Estas páginas giran en torno a la preocupación dominante de mi vida de sacerdote, profesor y pastor: tratar de comprender el mensaje de Jesús para poder presentarlo de modo comprensible, convincente y atrayente a las nuevas generaciones de españoles, teniendo muy en cuenta las necesidades espirituales de nuestro pueblo, analizadas con respeto y amor, tratando de encontrar el modo y las palabras necesarias para presentarles de forma correcta a los españoles la invitación a creer en Cristo y en el Dios del cual Él vino a hablarnos. Cada día es más urgente que acertemos a presentar el mensaje de Jesús sobre Dios y sobre la vida eterna de manera comprensible y atrayente, tratando de fortalecer la fe y la vida cristiana de los católicos españoles y saliendo al paso con hondura y sinceridad a las tentaciones de incredulidad y deserción que padecen desde hace unos cuantos años buena parte de nuestros paisanos.

En el fondo de todo está el deseo de responder con diligencia al mandato del Señor que recibí, como razón de mi vida, desde la adolescencia: «Haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado». Es un mandato universal y permanente que nos afecta a todos los cristianos, y que cobra ahora en nosotros una especial urgencia. Tenemos que dar gracias a Dios porque en estos últimos años la agresividad del laicismo está haciéndonos ver la debilidad de nuestra fe y la necesidad de fortalecer el vigor espiritual de nuestra Iglesia para poder responder con diligencia y efectividad al mandato misionero del Señor.

España, que ha sido un país privilegiado por la llegada temprana del Evangelio de Jesucristo y por la decidida aceptación personal y comunitaria de la fe cristiana, está a punto de romper la continuidad de su tradición espiritual cristiana y católica, para instalarse en un contexto cultural nuevo, ateo, materialista y nihilista. No es cuestión de promover la guerra entre creyentes y no creyentes, tradicionalistas e innovadores, como ha ocurrido más de una vez entre nosotros, ni se trata tampoco de estimular la resistencia numantina contra las novedades de última hora. El Evangelio de Jesús es capaz de vivir en todas las situaciones imaginables y puede sobrevivir a todas las agresiones, por duras y amplias que sean. El Evangelio no es sólo capaz de sobrevivir ante las peores agresiones, sino que es capaz de vencer y de convencer, capaz de vencer convenciendo a sus mismos agresores.

Hoy el Evangelio de Jesús sigue siendo la única levadura capaz de transformar la masa inerte de nuestro viejo mundo egoísta y resignado a morir, la única luz capaz de iluminar nuestras tinieblas y alumbrarnos nuevos caminos de esperanza y de alegría. El Evangelio de Jesús, y por eso mismo el mensaje misionero de la Iglesia, tiene que ser buena noticia de conversión y salvación para todos, para derechas e izquierdas, nadie es buen cristiano de nacimiento, todos necesitamos oír, escuchar, revisar, rectificar, convertirnos, cambiar de mente y de comportamiento. En primer lugar los cristianos, los de a pie y los de a caballo, y con nosotros todos los demás, los hombres de ciencia y de letras, los agentes de la comunicación, los banqueros y los políticos, los empresarios y los sindicalistas. La Iglesia española necesita distanciarse un poco de todos para poder acercarse igualmente a todos en el nombre del Señor, con la palabra, el amor y la libertad del Señor. La derecha tiene que aceptar que el amor y el respeto de la Iglesia sea un amor libre y crítico; la izquierda tiene que superar la idea de que la Iglesia es traidora a la causa de los pobres, enemiga de la justicia y del progreso. La Iglesia necesita reconciliarse con la Iglesia y aceptar la posibilidad de convivir y colaborar con ella. Nos quieren pasar facturas de hace muchos años que nosotros pensamos que ya están pagadas. Todo sería cuestión de hablarlo con sinceridad y serenidad.

A estas horas resulta ya evidente que el olvido y el rechazo de Dios destruye la vida del Hombre. Estamos hechos a su imagen y semejanza, y sólo viviendo en relación filial con Él podemos llegar a descubrir y realizar la verdad de nuestra humanidad. Huir de Dios es destruirnos a nosotros mismos. Buena parte de la humanidad actual, no pocos países que tienen una hermosa historia cristiana, España entre ellos, están ya experimentando las terribles consecuencias de esta perversión intelectual y vital que es el ateísmo. Negar a Dios, que es la Verdad y el Amor, es condenarse a ir entrando cada vez más profundamente en un mundo sin amor y sin verdad. Lo estamos ya viendo en nuestra vida nacional. Por eso estoy convencido de que la necesidad más urgente que tenemos ante nosotros es la de vivir nuestra fe con suficiente autenticidad para ser capaces de transmitirla a las nuevas generaciones como el mejor tesoro de nuestra vida, personal, familiar y colectiva; para que también ellos sigan teniendo la posibilidad de conocer los dones de Dios y disfrutar de ellos como fuente de una vida siempre mejor, siempre abierta, capaz de superar las dificultades que nosotros mismos fabricamos con nuestra ceguera y nuestras indolencias. El reconocimiento de Dios es la clave de las culturas y el fundamento imprescindible de la felicidad y la prosperidad humana.

Al publicar este libro, no pretendo hacer ninguna aportación de primera línea investigadora a la biblioteca de nuestros teólogos. Para hacerlo hubiera necesitado más estudio y más investigación. Seguramente tales objetivos no están ya al alcance de mis fuerzas. Pretendo sólo poner a disposición de mis lectores, hermanos en la fe, los frutos de mi experiencia y de mis reflexiones de estos últimos años de ministerio episcopal en este asunto tan importante del anuncio de la verdad de Dios y del Evangelio de Jesucristo. Durante mi pequeña vida he dedicado mucho tiempo y mucho esfuerzo a la buena formación doctrinal y pastoral del Pueblo de Dios. En la medida en que he podido, he intentado favorecer la buena formación de los laicos cristianos, convencido como estaba, y como estoy, de que en el caso de Jesucristo y de los misterios de nuestra salvación, conocerlos es amarlos y la mejor ayuda para vivirlos y anunciarlos. Como recordaba el papa Benedicto XVI hace pocos días, santo Tomás de Aquino y san Buenaventura están de acuerdo en decirnos que «el estudio de la fe hace crecer el amor». Siempre he creído que la buena formación de los sacerdotes era el mejor modo de ayudarles a vivir con fidelidad y felicidad su propia vida y también la mejor forma de garantizar después la buena formación de los cristianos.

Siempre es tiempo de evangelización. Siempre es el tiempo del primer anuncio. Dios nos da el don de la fe de una vez para siempre, pero nosotros tenemos que renovarla cada mañana. Consciente de mis limitaciones, ofrezco estas páginas a cuantos sienten la inquietud de descubrir los nuevos caminos de la evangelización, aquí, en España, en estos momentos de prueba y en los años venideros que no serán mucho mejores. Con estas páginas querría llamar la atención de los pastores y educadores cristianos para que centren sus esfuerzos en lo fundamental, en lo que nos hace capaces de profesar y vivir la fe gozosamente en un medio inhóspito y hostil. Los pastores tenemos que ser capaces de entrar de verdad en el mundo de la incredulidad para entender a los que no creen y ayudarles a creer y para ayudar a nuestros hermanos cristianos a conservar y fortalecer su fe en el ambiente en el que les toca vivir.

El Señor quiera que con este trabajo consiga ayudar un poco a quienes quieran poner su vida al servicio de esta causa nunca acabada de anunciar el Evangelio de Jesús como fuente de vida y esperanza a las nuevas generaciones. Miles, millones de españoles, necesitan que alguien les presente el mensaje de Jesús, que alguien les hable de Dios y de la vida eterna con las palabras y el amor de Jesús. La esterilidad religiosa de los últimos años no puede ser definitiva. Tiene que haber jóvenes, enamorados de Jesús, que quieran dedicar su vida a estudiar y anunciar en los años venideros, en esta tierra nuestra, la buena noticia, las buenas noticias de Jesús, camino, puerta abierta, esperanza segura de salvación. Pienso en la evangelización de los jóvenes, de las nuevas generaciones tan agredidas por el laicismo dominante; pero pienso también en la vuelta de tantos hermanos bautizados que se fueron de la Iglesia deslumbrados por los espejismos de los años sesenta y setenta. La Iglesia es una casa siempre abierta, para los que llegan por primera vez y para los que vuelven.

Este libro es un libro escrito con el corazón tanto como con la cabeza. Dios quiera bendecirlo y convertirlo en un instrumento de su gracia. Como una semilla volandera, como un pajarillo incauto, salen estas páginas al mundo. Que el buen Dios les dé viento favorable para que lleguen a muchos corazones.

Málaga, 30 de mayo de 2010, fiesta de San Fernando

1

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 14.

2

En La Nueva Evangelización promotora de la civilización de la solidaridad, CONFER, 1989, p. 587.

3

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 1975, 14.

4

Juan Pablo II, Christifideles laici, 1988, 34.

5

Juan Pablo II, Ecclesia in America, 1999, 66.

6

Juan Pablo II, Redemptoris missio, 1990, 37.

7

Juan Pablo II, Ecclesia in Europa, 2003, 46 y 47.

8

Discurso a la Comisión Pontificia de América Latina, 1989, AAS 81 (1989), 763

9

Discurso al CELAM, 1983, AAS 75 (1983-I), 777-779.

10

Discurso a los fieles en Santo Domingo, 1985, AAS 77 (1985), 354-361.

11

Discurso a los fieles de Viedma, 1987,AAS 80 (1988-I), 186-193.

12

Homilía en Salta, 1987, AAS 80 (1988-I), 193-200.

13

Alocución al Consejo General de la Comisión Pontificia para América Latina, 1987, AAS 79 (1987-II), 1320-1322.

14

Carta del Santo Padre a los participantes en la XV Asamblea general ordinaria de los religiosos de Brasil, 11 de julio de 1989.

15

Discurso en la primera reunión de la Comisión Pontificia para América Latina, 1989, AAS 82 (1990), 763.

16

Los caminos del Evangelio. Carta del Santo Padre a los religiosos de América Latina con ocasión del V Centenario de la evangelización del Nuevo Mundo (1990).

17

Carta a los Presidentes de las Conferencias Episcopales de Europa, 1986, AAS 78 (1986), 454-457.

18

Discurso a la Asamblea plenaria del Consejo Pontificio para la Cultura, 1986, 78 (1986), 655-658.

19

Discurso a los obispos de Umbría, 1986, AAS 78 (1986), 1131-1137.

20

Christifideles laici, AAS 81 (1989-I), 393-521, nn. 34 ss.

21

En relación con la intervención del cristianismo en la formación de la cultura europea, se pueden encontrar abundantes indicaciones en Gustave Thils, Foi chrétienne et unité de l’Europe, Leuven-la-Neuve 1990. Cf. Eugenio Romero Pose, Europa: de la controversia sobre sus raíces a la crisis sobre su futuro, Unión Editorial, Madrid 2007.

22

Juan Pablo II, La Iglesia en Europa, n. 46.

23

Discurso con ocasión del 50 aniversario del Tratado de Roma (marzo de 2007).

24

Entrevista sobre el viaje a Alemania (agosto de 2006).

25

Discurso al embajador de la ex república yugoslava de Macedonia (mayo de 2005).

26

Angelus, 24 de julio de 2005.

27

2 Cor 5,14.

28

1 Cor 9,18.

1

Discurso al Congreso de Misionología en la Pontificia Universidad Urbaniana, 7 de octubre de 1988, AAS 81 (1989-I), 310-311.

2

Cf. cardenal Tomko, Retos misioneros a la Teología de la salvación. Discurso en el Congreso de Misionología en la Pontificia Universidad Urbaniana (5 de octubre de 1988).

3

Ef 1; Col 1,16-20.

4

Cf. Discurso al Congreso de Misionología en la Pontificia Universidad Urbaniana, 7 de octubre de 1988, AAS 81 (1989-I), 310-312.

5

Números 5 ss.

6

Hb 7,25.

7

Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota doctrinal acerca de algunos aspectos de la evangelización (14 de diciembre de 2007).

8

Loc. cit., n. 7.

9

Benedicto XVI, Discurso a los participantes en el Congreso organizado por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos con motivo del 40 aniversario del Decreto conciliar «Ad Gentes» (11 de marzo de 2006), AAS 98 (2006), 334. Carta encíclica Deus caritas est, n. 18, AAS 98 (2996), 232.

10

Cf. Col 1,20.

11

Benedicto XVI, Discurso a los presbíteros y diáconos de Roma (mayo de 2005).

12

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 22; para hacerse cargo de la situación de esta cuestión en el momento presente puede verse el libro digital El actual debate sobre la teología del pluralismo religioso. Después de la Dominus Iesus, coordinado por José María Martín Vigil (2005), asequible en Servicios Koinonía.com.

13

Benedicto XVI, Discurso a los presbíteros y diáconos de Roma (mayo de 2005).

14

Cf. Juan Pablo II, Redemptoris missio, n. 11.

15

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 22.

16

Ib., n. 27.

17

Carta dirigida a la XV Asamblea general ordinaria de los religiosos de Brasil (11 de julio de 1989), n. 3.

18

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 18.

19

Benedicto XVI, Spe salvi, n. 26.

20

Ib., n. 28.

21

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 7.

22

Cf. Mt 28,19; Hch 2,41.47.

23

1 Cor 9,16.

24

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, nn. 7-9.

25

Cf. Jn 3.

26

Jn 6,54.58.

27

Jn 8,47.

28

Jn 17,24.

29

Cf. Jn, 3,3.

30

Cf. Rm 13,8-10.

31

Benedicto XVI, Mensaje para la Cuaresma de 2010.

32

Hch 4,33.

33

Hch 4,12.

34

Hch 12.

35

Hch 9,22.

36

Hch 10,34 ss.

37

Hch 17,31.

38

Rm 1.

39

1 Cor 1,24.

40

Cf. 2 Cor 4,6.

41

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 20.

42

Juan Pablo II, Christifideles laici, n. 34.

43

Cf. Carta al Congreso Internacional del Instituto Indio de Cultura, 11 de abril de 1986, AAS 78 (1986), 1056-1060, n. 3.

44

Cf. Juan Pablo II, Redemptoris missio, n. 46.

45

Cf. el precioso testimonio confidencial de Ga 2,19-20.

46

Flp 3,17 ss.

47

Cf. Rm 6,13; Col 3,1 ss.

1

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 3.

2

José Ortega y Gasset, La teología de Renan (Europa, 20 de febrero de 1910), Obras Completas, I, pp. 134-135.

3

«Desde ese momento (la ‘Constitución civil del Clero’ en Francia) el liberalismo político español y la Iglesia, con su arrastre de fuerza social, chocan en un prolongado conflicto a lo largo de casi todo el siglo». Vicente Palacio Atard, La España del siglo XIX, 1808-1898, Espasa Calpe, p. 11.

4

Feliciano Montero García, «El primer catolicismo social en España. Estado de la cuestión», en Studia Historica. Historia Contemporánea, 1984, 175-192; íd., «Catolicismo Social en España. 1890-1936», en Sociedad y Utopía, Revista de Ciencias Sociales, 2001, 115-134.

5

San Antonio María Claret, Escritos espirituales, BAC, Madrid 1985. Vale la pena consultar la hermosa introducción del P. Augusto Andrés Ortega sobre la espiritualidad del santo. Como dice el P. Nadal de san Ignacio de Loyola, san Antonio María fue un «contemplativo en la acción», quizá más exactamente un «místico del apostolado», o mejor todavía un «místico misionero», o un «misionero místico».

6

Cf. Víctor Manuel Arbeloa, Clericalismo y anticlericalismo en España (1767-1930), Encuentro, Madrid 2009.

7

Cf. Juan María Laboa, Anticlericalismo y libertad de conciencia: política y religión en la segunda República (1931-1936), Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid 2002; Víctor Manuel Arbeloa, La Semana Trágica de la Iglesia en España (8-14 de octubre de 1931), Encuentro, Madrid 2007; íd., La Iglesia que buscó la concordia, Encuentro, Madrid 2008.

8

Para tener una información objetiva y documentada de las actitudes de la Iglesia y de sus relaciones con los gobiernos de la República, véase Vicente Cárcel Ortí, Pío XI entre la República y Franco, BAC, Madrid 2008. Es sugerente el subtítulo de la obra: Angustia del Papa ante la tragedia española.

9

Cf. Olegario González de Cardedal (coord.), La Iglesia en España, 19502000, PPC, Madrid 1999.

10

Conferencia Episcopal Española, Documentos colectivos del Episcopado español. 1870-1974, Sobre la Iglesia y la comunidad política, pp. 520-554. En este mismo volumen se pueden consultar otros documentos muy importantes de la CEE por estos mismos años: Actualización del apostolado seglar en España, Sobre libertad religiosa, Orientaciones pastorales sobre apostolado seglar.

11

Conferencia Episcopal Española, Iglesia y comunidad política, 1973.

12

Rafael Díaz-Salazar, El factor católico en la política española. Del nacional-catolicismo al laicismo, PPC, Madrid 2006.

13

Benedicto XVI, Caritas in veritate, nn. 4-6,31.34.45.52-57.

14

Juan Pablo II, Donum vitae, nn. 18-20.

15

María Lacalle y Patricia Martínez, La ideología de género. Reflexiones críticas, Ciudadela, Madrid 2009.

16

Cardenal Kasper, en Daniel Deckers, Walter Kasper. Al corazón de la fe, Ed. San Pablo, Madrid 2009, p. 184.

17

Juan Pablo II, Ecclesia in Europa, n. 7.

18

Cardenal Georges Cottier, OP, «El Concilio Vaticano II: La Tradición y las instancias modernas», en 30 días, abril de 2010, p. 47. Un texto rebosante de sabiduría muy recomendable para los lectores españoles.

19

Cf. Antonio de Mendoza Casas, «Futuro demográfico de España y de la Iglesia en España», en Verbo, enero-febrero de 2010, nn. 481-482, pp. 107-125.

20

Benedicto XVI, Discurso a los obispos de Burkina Faso, 21 de marzo de 2010.

21

Homilía en Lisboa (11de mayo de 2010).

1

Comisión Teológica Internacional, Documentos, 1969-1996, pp. 393-414.

2

Cf. Padres Apologistas griegos del siglo II, Rialp, Madrid 1971.

3

Comisión Teológica Internacional, loc. cit., n. 12.

4

Cf. las hermosas palabras de Benedicto XVI acerca de la obra de santo Tomás durante la audiencia general del 2 de junio de 2010.

5

Théologie du Judéo-Christianisme, Desclée, Tournai 1958; Message évangelique et culture héllenistique aux IIéme et IIIéme siècles, Desclée, Tournai 1961; Les origines du Christianisme latin, Cerf, París 1978.

6

Benedicto XVI, Discurso del 18 de mayo de 2009; curiosamente el Papa ha vuelto a comentar la significación y el valor de las posturas del P. Ricci recientemente, en su discurso a los peregrinos de Macerata y de las Marcas (29 de mayo de 2010).

7

Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, n. 53.

8

Loc. cit., n. 62.

9

Ejemplo de esta preocupación y de esta tarea puede ser J.L. Ruiz de la Peña, en muchos de sus escritos, véase por ejemplo El hombre y su muerte. Antropología teológica actual, Burgos 1971; Muerte e increencia. Inventario de actitudes y ensayo de comprensión teólogica, Sígueme, Salamanca 1977, pp. 675-686; Las nuevas antropologías. Un reto a la teología, Santander 1983. En esta misma línea ha trabajado también Olegario González de Cardedal, que en su obra El quehacer de la Teología, Salamanca 2008, dice muy acertadamente: «La teología y la antropología no se identifican pero son inseparables» (p. 49).

10

Concilio Vaticano II, Ad Gentes, n. 22.

11

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 20.

12

Ib., n. 18.

13

Conferencia Episcopal Española, Juan Pablo II en España, Coeditores Litúrgicos, Madrid 1983, p. 86.

14

Discurso al Pontificio Consejo para la Cultura, 18 de enero de 1983, AAS 75 (1983), p. 384.

15

Edward Tylor, Primitive culture, John Murray, Londres 1871, vol. I, p. 1.

16

Para conocer las ideas y discusiones sobre la cultura en la España más reciente, puede consultarse Gustavo Bueno, El mito de la cultura. Ensayo de una filosofía materialista de la cultura, Prensa Ibérica, Barcelona 1996.

17

Gaudium et spes, n. 53.

18

Cardenal Joseph Ratzinger, Fe, verdad y tolerancia, Sígueme, Salamanca 2005, p. 33.

19

Comisión Teológica Internacional, loc. cit., n. 4.

20

Cf. especialmente nn. 57 y 58.

21

Comisión Teológica Internacional, loc. cit., n. 8.

22

Concilio Vaticano II, Ad Gentes, n. 3.

23

Cardenal Joseph Ratzinger, Fe, verdad y tolerancia, p. 61.

24

Como se ve fácilmente, esta cuestión de las relaciones entre fe y cultura coincide con el tema de las relaciones entre fe y razón, filosofía y fe, ampliamente tratado por Juan Pablo II en su encíclica Fides et ratio, cf. nn. 16-18.

25

Comisión Teológica Internacional, loc. cit., n. 29.

26

Comisión Teológica Internacional, loc. cit., n. 14.

27

Cardenal Joseph Ratzinger, Fe, verdad y tolerancia, pp. 160 ss.

28

Comision Teológica Internacional, Themata selecta de Ecclesiologia, Lib. Ed. Vaticana, Ciudad del Vaticano 1985, IV, 3.

29

Cf. cardenal Ratzinger, Fe, verdad y tolerancia, p. 58.

30

Comisión Teológica Internacional, loc. cit., n. 23.

31

Para todas estas cuestiones puede verse con provecho la síntesis del documento de la Comision Teológica Internacional, Fides et inculturatio, Gregorianum (1989), pp. 625-646.

32

Relación final, cap. D, n. 4; en la próxima Asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos este tema de la inculturación será estudiado con detenimiento.

33

Cf. Gaudium et spes, nn. 44 y 57.

34

Cf. 1 Cor 3,21-22; 1 Ts 5,21.

35

Cf. Comisión Teológica Internacional, Themata selecta de Ecclesiologia, IV, 3.

36

Comisión Teológica Internacional, Fides et inculturatio, III, nn. 15-19.

37

Comisión Teológica Internacional, Fides et inculturatio, III-1.

38

Carta de constitución del Pontificio Consejo para la Cultura, AAS 74 (1982), p. 683.

39

Cardenal Ratzinger, Iglesia, ecumenismo y política, BAC, Madrid 2005, pp. 283-284.

40

Joseph Ratzinger, El nuevo Pueblo de Dios, Herder, Barcelona 1972, pp. 332-333.

41

Ef 4,15.

42

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 20.

43

Juan Pablo II, Christifideles laici, n. 34.

44

Cf. Reglamento de la Academia de S. Miguel, aprobado por el Gobierno de S.M. y recomendado por el Sumo Pontífice Pío IX, en san Antonio María Claret, Escritos espirituales, BAC, Madrid 1985, pp. 331-343.

45

Carta a los Presidentes de las Conferencias Episcopales de Europa, 2 de enero de 1986, AAS 78 (1986), pp. 454-457, n. 6.

46

Juan Pablo II, Christifideles laici, n. 35.

47

Ib., n. 36.

48

Buen testigo de esta mentalidad es la obra colectiva Le rêve de Compostelle. Vers la restauration d’une Europe chrétienne?, Ed. Centurion, París 1989. La ambigüedad del título anuncia otras muchas ambigüedades. El lector encontrará más sociología que teología.

49

Discurso en el coloquio sobre las raíces cristianas de los países europeos, 6 de noviembre de 1981, AAS 74 (1982), pp. 23-27, n. 4.

50

Ib., n. 3.

51

Cf. Discurso en Austria, 10 de septiembre de 1983, AAS 76 (1984), pp. 139-146.

52

Discurso a los obispos europeos, 5 de octubre de 1982, AAS 74 (1982), pp. 1255-1260, n. 3.

53

Cf. Discurso al Consejo de Conferencias Episcopales Europeas, 11 de octubre de 1985, AAS 78 (1986), pp. 178-189.

54

Cf. Discurso a los obispos del Lazio, 12 de abril de 1986, AAS 78 (1986), pp. 1109-1114.

55

Ib., n. 4.

56

Cardenal Kasper, op. cit., p. 161.

57

Cf. Conferencia Episcopal Española, Juan Pablo II en España, Madrid 1983, pp. 240 ss.

58

Para ver de forma sintética la estrecha relación entre evangelización y vida cultural a lo largo de la vida de Europa, cf. Christopher Dawson, La religión y el origen de la cultura occidental, Encuentro, Madrid 2010.

1

Lc 9,1-2.

2

Mc 1,15.

3

Lc 12,30.

4

Lc 10,21-24.

5

Cf. Lc 9,51-61; 10,1-23; 12,22-34.

6

Jn, 8,25; 10,25-30; 12,48-50.

7

Lc 10,21-22.

8

Jn 3,32.

9

«Separadme a Bernabé y a Saulo para la misión» (Hch, 13,2).

10

Jn 14,23; cf. 12,44 ss.

11

1 Cor 4,2.

12

Jn 3,34-35.

13

Jn 12,49-50.

14

Jn 10,30.

15

Jn 3,16-21; 8,39-45; 10,17.

16

Lc 10,11.

17

Cf. Jn 17.

18

Mt 28,18-20.

19

Mt 10.

20

Jn capítulos 15, 16 y 17.

21

Ga 1,15; 2 Cor 12, 1 ss.

22

Cf. 1 Cor 4; 2 Cor 4 y 5.

23

Ga 1,10.

24

2 Cor 4,7-18.

25

Cf. 1 Cor capítulos 2, 3 y 4; 2 Cor capítulos 3 y 4; Flp 3.

26

Jn 15,12-17.

27

Cf. Jn 8,31.

28

Jn 14,23.

29

Cf. Lc 5,11.

30

Cf. 2 Cor 4; Ga 2,18-20; Flp 3,13 ss.

31

Cf. Klaus Berger, Jesús, Sal Terrae, Santander 2009, pp. 98 ss.

32

Cf. Lc 22,24 ss.

33

Cf. Lc 22,26.

34

Mt 9,12.

35

Lc 5,32.

36

Cf. Lc 15,4 ss.

37

Lc 19,10.

38

Cf. Benedicto XVI, Discursos a los miembros de la Conferencia Episcopal Italiana (18 de mayo de 2006).

39

En Escritos espirituales, BAC, pp. 141-171.

40

Cf. san Antonio María Claret, Escritos pastorales. Edición preparada por José María Viñas y Jesús Bermejo, BAC, Madrid 1997, pp. 453-545.

41

Memorial primero al Concilio de Trento, Obras completas, BAC, t. II, p. 518.

42

Ib., p. 487.

43

Ib., 488.

44

Jn 17,14.

45

Cf. 2 Cor 4,7 ss.

46

En el libro del Congreso sobre Evangelización y hombre de hoy (Edice, Madrid 1986) la cuarta ponencia se dedica a exponer las Exigencias de la Evangelización. Aunque están dichas pensando en todos los agentes de pastoral que quieran entrar en una pastoral de evangelización, es bueno recordarlas aquí: 1) Vida teologal; 2) Conversión; 3) Conciencia de la misión en obediencia a la palabra de Dios; 4) Esperanza en la hora presente; 5) Comunión con la Iglesia; 6) Profetismo (loc. cit., pp. 197-219).

47

Obras completas, BAC, 1952, p. 237.

48

Ib., p. 237.

49

San Agustín, Sermón 46, 29-30: PL, CCL, 555-557.

50

Louis Bouyer, La Iglesia de Dios, Studium, Madrid 1973, pp. 623-624.

51

Cf. J.A. Martínez Puche, Sacerdotes para nuestro tiempo, Edibesa, 2009.

52

Cardenal Ratzinger, La sal de la tierra, Palabra, 1997, 2a ed., p. 284.

53

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 69.

54

Juan Pablo II, Carta Apostólica a los religiosos y religiosas de Latinoamérica (29 de junio de 1990), nn. 25-28, en Ecclesia 50 (1990), 1256-1267.

55

Benedicto XVI, Discurso a las organizaciones de pastoral social, Fátima, 13 de mayo de 2010.

56

Juan Pablo II, Redemptoris missio, n. 3.

57

Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, n. 58.

58

Benedicto XVI, Discurso a las organizaciones de pastoral social, Fátima, 13 de mayo de 2010.

59

Lc 5,30-32; 7,24-35.

60

Cf. Lc 11,37 ss.

61

Según la versión de Jean Lacouture, Javier no se marchó de la India por una especie de «divina impaciencia», sino por un conflicto con el sistema colonizadorevangelizador, que se refleja por ejemplo en su carta de enero de 1949 a Juan III de Portugal: «Este rey (de Ceilán) es favorecido y hace todo el mal que puede con el favor de Vuestra Alteza. Ésta es la verdad y pésame de escribirlo... Nuestro Señor... le dé gracia para cumplir Su Voluntad como holgaría haberla cumplido... cuando estuviere dando cuenta a Dios de toda su vida pasada, la cual hora está más cerca de lo que V.A. cree; y por eso esté aparejado, pues los reinos y señoríos se acaban. Cosa nueva será, y que nunca por V.A. pasó, verse despojado a la hora de su muerte de todos sus reinos y señoríos, y entrar en otros donde le ha de ser cosa nueva ser mandado y, lo que Dios no quiera, fuera del paraíso» (Cartas y escritos, BAC, pp. 304-305). Javier ha pasado al ataque, y precisamente ante la persona que más le había protegido. No importa si esa protesta se lleva a cabo con el lenguaje y argumentos de la época. Lo importante es la constatación de que el camino de alianzas estratégicas que impone la política colonizadora no constituye precisamente eso que Pablo VI llamó «el gesto inicial de evangelización». En Japón, Javier cambia, se presenta en el Japón liberado de todo aparato imperial, dispuesto a dialogar, sin armas frente a aquel pueblo tan guerrero, dispuesto a no comer carne o pescado, puesto que los maestros religiosos japoneses tampoco lo co mían, y con una apuesta por la convicción responsable en lugar de la sacramentalización mecánica: en la carta del 20 de enero de 1548 comenta la respuesta que le había dado Anjiro (su introductor en el Japón) sobre las posibilidades de conversión de los japoneses. Tres cosas destacan en esa respuesta: la paciencia (Anjiro le dijo «que no se harían cristianos luego»), una adaptación que cede la iniciativa al otro (le harían muchas preguntas y luego examinarían sus respuestas), y finalmente, el testimonio de vida (verían «si vivía conforme a lo que hablaba... y sin que me hallasen en qué me reprender»; op. cit., 234).

62

Cf. cardenal Ratzinger, Fe, verdad y tolerancia, pp. 151-153.

63

Juan Pablo II, Fides et ratio, n. 42.

64

Ib., n. 43.

65

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 15.

66

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 46.

67

Discurso a su llegada a Portugal (11 de mayo de 2010).

1

Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, n. 11.

2

«Todo lo cual puede aportar alguna preparación para recibir el Evangelio, que puede también ser informada por la caridad divina por Aquel que vino a salvar al mundo» (loc. cit., n. 57).

3

Lc 5,31-32.

4

Lc 13,30.

5

Resulta imprescindible recuperar el concepto de alma para expresar el ser del hombre, como substancia espiritual, creada directamente por Dios, inmortal, aunque sólo pueda actualizarse a partir del conocimiento de las cosas sensibles, para lo que necesita asumir una materia y darse un cuerpo. Cf. santo Tomás de Aquino, Summa contra gentiles, I. II, cc. 62-64; Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 362-366.

6

Discurso al personal de la Curia romana (21 de diciembre de 2009).

7

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 27.

8

Proponer la foi dans la societé actuelle. Leerte aux catholiques de France, Cerf, 2003.

9

Jn 17,3.

10

Benedicto XVI, Discurso a la Plenaria de la Congregación para el Clero (16 de marzo de 2009).

11

Lc 12,31 ss.

12

Éste parece ser en su conjunto el mensaje del Sermón de la montaña y, con términos diferentes, el contenido de las exhortaciones de san Pablo a sus fieles. Cf. Lc capítulos 6,10,13; Ga 5; Ef 4 y 5; Col 3 y 4.

13

Cf. Ga 2,19-20.

14

Hch 2,37.

15

Cf. Juan Martín Velasco, La transmisión de la fe en la sociedad contemporánea, Sal Terrae, 2002.

16

Jn 3,7.

17

Cf. Ga 5,6.14; Rm 13,10.

18

Benedicto XVI, Entrevista concedida durante su viaje a Portugal (11 de mayo de 2010).

19

Ésta es la enseñanza constante de la Iglesia contra las pretensiones de los pelagianos y asimilados. Cf. E. Denzinger, El magisterio de la Iglesia, nn. 105, 133, 179, 180.

20

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 63.

1

Cf. Mc 4,26-29.

2

Cf. 1 Cor 20-31; 2 Cor 12,8-10.

3

2 Cor 11,18-31; 2 Cor 12,8-10.

4

Cf. Daniel Deckers, Walter Kasper, p. 184.

5

Juan Martín Velasco, «Reflexión sobre los medios para la evangelización», en Evangelizar. Ésa es la cuestión, PPC, 2006, p. 96.

6

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 41.

7

Discurso a los obispos de Portugal (13 de mayo de 2010).

8

Cf. Dionisio Borobio, La iniciación cristiana, Sígueme (3.a ed. 2009), con abundante bibliografía.

9

Daniel Deckers, Al corazón de la fe, Ed. San Pablo, 2009, pp. 129-131.

10

Joseph Ratzinger, Teoría de los principios teológicos, Herder, Barcelona 2005, pp. 39 ss.

11

Juan Pablo II, Ecclesia in America, n. 69.

12

Cardenal Ratzinger, La sal de la tierra, p. 288.

13

Cf. Ángel Barahona y Sol Gavira, El bautismo según los Santos Padres, Caparrós Editores, 1994.

14

Cf. santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, III, 62, 5 y ad 2m; santo Tomás reconoce la conveniencia de retrasar el bautismo de los adultos para evitar engaños (III, 68, 3). Tratándose de adultos aconseja la prudencia pues «in operibus Christi et Eclesiae nihil debet fieri frustra. Frustra est quod suum finem non attingit» (q. 68, art. 4). Unicamente desaconseja el retraso del bautismo en caso de peligro de muerte, «cosa que siempre se da en el caso de los niños» (ib. ad 1m). Actualmente, gracias a Dios, esta observación ya no es válida. Los niños, por serlo, ya no están en peligro de muerte. La infinita virtud santificadora del bautismo causa mayor o menor efecto en los adultos según la fe y la devoción con las que cada uno lo recibe (III, 69, 8).

15

Directorio General para la Catequesis, nn. 63-64.

16

Ib., n. 66.

17

Ib., n. 67.

18

Cf. nn. 88-90.

19

Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 44.

20

Sacrosanctum Concilium, n. 64.

21

Cf. CEE, Ritual de la Iniciación cristiana de adultos, Madrid 1976; La Iniciación cristiana (27 de noviembre de 1998); Orientaciones pastorales para el Catecumenado (28 de febrero de 2002); Orientaciones pastorales para la iniciación de niños no bautizados en su infancia (26 de noviembre de 2004). En relación con el catecumenado puede consultarse la obra de Dionisio Borobio, Catecumenado para la evangelización, San Pablo, 1997, con abundante información y bibliografía.

22

Se puede consultar con provecho Dionisio Borobio, «La Iniciación cristiana y el Catecumenado», en Revista española de derecho canónico, n. 156, vol. 61 (2004), pp. 9-39.

23

Loc. cit., n. 19.

24

Loc. cit., n. 77.

25

Cf. Dionisio Borobio, «La preparación al matrimonio. Contribución a la conyugalidad», en Revista de ciencias y orientación familiar, n. 31 (2005), pp. 101-120.

26

«Debemos reconocer que sólo en la gran perspectiva de la vida eterna revela el cristianismo todo su sentido. Hemos de tener la valentía, la alegría, la gran esperanza de que la vida eterna existe, de que es la vida verdadera y de que de esa vida verdadera viene la luz que ilumina también a este mundo». Homilía en la Concelebración Eucarística con los miembros de la Pontificia Comisión Bíblica (15 de abril de 2010).

27

El conflicto acompaña a Jesús y a sus discípulos. Cf. Jn 3,18-21; 8,43-47; 15,18-16,4.

28

Joseph Ratzinger, op. cit., p. 40.

29

Cardenal Kasper, op. cit., p. 192.

30

Congregación para la Educación Católica, La escuela católica en los umbrales del tercer milenio (28 de diciembre de 1997), n. 3.

31

Cf. Conferencia Episcopal Española, La escuela católica. Oferta de la Iglesia en España para la educación en el siglo XXI (abril de 2007); Congregación para la Educación Católica, La escuela católica (marzo de 1977); íd. Dimensión religiosa de la educación (abril de 1988).

32

Ib., n. 43.

33

1 Cor 3,23.

34

Juan Pablo II, Fides et ratio, 1998.

35

Benedicto XVI, Caritas in veritate, n. 7.

36

Discurso en la Universidad de Ratisbona (12 de septiembre de 2006).

37

Benedicto XVI, Deus caritas est, n. 19.

38

Ib., n. 22.

39

Benedicto XVI, Caritas in veritate, n. 3.

40

Benedicto XVI, Deus caritas est, n. 25.

41

Benedicto XVI, Deus caritas est, n. 25.

42

Loc. cit., n. 28.

43

Ef 5,1-2.

44

Benedicto XVI, Deus caritas est, n. 31.

45

Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, nn. 73-76.

46

Benedicto XVI, Deus caritas est, nn. 28-29.

47

Cf. Consejo Pontificio de Justicia y Paz, Compendio de la doctrina social de la Iglesia, n. 76. Caritas in veritate, n. 9.

48

Ib., n. 61.

1

Joseph Ratzinger, Fe y futuro, Desclée de Brouwer, 2007, pp. 104-106.

2

Summa Theologiae, I, q. 19, art. 6.

3

2 Ts 1, 3-4.

4

Cf. Yves Congar, OP, Verdaderas y falsas reformas en la Iglesia, Instituto de Estudios Políticos, Madrid 1973.

5

Cardenal Ratzinger, La sal de la tierra, p. 288.

6

Cf. Hb 5,9-10.

7

Cf. 1 Cor 1,27.

8

Juan Pablo II, Ecclesia in Europa, n. 58.

9

Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española, Los católicos en la vida pública (22 de abril de 1986), Edice, Madrid.

10

Cf. Benedicto XVI, Deus caritas est, nn. 28 y 29; Caritas in veritate, nn. 6 y 7, 18-20, 31-32, 34-37, 45, 55-58, 78-79.

11

Estas observaciones de los obispos en el documento Católicos en la vida pública, nn. 126-128, tienen hoy una gran actualidad.

12

Loc. cit., n. 129.

13

Benedicto XVI, Discurso a los participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo para los laicos (21 de mayo de 2010).

14

Benedicto XVI, Deus caritas est, nn. 28 y 29.

15

Loc. cit.

image

Ensayos
426

FERNANDO SEBASTIÁN AGUILAR

Evangelizar

© 2010