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UN VIAJE POR LAS ARTERNATIVAS
AL DESARROLLO

Perspectivas y propuestas teóricas

 

MARÍA LUISA ESCHENHAGEN

CARLOS EDUARDO MALDONADO

 

Un viaje por las alternativas al desarrollo. Perspectivas y propuestas teóricas / editores académicos María Luisa Eschenhagen y Carlos Eduardo Maldonado.—Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, Facultad de Ciencia Política y Gobierno, y de Relaciones Internacionales y Universidad Pontificia Bolivariana –UPB–, 2014.

xv, 162 páginas.—(Colección Textos de Ciencia Política y Gobierno, y de Relaciones Internacionales, Complejidad)

 

ISBN: 978-958-738-447-5 (rústica)

ISBN: 978-958-738-448-2 (digital)

 

Desarrollo económico / Medio ambiente / Desarrollo sostenible / Indígenas colombianos – Aspectos socioeconómicos / I. Eschenhagen, María Luisa / II. Maldonado, Carlos Eduardo / III. Título / IV. Serie.

 

333.72  SCDD 20

 

Catalogación en la fuente – Universidad del Rosario. Biblioteca

 

amv Febrero 07 de 2014

Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995

 

 

Complejidad de Ciencia Política y Gobierno,

y de Relaciones Internacionales, Complejidad

 

©  2014 Editorial Universidad del Rosario

© 2014 Universidad del Rosario, Facultades de Ciencia Política y Gobierno, y de Relaciones Internacionales

© 2014 Universidad Pontificia Bolivariana –UPB–

© 2014 María Luisa Eschenhagen, Carlos Eduardo Maldonado, Juan Camilo Cajigas-Rotundo, Silvio Calgaro Neto, Olga Lucía Castillo O., Vivien Diesel, Esperanza Gómez Hernández, Sneider Rojas-Mora, Víctor M. Toledo, Astrid Ulloa

 

 

 

Editorial Universidad del Rosario

Carrera 7 Nº 12B-41, oficina 501 • Teléfono 297 02 00

http://editorial.urosario.edu.co

Primera edición: Bogotá D.C., marzo de 2014

 

 

ISBN: 978-958-738-447-5 (rústico)

ISBN: 978-958-738-448-2 (digital)

 

 

Coordinación editorial: Editorial Universidad del Rosario

Corrección de estilo: Rodrigo Díaz Lozada

Diseño de cubierta: Lucelly Anaconas

Diagramación: Precolombi EU-David Reyes

Impresión:

 

Impreso y hecho en Colombia
 

 

Libro resultado de investigación

 

Fecha de evaluación: 25 de julio de 2013

Fecha de aprobación:  17 de octubre de 2013

 

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo por escrito de la Editorial Universidad del Rosario y la UPB.

 

Cada autor es legalmente responsable por los contenidos de su artículo.

 

 

 

 

Un viaje por las alternativas al desarrollo

 

 

María Luisa Eschenhagen*

Carlos Eduardo Maldonado**

* Doctora en Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional Autónoma de México. Coordinadora del Grupo de Investigación en territorio, Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín.

** Doctor en Filosofía, Katholieke Universiteit Leuven, Lovaina, Bélgica. Profesor titular de la Universidad del Rosario.

 

 

 

Los temas y problemas del desarrollo no tienen una tradición muy larga en la historia de la humanidad, ni tampoco la tienen en la historia de la ciencia. Resulta llamativo observar que antes que a fenómenos de avance y progreso, los cuales se encontraban en los orígenes de los estudios sobre desarrollo, y como se esperaría seguir encontrando, los ejes de reflexión y preocupación se encuentran más bien en torno a atraso, inequidad o dependencia. Este libro no apunta en esa dirección. Al observar el fracaso del desarrollo y en vez de buscar remiendos puntuales, por el contrario, la mirada se dirige hacia la búsqueda de alternativas al desarrollo. Las justificaciones pueden ser agrupadas en varios planos.

El desarrollo en términos normales ha sido comprendido, atávicamente, como desarrollo económico. Y con él, el foco se ha situado en el . “El hombre de Davos”, como también se lo ha llamado. Desarrollo y crecimiento económico, como pilares de la vida social, pero que no conciben ni consideran los límites bio-geo-físicos de semejante crecimiento. Sin embargo, son estos límites no aceptados los que actualmente se expresan a través de múltiples problemas ambientales. La bibliografía al respecto es amplia.

Esta producción contrasta con la bibliografía hegemónica en torno a la idea del desarrollo, con la cual se construye y reproduce el conocimiento dominante. Un conocimiento con el cual se justifican y legitiman las formas de apropiación y transformación del territorio. De ahí la necesidad de buscar y posibilitar conocimientos alternos para comprender la complejidad emergente. Este libro recorre caminos diferentes, con la inquietud de revisar cuáles podrían ser esas epistemologías otras para posibilitar alternativas al desarrollo.

Es precisamente en contra de esa lectura desarrollista preponderante en economía y en ciencias sociales, en ciencias humanas y en política, que se hace imperativo moralmente pensar y trabajar con denuedo en  al desarrollo. Lo cual significa pensar desde la vida y en alternativas de vida. No simple y llanamente alternativas a un modelo de producción o a un régimen económico. Detrás y en la base de la economía hay un fenómeno infinitamente más significativo y relevante: la clase de vida de los individuos en sociedad.

La importancia de la economía no estriba, como lo hace creer habitualmente la corriente principal de pensamiento, en el trabajo con medios escasos para un crecimiento de la producción y el beneficio de la sociedad. Por el contrario, se trata de establecer el lugar y el modo de vida de los seres humanos en la economía de la naturaleza. Todas las demás consideraciones al mismo tiempo son subsidiarias y derivativas de esta. Por lo tanto, el problema central no consiste en asuntos relacionados con productividad económica, crecimiento económico, medición del PIB, tasas de cambio, cuidado de la inflación, en fin, la liberalidad o el control del mercado, por ejemplo. El problema de base que nos interesa se dice de una manera más sencilla, pero no por eso menos fuerte. Se trata de estudiar la forma como podemos , esto es,  en sociedad, en medio de la naturaleza, hoy y hacia el futuro.

De esta suerte, los temas y problemas relacionados con el desarrollo no apuntan en modo alguno a la economía, sino, mejor aún, a la clase de vida real y posible entre los seres humanos, y entre ellos y el entorno natural. En otras palabras, la economía se hace así subsidiaria del más importante de todos los temas y problemas, desde cualquier punto de vista: la clase de vida, con dignidad y calidad, que podemos tener en comunidad.

Las alternativas al desarrollo son las alternativas mismas al sistema imperante de mercado, de producción y de relación con la naturaleza. La tesis que queremos presentar en este libro, de manera prismática, a través de los diversos textos que lo componen y articulan, es que los modelos existentes de la economía son insuficientes e ineficaces, injustos e inequitativos. Notablemente, se trata de la coexistencia, a escala planetaria, del modelo clásico, el modelo neoclásico, las economías de escala y el desarrollo sostenible, llamado en ocasiones eufemísticamente desarrollo humano sostenible.

Para decirlo con sinceridad, lo que sucede con estos cuatro modelos dominantes a escala planetaria, de distinto modo en un país o región que en otros, es que justamente lo que se omite es el estudio y la crítica de lo que técnicamente se conoce como la . Los cuatro modelos mencionados coinciden, a pesar de sus matices y diferencias, en el hecho de que son en esencia antropológicos, antropomórficos o antropocéntricos. No son sino la expresión abstracta para designar el hecho de que la naturaleza sigue siendo, en todos los casos, considerada para beneficio y utilidad de los seres humanos. Con lo cual, la esencialidad ontológica, explícita o supuesta de los seres humanos, permite la destrucción salvaje o “amable” de la naturaleza.

Pensar alternativas al desarrollo equivale a redefinir, reconsiderar y recontextualizar las relaciones y los tipos de relaciones entre el ser humano y la naturaleza. En este camino —hay que reconocerlo francamente— otras tradiciones, otras culturas, otros enfoques no tradicionales llevan la delantera y con mucho. Es el caso de numerosas tradiciones no occidentales, de culturas locales no globalizadas, en fin, de sabidurías autóctonas no siempre reconocidas en los principales escenarios de la economía oficial en cualquier lugar.

El capitalismo logró integrar y globalizar a todos los pueblos y naciones en el modo de la globalización. O internacionalización. O mundialización. Tal integración condujo a la uniformización de los modos y estilos de vida, los cuales fueron equiparados como consumo. Consumo y producción. O para decirlo de manera más radical, hiperconsumismo y producción de bienes innecesarios y ciclos de vida breves, deliberada y estratégicamente concebidos. Pues según la idea predominante, se trata de medir el bienestar de los pueblos y naciones por el crecimiento económico: crecimiento del consumo, crecimiento de la producción.

El ciclo de la alineación de la existencia en las cosas y los productos se exacerba y se acelera, hasta conducir a la crisis actual de lo mejor y más destacado de las economías de libre mercado en el mundo. La crisis de la Unión Europea, la crisis fiscal norteamericana, la inclemente y peligrosa deuda externa de Japón, por ejemplo. Los adalides del bienestar, la riqueza y el desarrollo.

El contraste cultural al que nos queremos referir es que desde nuestros pueblos aborígenes podemos pensar la locura de ese sistema de vida y producción y su inevitabilidad. Mejor aún, la posibilidad de vivir de modo diferente a como atávicamente nos ha sido enseñado en el mundo occidental moderno. Queremos decirlo más directamente: el  y el  nos indican que es posible vivir de otras maneras, y esto en manera alguna debe asimilarse a posturas de tipo indigenista, de retorno a culturas que físicamente ya no son posibles. Más bien, se trata de ejemplos e inspiraciones para salir del mundo moderno que pretende naturalizar sus racionalidades eliminando e invisibilizando otras opciones, para proponer otros mundos posibles.

Las ideas que se condensan en torno al título  quieren significar que podemos vivir sin caer en el hiperconsumismo; que es posible pensar, vivir y habitar en armonía con la naturaleza; que podemos aprovechar los circuitos de producción locales; que la finalidad del Estado consiste en satisfacer las necesidades de sus ciudadanos antes que en exportar; y muy significativamente, que debe ser efectivamente posible la soberanía alimentaria, y también la equidad en toda la línea de la palabra. La pobreza no debe ser vista como una fatalidad natural ni cultural, antes bien, este es el mayor de los pecados del capitalismo: una condena infernal (nada venial). Nunca hemos vivido una época de tanta riqueza material en la historia de la humanidad, y por lo tanto, de tantas posibilidades. Reconociendo explícitamente que las posibilidades están muy mal distribuidas y que la riqueza es motivo de exclusión y de violencia, en todas sus formas.

Para volver al objetivo del libro: no se trata de mejorar el sistema de libre mercado; acaso hacerlo menos salvaje (con críticas al capitalismo salvaje), o mercantilizar la naturaleza para darle un precio a los problemas ambientales y así el mercado los resuelva, o proclamar una bien intencionada pero altamente ineficiente responsabilidad social empresarial, etc. Se trata, por el contrario, de aprender a vivir y saber vivir de la manera más humanamente posible. De forma que el rostro del otro sea nuestro primer motivo de preocupación, antes que sus vestimentas o posesiones, y el respeto por la vida en todas sus formas. Pues en el convivir, y en nuestra relación con la naturaleza, todos somos iguales.

A través de este libro se pretende proporcionar elementos que puedan concretar los ejes conceptuales para identificar y aclarar la diferencia entre “alternativas al desarrollo” y “alternativas del desarrollo”, y asimismo, perspectivas teóricas y filosóficas para pensar y fundamentar alternativas al desarrollo, así como incentivar e identificar futuras necesidades de investigación para profundizar y ampliar el conocimiento en torno a las alternativas posibles al desarrollo. Se trata de abrir espacios adecuados para crear y proponer teorías alternativas, y cumplir con la función de servirle a la sociedad en la búsqueda de soluciones alternativas a los problemas que ha generado la implementación de un “desarrollo” lejano a la realidad social de los pueblos latinoamericanos. Y necesariamente se trata de perspectivas epistemológicas e interdisciplinarias que requieren un diálogo de saberes horizontal, sin jerarquías, con conocimientos “otros”, para poder investigar y construir “alternativas al desarrollo”.

El libro compilado consta de tres capítulos centrales. El primero propone unas lecturas históricas críticas del desarrollo. Es así como Silvio Calgaro Neto plantea la necesidad de “desbabelizar” las instituciones occidentales, esto es, las estructuras del desarrollo (representado ahora como el paraíso), comparándola con el derrumbe de las barreras mitológicas teocéntricas en su momento por las instituciones burocráticas capitalistas que permitió la aparición del . Para lograr esto realiza una contextualización histórica sui géneris de la idea del desarrollo, para luego visilibilizar tres procesos interrelacionados: “la tendencia a la descentralización, como las posiciones actuales hacia la participación en la gestión política de la sociedad; la otra sería la búsqueda por la interacción equilibrada entre las perspectivas científicas y populares durante la construcción del conocimiento y la formación cultural; y, más allá de esto, se destaca la búsqueda por la coexistencia entre naturaleza (ambiente) y sociedad en la gestión de los recursos naturales”. Estos tres procesos además deberán propiciar la emergencia del y del  y ,capaces de generar sinergias en la “desbabelización”.

Esperanza Gómez Hernández plantea como hipótesis que la hegemonía del desarrollo “en el mundo social proviene de su institucionalización” y que para poder tener esperanzas de otro desarrollo, será preciso ubicar primero el desarrollo como paradigma. Es así como retoma el concepto de paradigma clásico de Kuhn y comienza a demostrar sistemáticamente todos sus elementos característicos, en el ejemplo concreto del desarrollo. Luego evidencia la crisis en que se encuentra este paradigma del desarrollo y deja abierta las puertas para desertar de él.

El segundo capítulo se dedica a revisar cuáles pueden ser los incentivos y las bases epistemológicas necesarias para poder pensar alternativas, comenzando por el propio concepto de alternativa. Este concepto se ve cada vez más utilizado, sin embargo, no siempre queda claro si realmente se trata o no de una alternativa. De ahí la necesidad de profundizar en este concepto y revisar en qué consiste y qué alcances y exigencias tiene una alternativa. Es a partir de esta inquietud que se plantea una pregunta básica: ¿en qué consiste una alternativa?, especialmente en una época en la cual se usa de manera deliberada el concepto de alternativa. El trabajo de Sneider Rojas-Mora y María Luisa Eschenhagen realiza una aproximación hacia una claridad del concepto de alternativa.

Estrechamente ligado a esta preocupación del uso indiscriminado del concepto de alternativa está el texto de Olga Lucía Castillo, quien plantea una pregunta muy pertinente: ¿el desarrollo alternativo cooptado y el posdesarrollo blindado?, llamando justamente la atención sobre el problema de que si no está claramente definido lo que se entiende por alternativo, esto termina siendo cooptado por el sistema hegemónico. Para tal fin, primero presenta la perspectiva clásica del desarrollo, así como sus principales características, para luego señalar cómo se da la “cooptación sistemática por parte de las organizaciones e internacionales que tradicionalmente han promovido el discurso de desarrollo convencional”.

Carlos Eduardo Maldonado, a partir de sus sólidas bases filosóficas y de las ciencias de la complejidad, presenta y propone, de manera casi inédita, la elaboración de un modelo teórico del biodesarrollo, postulando que el futuro de la economía será la bioeconomía, la cual estará además acompañada por las ciencias de la complejidad. Es así como “los temas, gruesos, de la bioconomía y del biodesarrollo son: calidad de vida, dignidad de la vida, conservación, preservación, sostenibilidad, Gaia, tiempo”, para lo cual resulta indispensable comprender qué son sistemas vivos y estudiar la propia vida. Esto a su vez implica un trabajo epistemológico comprometido, es decir, “un ejercicio tanto de crítica y reflexión como de creación de conceptos y distanciamiento”, para posibilitar esta bioeconomía. Uno de los primeros en realizar estos ejercicios fue Georgescu-Roegen.

Para terminar este capítulo en torno a los incentivos epistemológicos para pensar alternativas, Juan Camilo Cajigas-Rotundo invita a conocer las culturas del reencantamiento del mundo, considerando que es necesario “evidenciar la relación entre subjetividad y ambiente” y presentar una interpretación que “conecte los procesos de subjetividad, las dinámicas de lo sagrado, las relaciones de poder y las nuevas construcciones de naturaleza en el régimen de lo orgánico”. Esto resulta importante para comprender “los horizontes de sentido que están orientando formas de vida”, ya sea desde la visión del desarrollo occidental (la perspectiva hegemónica que no se desarrolla en este trabajo), o como lo demuestra Cajigas-Rotundo, desde la práctica del zen o el proyecto de la  y la permacultura.

Para terminar, el último capítulo se dedica a presentar perspectivas y experiencias de lo que se podrá denominar alternativas al desarrollo y abrir así caminos. Astrid Ulloa delinea un camino posible a través de alternativas de representación y control de los territorios. Para tal fin realiza un “análisis de las espacialidades alternativas o regímenes territoriales alternativos, que partan de mecanismos de reconocimiento de prácticas culturales de territorialidad, así como de conocimientos y relaciones con la naturaleza”, para poder repensar alternativas al desarrollo. Este análisis lleva a Ulloa a presentar alternativas de prácticas y conocimientos concretos, como por ejemplo la consolidación del lugar, la gobernabilidad cultural o la geopolítica local. Y concluye señalando claramente la necesidad de la emergencia de un pensamiento fronterizo, capaz de articularse con “los conocimientos indígenas en lugares específicos y con las lecturas locales de las transformaciones históricas ambiental”, para así poder lograr “una opción de repensar la formación discursiva de lo ambiental”.

Finalmente, Víctor M. Toledo señala que América Latina es un laboratorio socioambiental. Esto significa tener claro que la modernidad debe ser cuestionada, que existen enclaves y resistencias “donde la civilización occidental (urbana, industrial y eurogénica) no pudo o no ha podido aún imponer y extender sus valores, prácticas, empresas y acciones de modernidad y supuesto progreso”. Toledo realiza un recorrido histórico-crítico a través de las implicaciones de la cosmovisión moderna sobre lo sagrado, para luego proponer la perspectiva etnoecológica y la memoria biocultural como caminos posibles para superar la crisis civilizatoria y lograr un cambio de paradigma, señalando como ejemplos concretos los avances de la agroecología en América Latina.

 

 

 

 

 

 

1. CONTEXTOS Y REPRESENTACIONES HISTÓRICAS DEL DESARROLLO

 

 

 

Romper con el desarrollo
Discursos y prácticas otraspara la vida

Esperanza Gómez Hernández*

*Trabajadora social, especialista en Gerencia del Desarrollo Social, magíster en Investigación, Gestión y Desarrollo Local y doctora en Estudios Interculturales. Docente/investigadora adscrita a la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Departamento de Trabajo Social, Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia.

 

 

Introducción

La respuesta a la búsqueda incesante del desarrollo y su principio unificador puede estar en su anclaje con los pilares de la modernidad y su expansión como proyecto colonial mundial. Quizá nos hayamos configurado como sujetos y sociedades modernas en las que el desarrollo se instala como proyecto de avance y despojo progresivo del ser  hacia una supuesta perfección y felicidad humana.1 La primera pregunta que surge es, entonces: ¿en qué consiste esa promesa de perfección y felicidad humana que se busca osadamente con el desarrollo?, porque la geopolítica mundial es muy diferente a lo que expresan sus enfoques, puesto que estos se transforman en simples adjetivaciones en un mundo en el cual los problemas que supuestamente dieron legitimidad al desarrollo continúan, y con secuelas bastante graves para la humanidad, aun a pesar de los grandes avances científicos logrados.

En Latinoamérica desde hace unas dos décadas hemos visto emerger otros discursos y otras prácticas cuyo carácter milenario se hace sentir como llamados de atención hacia la recuperación de los sentidos básicos de la vida, que como pequeñas y múltiples revoluciones nos instan a romper con el desarrollo. Surge entonces la segunda pregunta: ¿qué posibilidades existen para que estos discursos y prácticasTal vez serán cooptados y pasarán a hacer parte del desarrollo en otra de sus versiones o una nueva adjetivación de este. Este camino es bastante complejo y difícil de predecir porque sin caer en purismos ni absolutismos, nos incita a cambiar nuestra forma de ubicarnos en el mundo, y más que cambiarnos de un lugar seguro a otro inseguro, la cuestión es a qué estamos dispuestos a renunciar y a aprender de nuevo para comprometernos por un mundo diferente, en el que todos coexistamos sin acabar con el planeta.

Mi propósito es situar el desarrollo como paradigma y base del sistema mundial a través del cual se legitiman el progreso científico, el capitalismo y la democracia como anclajes de la vida moderna, instalados mediante mecanismos sutiles que llegan a ser inherentes en nuestras vidas hasta asumir como propio un discurso impuesto. Por otra parte, quiero dar unas alertas hacia lo que sucede cuando un paradigma es puesto en crisis y cómo operan entonces las estrategias de cooptación por parte de los que profesan el paradigma vigente.

Retomo a Thomás S. Kunh y su texto [1962], en su versión castellana (1971), aunque difiero de su admiración por el evolucionismo, pero los elementos que subyacen en su obra y que permiten comprender el desarrollo como paradigma son los siguientes: el primero, porque quienes promovieron el desarrollo en el siglo XX pusieron su fe en la ciencia como soporte de este; segundo, porque Kuhn siendo un hombre que se dedicó a la historia de la ciencia, logró interiorizar las controversias que se presentaban entre los científicos sociales, en un periodo (1958-1960) en que las ciencias naturales estaban en pleno furor para hacer los análisis de lo social; y tercero, porque sus planteamientos, que ahora pueden parecernos obvios, fueron una ruptura impresionante con la forma de hacer ciencia en su época, es decir, él mismo sin saberlo, logró ser protagonista de una revolución en el pensamiento científico.

La categoría de  le permitió ubicar creencias, problemas y métodos compartidos por una comunidad afincada en el progreso, la cual establece una visión específica del mundo determinante para quien aspire a entrar y profundamente autorregulatoria para quien ose desafiarla.2 Retomando a este científico norteamericano, procederé a identificar las bases sobre las cuales se instala el desarrollo como paradigma con aquello que constituye su naturaleza. Luego retomaré aquellos dispositivos de poder con los cuales logra su legitimación social y, posteriormente, plantearé sus reacciones como paradigma ante las crisis que se generan dentro y fuera de este.

Este trabajo me permitirá detenerme un poco en las posibilidades de ruptura que pueden tener los discursos y prácticas , propuestas no solo en Latinoamérica sino también en los países del norte, porque expresan profundas controversias con el desarrollo y nos afianzan en la perspectiva de un NO MÁS DESARROLLO. Pero consciente del largo e histórico camino que espera a la humanidad, identifico algunos elementos claves para quienes intentan romper con el desarrollo.

 

El paradigma del desarrollo

Los paradigmas, según Kuhn (1971), son “realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica” (p. 12), “[basados en] la percepción y la evaluación que se hace de los datos conocidos” (p. 13), el desarrollo es un paradigma social porque recoge la tradición histórica de la idea occidental de progreso lineal, mediante la cual “toda historia podía ser interpretada como un lento, gradual ascenso necesario e ininterrumpido del hombre hacia cierto fin” (Nisbet, 1981, p. 243).

Ese fin fue encaminado en el siglo XX, luego de la Segunda Guerra Mundial, hacia la superación de la pobreza. El desarrollo tomó del progreso la fe en la ciencia, con la misma fuerza religiosa que en los siglos anteriores al XIX hubiese podido tener la providencia. Asimismo, la importancia que fueron alcanzando las ideas de libertad, justicia y soberanía con la Revolución Francesa, influyó en la relación intrínseca entre desarrollo y democracia, pero también el Siglo de las Luces contribuyó a forjar en la riqueza el ideal de un progreso que se iba a lograr con el crecimiento económico.

Para Kuhn, el paradigma surge “debido a que el nacimiento de una nueva teoría rompe con una tradición de práctica científica e introduce otra nueva que se lleva a cabo con reglas diferentes y dentro de un universo de razonamiento también diferente” (p. 140). Aunque el desarrollo nació como continuidad de la idea de progreso, este último quedó sumergido en el lugar de lo implícito, porque los avances extraordinarios en la industria, la ciencia y la tecnología durante el siglo XIX y comienzos del siglo XX afianzaron su énfasis económico, pero a su vez la emergencia de los Estados Unidos en la escena política como vanguardia del progreso mundial, superando a Inglaterra y logrando el consenso de los pensadores europeos y norteamericanos.

Se impone así el desarrollo como paradigma social profundamente pragmático en la creación de estrategias políticas y económicas, con la confianza en las posibilidades de abundancia, mejoramiento en el nivel de vida y en el saber que se avecinan gracias a la ciencia, la tecnología y una serie de herramientas que permiten proyectar y predecir el desarrollo: . Consolidarse como paradigma social implica un proceso de muy larga duración y como ocurre en la ciencia, confluyen diferentes elementos.

Un primer elemento es la normalización de la ciencia y su carácter único como progreso científico, basado este en “realizaciones que alguna comunidad científica particular reconoce, durante cierto tiempo, como fundamento para su práctica posterior” (Kuhn, 1971 p. 33). La normalización del desarrollo consiste en el proceso por medio del cual las sociedades han naturalizado el desarrollo como algo inevitable en su evolución social. Para lograr esto se emplean básicamente tres dispositivos de poder:3

 

  1. Difusión e instauración. Los libros intentan exponer la teoría aceptada, “estos libros de texto exponen el cuerpo de la teoría aceptada, ilustran muchas o todas sus aplicaciones apropiadas y comparan éstas con experimentos y observaciones de condición ejemplar” (Kuhn, 1971 p. 33). Desde los primeros ejemplares que dieron cuenta de los resultados de los diagnósticos elaborados por las comisiones de expertos internacionales, hasta los informes anuales del Banco Mundial, las Naciones Unidas y todas las organizaciones de ayuda al desarrollo, así como los resultados de investigaciones y aquellos que pretenden ilustrar sobre cómo hacer desarrollo, muestran que los problemas continúan siendo objeto de la ciencia y pueden ser maniobrados para producir el cambio.
  2. Separación del contexto de la competitividad. Esto se logra mostrándolo como carente de precedente, con lo cual se puede “conseguir un grupo duradero de partidarios” (Kuhn, 1971 p. 33). El desarrollo siempre se ha mostrado como un paradigma incluyente. De allí que con cada informe anual se pretenda reconocer una problemática supuestamente Esta capacidad para incluir los reclamos de los movimientos sociales hace que su finalidad social aparezca como solidaria con todo lo que acontece en el mundo. Parece no competir por imponerse como modo de vida planetario. Por lo tanto, las imposiciones que conlleva en materia de ayuda y en política internacional quedan ocultas detrás de este ideal humanitario que le otorga validez social y mantiene anclados a muchos intelectuales, aun en de las críticas que se le hacen.
  3. Exponerse incompleto. La teoría es incompleta, para dejar a los adeptos la posibilidad de completarla. En realidad esto no es un gesto de humildad de la ciencia, sino una estrategia que genera adeptos. El paradigma del desarrollo ha logrado afianzarse en una institucionalidad enorme de la cual son muchos los que se benefician. Las posibilidades que se abren para que representantes de los pueblos  lideren los enfoques, como ocurre con Amartya Sen, Manfred Max-Neef, el economista Mahbub ul Haq —creador de los informes de desarrollo humano—, entre otros, y las posibilidades que se otorgan para que cada país genere sus propios informes, ocultan la presión de los indicadores universales de desarrollo y dan lugar a la falsa convicción de que cada país se define autónomamente. Además, los enfoques sostenible, local, humano, participativo, etc., parecen surgir no del reacomodamiento del sistema mundo capitalista y moderno, sino de un afán de dar  a los problemas del mundo.

 

Un segundo elemento que identifica Kuhn (1971) es la construcción de un conjunto de creencias que giran en torno a quienes dicen saber del mundo. Esto se deriva del anterior punto porque quienes han tenido la misma educación en el paradigma, “han absorbido la misma bibliografía técnica y sacado muchas lecciones idénticas de ella” (p. 272). Por eso, logran configurar un campo de conocimiento en el que los mismos problemas y métodos son legitimados hasta tal punto que predominan “sus modos inconmensurables de ver el mundo y de practicar en él las ciencias” (p. 24). Este conjunto de creencias presenta dos dispositivos de poder:

 

  1. La convicción de esta comunidad acerca de que “sabe cómo es el mundo” (p. 26). El desarrollo mantiene su vigencia gracias a un cuerpo de intelectuales que investigan y producen informes bastante concretos y lo suficientemente descriptivos como para que sean asumidos por las universidades, los gobiernos y las organizaciones sociales como . En estos informes pocas veces se dice con cuánta población se trabajó, con cuáles sistemas de categorías, con cuál temporalidad y cuáles fueron las dificultades presentadas para completar los datos. No obstante, cuando son presentados y difundidos son incuestionables.
  2. A partir de lo anterior, el convencimiento de su éxito. En relación con este, la comunidad que profesa el paradigma está “dispuesta a defender esa suposición, si es necesario a un costo elevado” (p. 26). Por eso “la ciencia normal suprime frecuentemente innovaciones fundamentales, debido a que resultan necesariamente subversivas para sus compromisos básicos” (p. 25). Con el desarrollo hemos visto en las décadas de los siglos XX y XXI que este logra cooptar cualquier corriente local o mundial que represente un desafío para su expansión planetaria.

 

El crecimiento económico se mantiene a costa del irrespeto por la soberanía de los pueblos y cualquier pretexto justifica la invasión. Es el caso del bloqueo económico a Cuba, la guerra de las Malvinas en Argentina, la guerra en Irak y ahora el despliegue militar que se hace a través de la OTAN para someter a Libia. Se trata de un poder para controlar cualquier fuerza que opere por fuera de lo que el sistema mundo moderno, capitalista y desarrollado proclama. Este control funciona también a nivel interno gracias al colonialismo interno. En Colombia por ejemplo, la investigación acción participativa (IAP) representó una innovación sustancial en materia de participación y transformación, pero fue satanizada hasta el punto de invisibilizarse sus aportes en materia de decisiones sobre cómo vivir en un territorio.

Un tercer elemento es el compromiso y consentimiento para asumir las mismas normas y reglas en la práctica científica. El propio paradigma establece que “no puede interpretarse ninguna historia natural sin, al menos, cierto caudal implícito de creencias metodológicas y teóricas entrelazadas, que permite la selección, la evaluación y la crítica” (p. 43); es decir, se establecen cuáles críticas son permitidas sin que peligre la base del paradigma. El poder ideológico del paradigma del desarrollo es tal que adquiere un carácter doctrinario, en la medida en que convierte la vida social en un solo modelo permitido y abarcativo. Por eso se critican las exclusiones que genera y ello da lugar a . Asimismo, se redefinen los sujetos y objetos del desarrollo, se cuestionan los resultados de las políticas, pero se asume como punto de arranque el diagnóstico y luego los programas. En definitiva, es impensable vivir sin desarrollo.

Un cuarto elemento es el de la especialización. Según Kuhn (1971), el paradigma empieza con un discurso abierto al mundo y una solución concreta. Para conformarse como comunidad requiere adeptos que se forman en él, hasta dominar el campo discursivo. Los más de mil programas de formación en el desarrollo que hay en Latinoamérica son ejemplo de ello. Una vez asimilado el discurso se generan tres dispositivos de poder:

 

  1. El ajuste a la definición del campo en el que se instala el paradigma: “Quienes no deseen o no sean capaces de ajustar su trabajo a ella deberán continuar en aislamiento o unirse a algún otro grupo” (p. 46). En este sentido, el desarrollo emerge como discurso para todo el mundo, en relación con un tema concreto que es la ,y a partir de allí se pueden hacer todas las especulaciones del caso sobre sus orígenes, facetas, mediciones, alianzas para la ayuda de los pobres, la posibilidad de que quienes  la pobreza sean capaces de salir de esa situación mediante su participación, etc. Pero hay discursos que intentan mostrar cómo la  es una categoría que naturaliza una situación de despojo progresivo, denominado por Vandana Shiva (1995) ,porque intentan diferenciar la pobreza material de la pobreza percibida culturalmente, o quienes como Iván Illich (1996) advierten acerca de la configuración del necesitado y la reducción de su condición humana a una dependencia de ,e inclusive como lo plantea Jeremy Seabrook (2004, p. 68), “cuando las instituciones y los representantes de la población privilegiada hablan de ‘aliviar la pobreza’ nunca se refieren a devolver a la población el control sobre los ”. Eso no entra en la agenda de quienes promueven el desarrollo.
  2. La descontextualización histórica ocurre porque a medida que avanza el paradigma, “cuando un científico individual puede dar por sentado un paradigma, no necesita ya, en sus trabajos principales, tratar de reconstruir completamente su campo, desde sus principios, y justificar el uso de cada concepto presentado” (p. 47). Cuando el desarrollo como paradigma se ha logrado institucionalizar a través de organizaciones de ayuda, procesos de formación, políticas públicas, organismos internacionales y procedimientos técnicos comunes, las versiones del desarrollo aparecen como novedosas y aplicables para todo el mundo. Allí lo particular de cada contexto se emplea para rodear de cientificidad las estrategias que se generan para la ayuda al desarrollo y para afianzar la jerarquía mundial. Pero la retrospectiva es escasa. Por ejemplo, la hambruna en Etiopia siempre aparece como inesperada y poco se indaga en los efectos devastadores de la colonización y la poscolonización.
  3. En la lógica anterior, el lenguaje especializado se vuelve obvio para quienes controlan el discurso: “se presentarán normalmente como artículos breves dirigidos sólo a los colegas profesionales, a los hombres cuyo conocimiento del paradigma compartido puede presumirse y que son los únicos capaces de leer los escritos a ellos dirigidos” (p. 47). Aunque el discurso del desarrollo es aparentemente abierto, un 60 % de los informes son difundidos en inglés. El carácter técnico con que son presentados los datos hace que exista y se afiance la asimetría en el conocimiento.

 

Desde quien genera el informe hasta quien lo lee como profesional hay un nivel de apropiación totalmente diferenciado. Aún más, a las comunidades de base que son finalmente  les llegan los eslóganes,que por su obviedad no permiten crítica o duda.4