Joe Navarro
El cuerpo
HABLA
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Título original: What Every Body is Saying
Traducido del inglés por Raquel Duato
Diseño de portada: Editorial Sirio, S.A.
Composición ePub por Pablo Barrio
© de la edición original
2008 Joe Navarro
La presente edición se ha realizado por acuerdo con Collins, una división de HarperCollins Publishers
© de la presente edición
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Para mi abuela, Adelina. Sus ajadas manos moldearon con amor a un niño y lo convirtieron en un hombre.
Joe Navarro
Para mi esposa, Edith, que me ha bendecido con su amor y me ha enseñado lo que significa ser un ser humano generoso.
Marvin Karlins
El hombre permanecía sentado estoicamente en un extremo de la mesa, escogiendo con cuidado sus respuestas a las preguntas del agente del FBI. No se le consideraba uno de los principales sospechosos en el caso de asesinato. Su coartada era creíble y parecía sincero; sin embargo, el agente siguió presionándolo. Con el consentimiento del sospechoso, le plantearon una serie de preguntas sobre el arma homicida:
«Si hubiera cometido este crimen, ¿habría usado una pistola?».
«Si hubiera cometido este crimen, ¿habría usado un cuchillo?».
«Si hubiera cometido este crimen, ¿habría usado un punzón para picar hielo?».
«Si hubiera cometido este crimen, ¿habría usado un martillo?».
Una de las armas, el punzón, era la que realmente se había empleado para cometer el homicidio, pero esta información no se había hecho pública. Por consiguiente, sólo el asesino sabía qué objeto era la verdadera arma utilizada. El agente del FBI observaba al sospechoso con atención mientras recitaba la lista de armas. Cuando mencionó el punzón, el hombre bajó los párpados con fuerza y los mantuvo en esa posición hasta que se nombró la siguiente arma. En ese instante, el agente comprendió la importancia del gesto de los párpados que acababa de captar y, a partir de ese momento, aquel sospechoso sin relevancia se convirtió en la principal persona de interés en la investigación. Más tarde confesó.
Un nuevo éxito de Joe Navarro, un ser humano excepcional que, además de desenmascarar al asesino del punzón, ha contribuido a la captura de muchísimos delincuentes, entre ellos «importantes espías», a lo largo de una distinguida carrera de veinticinco años en el FBI. ¿Cómo lo hizo? Si le preguntaras, te diría tranquilamente: «Se lo debo al hecho de ser capaz de interpretar a la gente».
Joe se ha pasado toda su vida profesional estudiando, refinando y aplicando la ciencia de la comunicación no verbal —las expresiones faciales, los gestos, los movimientos físicos (cinésica), la distancia corporal (proxémica), el contacto (háptica), las posturas e, incluso, la indumentaria— para descifrar qué está pensando la gente, qué pretende hacer, y si lo que dice es verdadero o falso. Éstas no son buenas noticias para los delincuentes, terroristas y espías, quienes, bajo su atento escrutinio, normalmente emiten señales corporales no verbales («indicios») más que suficientes para hacer transparentes y detectables sus pensamientos y sus intenciones.
Pero sí son muy buenas noticias para ti, lector, porque es precisamente de ese conocimiento del que Joe se sirvió para convertirse en experto «cazaespías», «detector de mentiras humano» e instructor del FBI. Es el conocimiento que te ayudará a comprender mejor los sentimientos, los pensamientos y las intenciones de las personas que te rodean. Como escritor y docente de renombre, Joe te enseñará a observar como un experto, a detectar y descifrar los comportamientos no verbales de los demás para que puedas relacionarte con ellos de un modo más satisfactorio. Estos conocimientos enriquecerán y ampliarán tu vida tanto en el ámbito personal como en el profesional.
Hace apenas quince años, muchas de las enseñanzas que Joe compartirá contigo en este libro no eran reconocidas por la comunidad científica. Sólo a través de los más recientes avances en la tecnología del escáner cerebral y en la captación de imágenes cerebrales, los científicos han sido capaces de establecer la validez de los comportamientos que Joe describirá. Basándose en los últimos descubrimientos en psicología, neurobiología, medicina, sociología, criminología y antropología, además de su cuarto de siglo de experiencia en la comunicación no verbal como agente especial del FBI, Joe está excepcionalmente cualificado para ayudarte a comprender este arte.
Su pericia ha sido reconocida por todo el mundo. Además de aparecer asiduamente en programas como NBC’s Today Show, CNN Headline News, Fox Cable News y ABC’s Good Morning America,continúa impartiendo seminarios sobre comunicación no verbal para el FBI y la CIA, así como para otros cuerpos de los servicios de inteligencia. También ofrece asesoramiento a las empresas de la banca y los seguros, y a importantes bufetes de abogados de Estados Unidos y de otros países. Además, imparte clases en la Universidad Saint Leo y en varias facultades de medicina de Estados Unidos, donde su peculiar visión de la comunicación no verbal ha encontrado una gran acogida entre el público, y también entre los médicos que desean diagnosticar a sus pacientes con mayor rapidez y precisión. La combinación de sus habilidades académicas y sus credenciales profesionales, unida a su magistral análisis de la comunicación no verbal en situaciones de la vida real en las que hay mucho en juego, lo ha colocado en la vanguardia de este interesante campo, como descubrirás en este libro.
Después de trabajar con Joe, asistir a sus seminarios y poner en práctica sus ideas en mi propia vida, creo firmemente que el material que se presenta en estas páginas supone un importante avance en la comprensión del ámbito no verbal. Digo esto en calidad de psicólogo cualificado, que se involucró en este proyecto de escritura porque le entusiasmó el innovador trabajo de Joe en el uso del conocimiento científico sobre la comunicación no verbal a fin de alcanzar objetivos profesionales y éxito personal.
También me impresiona su enfoque prudente y razonado. Por ejemplo, a pesar de que la observación de la comunicación no verbal nos permite obtener una «interpretación precisa» de los diferentes tipos de comportamiento, Joe nos advierte que usar el lenguaje corporal para detectar el engaño es una tarea especialmente difícil y que siempre implica un desafío. Este punto de vista, rara vez reconocido por los legos en la materia o por los responsables del orden público, sirve como recordatorio crítico y permanente de que debemos tener mucho cuidado a la hora de afirmar que una persona es sincera o no, basándonos en su comportamiento no verbal.
A diferencia de muchos otros libros sobre conducta no verbal, la información presentada aquí se basa en hechos científicos y en descubrimientos probados sobre el terreno, y no en opiniones personales y especulaciones elaboradas desde un despacho. Además, el texto subraya lo que otras obras publicadas sobre el tema a menudo ignoran: la importante función que desempeña el sistema límbico en el cerebro humano a fin de comprender y usar los impulsos no verbales con eficacia.
Tú puedes dominar el lenguaje silencioso del cuerpo. Tanto si estudias el comportamiento no verbal para tener éxito en el trabajo, como si sólo lo haces para llevarte mejor con los amigos y la familia, este libro está hecho para ti. Sin embargo, para dominarlo tendrás que estudiar detenidamente los capítulos que se te presentan a continuación, además de comprometerte a invertir tiempo y energía en el aprendizaje y la aplicación de las enseñanzas de Joe en tus rutinas diarias.
Interpretar a las personas de un modo exitoso, aprendiendo, descifrando y estudiando el comportamiento no verbal para predecir sus acciones, es una tarea que bien merece tu atención y que ofrece abundantes recompensas por el esfuerzo invertido. Así que planta los pies firmemente en el suelo, pasa la página y prepárate para aprender a reconocer esas importantes señales no verbales que Joe te enseñará. No necesitarás mucho tiempo para descubrir, con una simple mirada, que el cuerpo habla y tú lo entiendes.
Doctor Marvin Karlins
10 de abril de 2007
Cuando empecé a escribir el primer borrador de este libro, me di cuenta de que ya llevaba mucho tiempo pensando en este proyecto. No se inició con mi interés por la lectura sobre la comunicación no verbal, ni con el seguimiento académico de esta materia. Tampoco en el FBI. Más bien todo empezó muchos años atrás, con mi familia.
Fundamentalmente, aprendí a interpretar a los demás a través de las enseñanzas de mis padres, Albert y Mariana López, y de mi abuela, Adelina Paniagua Espino. Cada uno, a su modo, me enseñó algo diferente sobre la importancia y el poder de la comunicación no verbal. De mi madre, aprendí que los gestos no verbales tienen un valor incalculable a la hora de relacionarse con los demás. Ella me enseñó que un comportamiento sutil puede evitar una situación incómoda o hacer que alguien se sienta totalmente a gusto, un arte que ella ha practicado sin esfuerzo durante toda su vida. De mi padre, aprendí el poder de la expresión; con una sola mirada podía comunicarse con exquisita claridad. Es un hombre que, simplemente con su presencia, impone respeto. Y de mi abuela, a quien dedico este libro, aprendí que los pequeños gestos son muy importantes: una sonrisa, una ligera inclinación de cabeza o una tierna caricia en el momento adecuado pueden transmitir mucho. De hecho, incluso pueden ayudar a sanar. Estas cosas, que me enseñaban a diario, me prepararon para observar eficazmente el mundo que me rodea. Sus enseñanzas, al igual que las de muchos otros, están presentes en estas páginas.
Durante mi paso por la Universidad Brigham Young, J. Wesley Sherwood, Richard Townsend y Dean Clive Winn II me enseñaron mucho sobre el trabajo policial y el proceso de observación de delincuentes. Más tarde, en el FBI, personas como Doug Gregory, Tom Riley, Julian «Jay» Koerner, el doctor Richard Ault y David G. Major me enseñaron los sutiles matices del comportamiento en el espionaje y el contraespionaje. A todos ellos agradezco que me ayudaran a pulir mis habilidades a la hora de observar a la gente. Asimismo, tengo que dar las gracias al doctor John Schafer, antiguo agente del FBI y colega miembro del programa de élite de análisis de conducta, que me animó a escribir y me permitió ser coautor con él en múltiples ocasiones. Marc Reeser, que estuvo conmigo en las trincheras atrapando espías durante tanto tiempo, también merece mi reconocimiento. A mis otros colegas, y son muchos, en la División de Seguridad Nacional del FBI, les doy las gracias por todo su apoyo.
A lo largo de los años, el FBI se aseguró de que nos enseñaran los mejores. Gracias a ello, me instruí en la investigación de la comunicación no verbal de la mano de profesores como Joe Kulis, Paul Ekman, Maureen O’Sullivan, Mark Frank, Bella M. DePaulo, Aldert Vrij, Reid Meloy y Judy Burgoon, bien directamente o a través de sus escritos. Entablé amistad con muchas de estas personas, entre ellas David Givens, que dirige el Centro de Estudios no Verbales, en Spokane, Washington, y a cuyos escritos, enseñanzas y amonestaciones he tomado cariño. Su investigación y su obra han enriquecido mi vida y su trabajo está en este libro, al igual que el de otros grandes, como Desmond Morris, Edward Hall y Charles Darwin, quien lo inició todo con su libro pionero La expresión de las emociones en el hombre y en los animales.
Aunque estas personas me proporcionaron el marco académico, otras contribuyeron de otro modo en este proyecto. Mi querida amiga Elizabeth Lee Barron, de la Universidad de Tampa, es una bendición del cielo en lo que a investigación se refiere. También estoy en deuda con el doctor Phil Quinn, de la Universidad de Tampa, y con el profesor Barry Glover, de la Universidad Saint Leo, por sus años de amistad y su buena disposición para adaptarse a mi apretada agenda de viaje.
Este libro no sería lo que es sin las fotografías, y por ello doy las gracias al conocido fotógrafo Mark Wemple por su trabajo. Mi gratitud también para Ashlee B. Castle, mi asistente administrativa, quien, cuando se le preguntó si estaba dispuesta a «poner su cara» para un libro, simplemente dijo: «Claro, ¿por qué no?». Chicos, sois geniales. También quiero dar las gracias al artista de Tampa, David R. Andrade, por sus ilustraciones.
Matthew Benjamin, mi siempre paciente editor en HarperCollins, dio forma a este proyecto y se merece mis elogios por ser un caballero y un consumado profesional. También debo dedicar mis elogios al editor ejecutivo, Toni Sciarra, que trabajó diligentemente para acabar este proyecto. Matthew y Toni contaron con un maravilloso equipo de personas, entre ellos la correctora Paula Koper, a quien estoy muy agradecido. Y de nuevo, quiero dar las gracias al doctor Marvin Karlins por dar forma a mis ideas en este libro y por sus amables palabras en el prólogo.
Mi agradecimiento a mi querida amiga, la doctora Elizabeth A. Murray, una verdadera científica y educadora, que sacó tiempo de su ocupada agenda como docente para corregir los primeros borradores de este manuscrito y compartir conmigo sus amplísimos conocimientos sobre el cuerpo humano.
A mi familia, a todos mis parientes, cercanos y lejanos, os doy las gracias por tolerarme y también por tolerar que escribiera cuando debería haber estado relajándome con vosotros. A Luca, Muito obrigado. A mi hija Stephanie, doy gracias todos los días por tu cariñosa alma.
Todas estas personas han contribuido a este libro de algún modo; con vosotros comparto aquí sus conocimientos y su visión, a pequeña y gran escala. Escribí esta obra consciente de la gran responsabilidad que implica el hecho de que muchos de vosotros vayáis a usar esta información en vuestras vidas cotidianas. Con ese fin, he trabajado tratando de presentar tanto la información empírica como la científica con diligencia y claridad. Si hay algún error, yo y sólo yo soy el responsable.
Hay un viejo dicho en latín, Qui docet, discit (Aquel que enseña aprende). En muchos aspectos, con la escritura sucede lo mismo; es un proceso de aprendizaje y de discernimiento, que al final del día resulta haber sido un placer. Espero que, cuando acabes la lectura, también hayas adquirido un profundo conocimiento sobre cómo nos comunicamos de un modo no verbal, y que tu vida se vea enriquecida, al igual que ha sucedido con la mía, al saber que el cuerpo habla y tú lo entiendes.
Joe Navarro
Tampa, Florida
Agosto de 2007